La clásica imagen de la familia trabajadora que ponía su prioridad de ahorro en alcanzar el techo propio se volvió una carrera de obstáculos. Ahorrar en ladrillos, el sueño de tantas generaciones, se fue haciendo cada vez más difícil según explicaron a Infobae los analistas del mercado inmobililiario al compás de una macroeconomía que ofrece una alta inflación que impide ahorrar en pesos, saltos cambiarios que complican el ahorro en dólares, un sistema financiero que pocas veces ofrece préstamos para la vivienda y, lo más importante, una fuerte reducción en los ingresos que transformaron el ahorro en una posibilidad para pocos.
La referencia a “ahorrar en ladrillos” circuló en el Coloquio de IDEA que finalizó el viernes su difusor no fue un funcionario ni un empresario, sino el Papa Francisco. A través de una alocución grabada que hizo llegar al cónclave empresarial, explicó a los hombres y mujeres de negocios su postura en favor de la cultura del trabajo. Y trajo a la memoria el recuerdo de su propia familia.
“La inversión en ladrillos siempre fue la más sencilla, en tiempos que no había tantas alternativas. Era algo muy básico: ahorro y, con el tiempo, tal vez apoyado en un préstamo, puedo comprar un departamentito, alquilarlo y tener un dinero extra. Eso se perdió” (Rozados)
“Algunos me han hecho decir cosas que yo no sostengo. Que propongo una vida sin esfuerzo o que desprecio la cultura del trabajo. Imagínense si se puede decir eso de un descendiente de piamonteses que no vinieron a nuestro país con ganas de ser mantenidos sino con un enorme deseo de arremangarse para construir un futuro para su familia. Es curioso, no ponían la plata en el banco los inmigrantes, sino que lo hacían en ladrillos y terreno. La casa, primero; miraban hacia adelante, hacia la familia. Era una inversión de familia”, agregó en su discurso.
La decisión de ahorrar en ladrillos tiene como requisito previo la posibilidad material y financiera de hacerlo, más allá de la alusión a lo cultural que señalaba el Papa en aquella familia de inmigrantes. En ese plano, el consultor José Rozados, de Reporte Inmobiliario, apunta dos causas centrales para que aquel esfuerzo familiar mencionado por Francisco hoy se haya vuelto utópico: “La capacidad de ahorro destinada a comprar una vivienda hoy está muy limitada. Seguramente el Papa se refería a las épocas en que un pequeño comerciante e incluso un empleado, podía ahorrar para construir su propia casa e incluso, con el tiempo, acceder a una segunda vivienda, pensando en una renta. Hoy, eso quedó para un sector muy reducido de la población”.
“El segundo factor es la baja rentabilidad. La inversión en ladrillos siempre fue la más sencilla, en tiempos que no había tantas alternativas. Era algo muy básico: ahorro y, con el tiempo, tal vez apoyado en un préstamo, puedo comprar un departamentito, alquilarlo y tener un dinero extra. Eso se perdió. No solo la rentabilidad es baja sino que inmovilizar el capital en un inmueble cada vez tiene más riesgos”, agregó.
Entre esos riesgos, Rozados mencionó los que trajo la Ley de Alquileres aprobada el año pasado, que hizo caer la oferta de inmuebles. Los propietarios prefieren tenerlos vacíos o ponerlos en venta antes que tenerlos alquilados en condiciones desfavorables. Muchos de ellos, seguramente en algún momento de sus vidas habrán pensado que ahorrar en ladrillos fortalecería la economía familiar.
La ley de Alquileres “aumentó los riesgos” al fijar un plazo de contrato más largo y trajo un nuevo índice de actualización que “crea incertidumbre y que puede hacerle perder a un propietario en un año dos meses del valor de alquiler original”. En suma, un contexto de “altísima inflación, macroeconomía inestable y desconfianza desincentiva la intención de comprar una vivienda para alquilar”, apuntó Rozados.
Históricamente para comprar un departamento usado de 60 metros cuadrados hacían falta 100 salarios medios. Hoy hacen falta 280 de esos sueldos
Un índice habitual que se utiliza en el sector inmobiliario para determinar la facilidad para acceder a una vivienda es estimar cuántos salarios medios hacen falta para comprar un departamento usado de 60 metros cuadrados. Según el economista Fabián Achával, CEO de la inmobiliaria que lleva su nombre, históricamente ese indicador señalaba que para comprar ese inmueble hacían falta 100 salarios. Hoy hacen falta 280. En el último salto del dólar libre, llegaron a necesitarse 400 de esos sueldos para el sueño del techo propio.
Así como la capacidad de ahorro de los argentinos fue debilitándose con el paso del tiempo a lo largo de las crisis, la inestabilidad cambiaria es otro factor central. Al tratarse de una operación de largo plazo, cada disparada del dólar deja a muchos ahorristas con pocas chances. “El mercado inmobiliario se mueve con precios en dólares desde 1973 y las razones son claras. El dólar es de los pocos activos que consigue ganarle a la inflación. Por eso, cada crisis cambiaria que tiene la argentina vuelve más difícil ahorrar en ladrillos. Y el esfuerzo necesario para eso puede duplicarse en pocos años. Por la misma razón, tampoco hay crédito”, señaló Achával.
“El dólar es de los pocos activos que consigue ganarle a la inflación. Por eso, cada crisis cambiaria que tiene la Argentina vuelve más difícil ahorrar en ladrillos” (Achaval)
“En la Argentina, los ladrillos siempre tuvieron un doble rol: conseguir la vivienda propia y generar un canal de ahorro presente para el futuro”, agregó. A diferencia de otros países, para el argentino dejar la plata en el banco también se volvió una opción compleja por la necesidad de esquivar devaluaciones, cambios de moneda, confiscaciones de depósitos y otros vaivenes de la historia financiera argentina.
“No es verdad que los argentinos hayan dejado de ahorrar en ladrillos: las familias con algún excedente de ingresos compran dólares y, en la medida que es posible, esos dólares se transforman en un inmueble. El techo propio es el principal patrimonio de las familias argentinas”, dijo a Infobae Damián Tabakman, presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU).
Para el empresario, una de las claves que hace que ese acceso a la vivienda haya quedado limitado a una porción pequeña de la población es la falta de crédito hipotecario. “Un préstamo nunca es por el 100% de la casa, siempre es el 70 o el 80%. Sin el ahorro inicial, no es posible pedirlo. En la Argentian de hoy es necesario ahorrar el 100%”, agregó Tabakman.
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