La economía rebotará 9% este año pero se sentirá poco por la alta inflación y la caída de los salarios

Los datos de agosto consolidan el repunte. Sin embargo, en 2022 sobrevendría un “frenazo” ante la necesidad de corregir distorsiones y ajustar las cuentas

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(EFE)
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La economía está atravesando un repunte que supera todas las expectativas de previas. Las correcciones al alza, tras los datos divulgados por el INDEC para agosto, son generalizados. De proyecciones de mejora de 6,5% a 7% para el PBI ahora se pasó a niveles cercanos a 9%. Esto implicaría que la actividad recuperó en su mayor parte los niveles previos a la pandemia.

El INDEC informó sobre el cierre de la semana pasada que el nivel de actividad de agosto creció 1,1% respecto a julio y casi 13% por encima del mismo mes del 2020. “Si la economía se estancara hasta fin de año, terminaríamos con un PBI un 8,8% mayor este año”, explicó el economista Fernando Marull para justificar la mejora de sus previsiones. También Andrés Borenstein, director de Econviews, señaló que “la economía podría terminar este año 9% arriba”.

Teniendo en cuenta que el año pasado la caída fue de 10%, ya se estaría a punto de recuperar la totalidad de aquel derrumbe generado por una estricta cuarentena que se prolongó por varios meses.

La economía no presentaría motores de crecimiento que le permiten sostener una reactivación sólida en 2022. La mayoría de los pronósticos se inclinan por pronosticar una recuperación adicional de alrededor de 2%

Si bien hay sectores como la industria y la construcción que ya venían en franca recuperación, ahora se empiezan a incorporar otros más rezagados. Los casos más típicos son la gastronomía, que ya hace varios meses opera en situación casi normal, y la hotelería. El subsidio que ofrece el Estado para el programa Previaje está permitiendo que el sector mejore rápidamente, siendo uno de los más afectados por las prohibiciones de la cuarentena.

La fuerte reactivación no va acompañada, sin embargo, de otros datos positivos y por ende el margen para el optimismo es acotado. Al contrario, hay varios factores que obligan a tomar esta fuerte mejoría con pinzas. Y estos son algunos de ellos:

-Se trata de un rebote luego de una durísima caída de la economía. Es decir no es crecimiento sino recuperación basada sobre todo en la reapertura de actividades. La mejora estadística es notable, pero básicamente implica a volver al punto de partida prepandemia (primer bimestre 2020), no mucho más que eso.

A pesar del fuerte repunte de la actividad económica, que se viene incluso acelerando en la segunda parte del año, la mayoría de la gente se enteró poco y nada. La elevada inflación, que terminaría en cerca del 50% este año, le asestó otro duro golpe al salario y estaría cayendo el poder adquisitivo por cuarto año consecutivo

-Para adelante las proyecciones ya no son tan positivas. La economía no presentaría motores de crecimiento que le permiten sostener una reactivación sólida en 2022. La mayoría de los pronósticos se inclinan por pronosticar una recuperación adicional de alrededor de 2%. Esto si es que no se produce un ajuste cambiario brusco, que complicaría aún más las cosas. No está sola la Argentina en esta caracterización. Chile y Brasil, que también tuvieron mejoras notables este año, el próximo apenas crecerían entre 1% y 2%.

-La altísima inflación impide que esta mejora de la actividad llegue a los bolsillos de los asalariados. Por eso, la mayoría de las familias casi ni se enteró de esta gran reactivación. Con una suba de precios de casi el 50%, es casi imposible que los salarios familiares consigan incrementarse en una medida similar.

-El aumento del gasto en la segunda parte del año le dio un impulso adicional a la economía, pero tendría consecuencias hacia fin de año o principios de 2022. La emisión monetaria en estos meses electorales ayudó a que hubiera más plata en la calle y de esta forma un repunte del consumo. Pero es posible que se pague con más presión cambiaria y más inflación, lo que tendría una repercusión negativa en el corto plazo.

En este escenario se da la paradoja de llegar a las elecciones de noviembre con la economía en el pico desde que arrancó la pandemia, pero sin lograr revertir las expectativas negativas sobre el futuro. Por el momento, la mayoría descree que esto sea apenas un trampolín para una mejora sostenible a futuro.

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