Los inversionistas argentinos se están volviendo cada vez más pesimistas sobre el peso, apostando a que es inevitable que el gobierno se vea obligado a acelerar la devaluación después de las elecciones de noviembre. La creciente demanda de divisas hizo que el dólar ahora cueste 196 pesos en el mercado paralelo, utilizado para eludir los controles cambiarios, casi el doble de la cotización oficial. Es la brecha más grande en 12 meses.
Otros indicadores del mercado también reflejan la desesperación que sienten los argentinos por salir de sus ahorros de pesos. Los fondos de inversión en dólares registrados en octubre ya son más altos que en cualquier mes del año pasado. Los contratos de futuros muestran a los operadores apostando a un tipo de cambio de $152,50 por dólar en septiembre de 2022, un 35% más débil que el actual.
“Hay un creciente consenso de que esto no es sostenible”, dijo Alejandro Cuadrado, jefe de estrategia cambiaria para América Latina del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria en Nueva York. “Hay indicios de una fuerte tensión cambiaria en los mercados y, normalmente, cuando se alcanza este tipo de spreads, el gobierno tiene que hacer algo”, agregó.
El dilema del presidente Alberto Fernández se reduce al hecho de que su gobierno ha insistido en una lenta depreciación del tipo de cambio oficial, manteniendo la moneda sobrevaluada en un intento de frenar una inflación superior al 50% anual. Una devaluación rápida ayudaría a aliviar las tensiones con los exportadores y atraer la inversión extranjera, pero podría agregar presión a la inflación y, casi con certeza, sería políticamente costoso para la coalición gobernante, antes de las elecciones legislativas del próximo mes.
Que los inversores argentinos se protejan contra la perspectiva de un salto cambiario no es nada nuevo, por supuesto. Los mercados paralelos para la compra de divisas existen debido a los límites a la compra de dólares al tipo de cambio oficial, lo que en sí mismo es una señal de que el gobierno sabe que la moneda está sobrevaluada. Las cotizaciones en el mercado paralelo también experimentaron picos entre 2011 y 2015, cuando la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner utilizó estrictos controles cambiarios y políticas populistas para administrar la economía.
Esta vez, la política está jugando un papel enorme en el pesimismo. Algunos inversionistas creen que el gobierno de Alberto Fernández ha mantenido el peso artificialmente fuerte para que la economía parezca mejor de lo que está antes de las elecciones, en las que se pondrán en juego 151 bancas de legisladores nacionales. El gobierno aceptará la realidad de la situación después de la elección y acelerará las caídas diarias del peso o hará una devaluación única para acercar la cotización hacia donde debería estar, según Cuadrado, de BBVA.
Eso promete ser doloroso para los argentinos que tienen la mayor parte de sus ahorros en pesos en una economía que ya está en mal estado. El PBI se redujo un 10% el año pasado durante la pandemia y la pobreza subió al 40,6% en el primer semestre de este año. Mientras tanto, los funcionarios buscan renegociar las deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a la vez que se enfrentan a lo que Cuadrado define como “un montón de reservas líquidas casi agotadas”.
El gobierno dice que continuará implementando la política monetaria establecida en el presupuesto de 2021, y que no se prevé ni se planea un salto repentino en el tipo de cambio, señaló el ministro de Economía, Martín Guzmán, en una respuesta enviada por correo electrónico a preguntas. “Es el programa anterior con el FMI el que crea riesgos de balanza de pagos”, dijo Guzmán. “Es por eso que estamos negociando un nuevo programa, para renovar los pagos de la deuda al FMI de un modo que contribuya al proceso de estabilización macroeconómica en curso”, agregó.
Por ahora, sin embargo, los argentinos parecen estar preparándose para una caída más rápida de la moneda local, saliendo de los pesos y “dolarizando” sus ahorros, comprando cualquier activo que esté protegido de un colapso cambiario. “El proceso de dolarización es natural, dados los niveles persistentes de inflación y la falta de vías para que los inversores se protejan”, dijo Fernando Losada, jefe de investigación de mercados emergentes de Oppenheimer & Co. “También se debe al alto gasto público de Argentina, porque si hay un exceso de oferta de pesos, habrá un exceso de demanda de dólares”, agregó.
Desde las elecciones PASO de septiembre que mostraron a la coalición gobernante de Fernández con menos apoyo del previsto, su Gobierno ha intensificado las políticas populistas en un intento por recuperar votos. Amplió los controles de precios, restringió algunas importaciones, aumentó el gasto social y aceleró la impresión de dinero para pagarlo todo.
“Este comportamiento también nos dice que el gobierno no podrá retrasar mucho la devaluación después de las elecciones”, escribió en una nota Marcos Buscaglia, fundador de la consultora Alberdi Partners.
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