La crisis sanitaria y la ausencia de un plan económico sustentable que permita volver a los mercados internacionales de deuda, recrear el crédito privado, e incentive la inversión productiva, provocaron que el Indec registrara al cabo del segundo trimestre 2021 la peor contribución al PBI por parte del conjunto de los asalariados (en blanco y en negro), con apenas 40% del total.
“En el segundo trimestre de 2021, la remuneración al trabajo asalariado (RTA) aumentó 55,1% respecto al mismo período de 2020. En términos del valor agregado bruto (VAB) medido a precios básicos, representó el 40%, registrando un descenso de 9,79 puntos porcentuales (p.p.) respecto del segundo trimestre del año anterior”, informó el organismo oficial de estadística.
El Indec estimó que los puestos de trabajos asalariados se recuperaron en 11,1% pero con apenas un aumento del 1,6% en el segmento registrado y 42% en negro
Semejante pérdida de participación de los asalariados en el PBI, pese a que el ingreso agregado de esa franja superó en más de 5 puntos porcentuales a la tasa de inflación, se explica porque en ese período el “valor agregado bruto a precios de básicos” -PBI- aumentó nominalmente 93%, desde niveles singularmente deprimidos que había provocado la virtual parálisis de la economía en su conjunto con el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).
Pero también, porque en el mercado laboral el Indec estimó que los puestos de trabajos asalariados se recuperaron en 11,1% (casi 1,3 millones de posiciones, a 15 millones), pero con apenas un aumento del 1,6% en el segmento registrado que percibe una remuneración promedio que más que duplica a la que reciben los que trabajan en negro, que tuvo un repunte del empleo neto del 42%, al habilitarse y flexibilizado de modo generalizado el uso de los medios públicos de transporte para quienes se desempeñaban en actividades que habían sido decretadas no esenciales.
Semejante desarticulación del mercado laboral asalariado, donde la franja más expansiva a la salida de la pandemia de Covid-19 fue la que no sólo se diferencia por ser la de menor generación de ingreso, sino también la de más baja productividad, determinó el fenómeno inédito de caída en un año de casi 10 puntos porcentuales en su participación en el PBI, al peor nivel relativo en 13 años (40%), en línea con la disminución del valor agregado por habitante en pesos constantes (comparables).
Serie con interrupciones y discrecionalidades
A comienzos del corriente siglo, con la crisis de fines de 2001, principios de 2002, el Indec había registrado una pérdida de participación de los asalariados en el PBI de 6,7 puntos porcentuales, desde 37,9% a 31,2%, y promedió 30,8% el año siguiente, la peor proporción en una década (40,2% en 1993).
Lamentablemente, la medición de las cuentas nacionales registra varios episodios de “apagón estadístico”, que impiden hacer comparaciones más finas, y asociarlas a las políticas económicas de cada tiempo. La más extensa es la que tuvo lugar entre 1974 y 1992; y la más recientemente, entre 2015 y 2016. Y a lo largo de los últimos 70 años se introdujeron cambios metodológicos que obligan a hacer empalmes para poder construir una serie de tiempo comparable.
De ahí surge que la mayor participación de los trabajadores asalariados en el PBI, con poco más de la mitad del total se estimó, primero en 1954 con 50,8%, pero no logró sostenerse, y cayó a menos de 45% en la primera mitad de los ‘60, luego de un mínimo de 37,7% en 1959; se recupera y se sostiene en la zona de 44% a 47% entre 1966 y 1973. Y cuando el Indec retoma la estimación en 1993, con la estabilidad macroeconómica de la convertibilidad fija de 1 a 1 entre el peso y el dólar, había descendido a 40,2% declina hasta 33,4% en 1997, último año previo al inicio de una nueva faz recesiva.
La mayor participación de los trabajadores asalariados en el PBI, con poco más de la mitad del total se estimó, primero en 1954 con 50,8%, pero no logró sostenerse, y luego en 2013, a 54,6%, con la intervención de hecho del Indec
Luego de la crisis de la convertibilidad, y a partir ciclo favorable de los precios internacionales de las materias primas, se inicia una tendencia creciente hasta alcanzar un máximo histórico de 54,6% en 2013, con un salto de poco más de 7 puntos porcentuales en los dos primeros años con cepo cambiario y control de importaciones por mérito exclusivo de la intervención de hecho del Indec por parte del entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, porque sobreestimó la mejora del salario real, al comparar con una tasa de inflación oficial que se movía a menos de la mitad de la que medían las consultoras privadas.
Después del “apagón estadístico” por dos años que dispuso la llegada al gobierno de Cambiemos a fines de 2015, la participación de los asalariados en el PBI baja a 51,9% en el primer bienio, y con el ingreso a una nueva faz contractiva cae hasta 46,2% en 2019, se recupera parcialmente en 2020, pero vuelve a derrumbarse en el primer semestre del corriente año.
A partir de ahí, los economistas coinciden en destacar que para recuperar un ciclo virtuoso de mayor participación de los asalariados en el PBI se requerirá de la conjunción de la baja de la inflación y aumento de la productividad, dos requisitos sólo esperables en un escenario de incentivos a la inversión productiva y apertura al comercio exterior, con un plan económico sustentable que recree la confianza en el país por parte del crédito internacional.
Definiciones del Indec
Conocida como distribución funcional del Ingreso, el Indec mide los ingresos generados en el proceso productivo que componen el Valor Agregado Bruto, estimado como Retribución a los Factores de la Producción: el trabajo y los activos que intervienen en el proceso.
Remuneración del Trabajo Asalariado: es la retribución que las unidades productivas pagan a sus empleados en relación de dependencia como contraprestación por su trabajo, es decir, sueldos y salarios (incluidos los aportes personales y el Impuesto a las ganancias a cargo del trabajador), tanto en dinero como en especie, y las contribuciones patronales pagadas por el empleador.
Excedente de Explotación Bruto: es la retribución a los activos que participan en el proceso productivo generado por las actividades económicas organizadas bajo la forma de empresas constituidas en sociedad. Este concepto incluye el consumo de capital fijo (depreciación) y el Impuesto a las Ganancias.
Ingreso Mixto Bruto: es la expresión reservada para el saldo contable de la CGI de las empresas no constituidas en sociedad, propiedad de los miembros de los hogares (los cuentapropistas y patrones que se miden en la Encuesta Permanente de Hogares). Es mixto porque no puede diferenciarse la porción de ese ingreso que corresponde a la retribución del trabajo de la que corresponde a la retribución de los activos que intervienen en el proceso productivo (capital, activos no producidos, etc.). En consecuencia, una porción de la remuneración al trabajo queda contenida en este agregado. Asimismo, también incluye el consumo de capital fijo (depreciación) y el Impuesto a las Ganancias.
El Indec considera que el EEB e IMB son denominaciones alternativas del saldo contable de la Cuenta de Generación del Ingreso utilizadas para diferentes tipos de empresas, incluyendo cuentapropistas y patrones. Dicho saldo es el excedente derivado de los procesos de producción antes de deducir cualquier gasto en concepto de intereses y de rentas de la tierra u otras rentas de la propiedad a pagarse por los activos financieros, por tierras y terrenos o por otros activos tangibles no producidos necesarios a la producción; estos excedentes sólo pueden obtenerlos los productores de mercado, porque para los productores de no mercado el valor de su producción bruta final es equivalente a la suma de sus costos explícitos.
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