El más reciente comunicado de La Cámpora sobre las causas de la inflación generó cierta perplejidad entre los economistas profesionales. El texto, distribuido el fin de semana pasado, defiende el congelamiento de precios, asigna la aceleración de la inflación a una recomposición de la rentabilidad de las empresas y libera de responsabilidades a la emisión monetaria a la hora de buscar una explicación sobre la disparada del índice de precios al consumidor.
“Mezclan todo. Son puntos descoordinados. Es difícil dar una respuesta sin meterte en los vericuetos que tocan. Básicamente, culpan a Macri y dicen que la culpa es de empresarios que atentan contra lo que le corresponde al pueblo, y que no es un problema de gasto público y déficit fiscal. Son todas frases hechas, no hay un orden”, dijo Marina Dal Poggetto, directora de la consutora Eco Go, para quien en la Argentina el debate sobre la inflación “está fuera de foco”, entre un extremo que carga las tintas exclusivamente sobre los factores monetarios, y otro que habla de puja distributiva y de codicia empresaria.
“Discutiendo así pasamos de inflación de veintipico por ciento anual entre 2007 y 2015 con precios congelados, después la rueda empezó a girar al 25%, después cuando descongelás al 40% y después pasamos al 50% en el último año de Macri”. Transitoriamente, dijo Dal Poggeto, la rueda ralentizó un poco en 2020, pero después volvió a girar entre el 50 y el 60%, según los meses.
“Discutiendo así pasamos de inflación de veintipico por ciento anual entre 2007 y 2015 con precios congelados” (Dal Poggetto)
Según Dal Poggeto, lo que mueve la inflación en la Argentina es la dinámica cambiaria, que Macri quiso frenar con la tasa de interés (alta) y el actual gobierno con un cepo cada vez más rígido que termina presionando sobre el dólar.
“Tenés el dólar (oficial) que se mueve al 1% e inflación 3% mensual. La eficacia es menor por la brecha cambiaria y la decisión del Banco Central de tratar de reducir la venta de dólares para la importación, con lo cual generás presión del lado de los costos”, dijo la economista.
Básicamente, el documento camporista acusa de la inflación actual a la recomposición “desordenada” de márgenes de ganancia empresariales, niega el efecto del gasto o la emisión, habla de un “problema multidimensional”, acusa a Macri de haber “entregado el poder a grandes grupos empresarios” y dice que el control de precios se focaliza en lo que considera la principal causa de la inflación: la concentración económica y los “mercados oligopólicos”, que presuntamente se profundizaron en la década del ‘90, período en que la inflación fue casi nula.
El economista Gustavo Lázzari atacó uno por uno esos argumentos. Atribuir la inflación a una “recomposición de márgenes” es una falacia conceptual, dijo, porque la inflación es un proceso sostenido, no una “recomposición de márgenes”, que de haberla significaría un salto de precios por única vez, y no un aumento constante y desordenado de precios, como está sucediendo, “debido a una exacerbada emisión de moneda que la gente rechaza”.
Negar el efecto monetario, dijo Lázzari, es otro error, porque se está emitiendo al 50% anual. La gente no quiere ese dinero y busca mantener su poder adquisitivo de diferentes modos. La clase media compando dólar blue, las clases pobres ladrillos y las amas de casa botellas de aceite, explicó. El resultado hasta ahora no es peor, porque hasta ahora no hay huida masiva del dinero, pero cuando la haya va a haber $ 4 billones de combustible monetaria que consideró “una bomba atómica inflacionaria”. Del mismo modo, Lázzari explicó que en 2019 no hubo emisión, pero sí huida del dinero, porque la gente temía la inflación.
En cuanto a la “concentración económica”, el economista y empresario que compitió en las PASO en la lista encabezada por Ricardo López Murphy, señaló que el mercado alimenticio es muy atomizado y que en rubros como lácteos, fideos, aceite y varios más hay mucha competencia. Del mismo modo, rechazó el concepto de “formadores de precios”, porque si los hubiera no habría pérdidas, por lo que lo consideró “una tontería atómica”. Y si hubiera mucha concentración, dijo, la mejor forma de prevenirla es la apertura de la economía.
“No tienen argumentos y se buscan enemigos” (Lázzari)
“No tienen argumentos y se buscan enemigos”, resumió Lázzari. “Lo único que hay es que la Cámpora y el Gobierno buscan recuperar un relato, no combatir la inflación”.
Dal Poggeto señaló que el gobierno impuso el congelamiento por una cuestión electoralista, pero los alimentos no aumentaron más que el nivel general ni en 2020 ni este año, como sí lo hicieron en Colombia y Brasil, que tienen niveles de inflación muy inferiores a la Argentina. Los precios que más aumentaron, recordó, fueron textiles, electrodomésticos, autos, y ahora empezaron a hacerlo los de servicios que estuvieron cerrados, como gastronomía.
“Ellos (por los de la Cámpora) dicen que hay que aumentar la oferta, ¿pero cómo se hace con costos asociados a la importación?”, planteó dal Poggetto, para quien la actual inflación no se puede frenar solo con una política fiscal y monetaria consistente, aunque esta es imprescindible, pero tampoco con controles de precios.
Al respecto, recordó una vieja clasificación del difunto economista Rudiger Dornbusch, un conocedor de la Argentina, que diferenció los planes de estabilización en función de si tenían o no política fiscal y política de ingresos (acuerdos de precios y salarios). Programas como el Austral argentino y el Cruzado brasileño tuvieron los dos componentes. Los del FMI tienen solo política fiscal. Los que tienen solo política de ingresos, decía Dornbusch, era los de “los poetas” . Y los que no tienen ninguno de esos componentes, de “los magos”. La proclama camporista se movería así entre la poesía y la magia.
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