El Gobierno envió al 57° Coloquio de IDEA a dos de sus espadas económicas para defender la gestión, plantear cierta idea de horizonte económico cercano, y cerró con un mensaje del presidente Alberto Fernández. Desde la derrota en las elecciones primarias, el oficialismo comenzó un juego de señales mixtas hacia el sector privado, que comenzó con guiños a los productores de carne, el acercamiento presidencial a un grupo de ejecutivos top en la Casa Rosada y que se matizó con el nuevo congelamiento de precios y el pulgar abajo a la idea de reforma laboral.
El termómetro empresarial que es el Coloquio de IDEA todos los años mostró, como resultado de las consultas entre CEO y gerentes y de compañías de distintos sectores, un diagnóstico variopinto de la actualidad económica pero que tiene algunos puntos de contacto en casi todos los testimonios que pudo recopilar Infobae a lo largo de los tres días del evento en Costa Salguero: la inflación, la resolución de las negociaciones con el FMI y la brecha cambiaria aparecen en el tope de la lista de preocupaciones en la macroeconomía.
La inflación, la resolución de las negociaciones con el FMI y la brecha cambiaria aparecen en el tope de la lista de preocupaciones en la macroeconomía para los empresarios
Y esto, además, en un contexto político que despierta algunos temores entre hombres y mujeres de negocios. La onda expansiva del estallido de la interna a cielo abierto del Frente de Todos luego del resultado negativo en las PASO puso de relieve un debate sobre la dirección de la política económica e incluyó, en los últimos días, un recambio en el gabinete económico y medidas que los empresarios no vieron venir, como lo fue el congelamiento total de precios hasta fin de año en los supermercados.
La problemática del empleo, o dicho de otra forma, la falta de capacidad de la economía de volver a crearlos, fue uno de los temas que atravesó todo el Coloquio de IDEA, que este año volvió a la presencialidad tras la edición virtual del año pasado, cuando la crisis sanitaria todavía no tenía en el horizonte la posibilidad de una vacunación a gran escala en el país.
Los empresarios y empresarias volvieron con cierta euforia a la dinámica de los encuentros presenciales -el primero de este tipo con algún tipo de masividad-, y todo lo que eso implica, empezando por el “pasilleo” donde se cocinan alianzas, se fijan posturas o se discuten negocios. El evento fue menos concurrido que en años anteriores, de hecho se realizó en un lugar más grande en relación con la cantidad de inscriptos para mantener cierta distancia social, y el clima fue mucho menos eufórico que, recordaba algún ejecutivo el miércoles cuando abrió el Coloquio, los primeros dos años del Gobierno de Mauricio Macri.
El círculo rojo tiene, en este contexto, poco para celebrar aunque algunos sectores en particular, como los que están ligados a la energía, a la actividad agropecuaria o la venta de bienes durables, que el marco de salida de la pandemia los encuentra en una posición mucho más cómoda que otros sectores más rezagados, como el consumo masivo o el turismo.
El clima fue mucho menos eufórico que, recordaba algún ejecutivo el miércoles cuando abrió el Coloquio, los primeros dos años del Gobierno de Mauricio Macri
Sin distinciones, todos esperan que un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional allane el camino a alguna idea de estabilidad cambiaria. El CEO de una tecnológica argentina lo ponía en estos términos este viernes: “Si tuviéramos un acuerdo con el FMI yo me puedo asegurar que voy a seguir teniendo las líneas de créditos para importar insumos. Sino, todo eso se pone en riesgo”, ejemplificó.
Los avances de las negociaciones con el staff del organismo formaron parte más del corrillo ejecutivo café en mano en algún descanso que del programa oficial de IDEA, mientras Martín Guzmán y su equipo estaban en Washington buscando algún avance que dé alguna señal hacia adelante. De lo que sí se habló con insistencia en esta edición del Coloquio, en un tema que cruzó distintos paneles, exposiciones de funcionarios y varias referencias por parte de Alberto Fernández fue el del empleo.
El primer día, en uno de las primeras actividades oficiales, el economista jefe de IDEA Santiago Bulat presentó en público una propuesta de la entidad empresaria para un marco laboral de emergencia. Según los cálculos de IDEA, en los últimos diez años cayó 5% la cantidad de empleados formales del sector privado, con un incremento en el mismo período del peso del empleo público en el paisaje laboral argentino. Según el informe, en el sector privado hay escaso empleo formal considerando que sólo 2 de cada 10 argentinos está en edad de trabajar.
“Este tipo de empleo potencia la productividad de la economía y la creación de la riqueza, impulsa la movilidad social y los derechos para el trabajador y genera tributos para financiar al Estado”, destacó el trabajo. En paralelo, añadió que la caída del empleo privado que se dio en los últimos 13 años aumentó el empleo público. En ese sentido, destacó que el 24% de trabajadores registrados, corresponde al empleo público, mientras que 1,8 millones de personas están desocupadas.
El círculo rojo tiene poco para celebrar aunque algunos sectores en particular, como los ligados a la energía, a la actividad agropecuaria o la venta de bienes durables, están en una posición mucho más cómoda que otros
“La inestabilidad de la economía es un factor determinante. La inflación, los vaivenes económicos y la incertidumbre por los continuos cambios de reglas tienen un resultado evidente. A la Argentina le faltan empresas y los niveles de inversión local y extranjera se encuentran en mínimos históricos”, se destacó.
“Nuestro país cuenta con 14 empresas por cada 1.000 habitantes mientras que en Brasil hay 25 y en Chile 58. En los últimos 10 años perdimos 50.000 empresas empleadoras. Además, una serie de factores adicionales desincentivan la creación de empleo. Una legislación laboral que no logra adaptarse a los tiempos que corren y que se ubica entre las más rígidas del mundo. Algunas de las normas vigentes tienen más de 45 años”.
Finalmente, resaltó Santiago Bulat que el costo que tanto una empresa como su empleador tienen que pagar al fisco es el más alto de la región. “De cada $100 que paga el empleador, solo $64 llegan al trabajador por aportes y contribuciones de ambas partes sin contar Ganancias y otros impuestos. Además, se ha creado una industria en torno a los juicios laborales que en los últimos 15 años se multiplicaron y ya superaron los 100.000 expedientes anuales”.
La propuesta de IDEA tiene tres puntos centrales, que fueron presentados por Bulat y que despertó elogios entre los ejecutivos. En primer lugar, propuso la creación de un régimen laboral de emergencia que impulse rápidamente la creación neta de puestos de trabajo e incentive la formalización a través de bonificaciones temporales en cargas patronales y un nuevo esquema con indemnizaciones más bajas para empresas pequeñas y medianas.
En segundo lugar, busca desincentivar “la industria del juicio”. En este punto, un funcionario del Gobierno nacional que prefería hablar fuera de micrófono coincidió. “Ese ese el gran problema de la regulación laboral argentina”, arriesgó. Otro punto que, con matices, también plantean desde el sector privado y el público es la “modernización de los convenios colectivos de trabajo”, aunque en los gremios plantean algunos reparos.
Según los cálculos de IDEA, en los últimos diez años cayó 5% la cantidad de empleados formales del sector privado y creció el peso del empleo público
La tercera propuesta de IDEA se centra en “la adaptación a las nuevas demandas del mercado de trabajo que faciliten la inserción laboral”. Para eso, propusieron una reformulación del monotributo y la creación de una nueva figura laboral, junto con la formalización de los trabajadores de la economía popular mediante el reconocimiento de sus actividades.
Actualmente se trata de un continente de casi 3 millones de personas, que en general no tributan bajo ningún esquema impositiva, son autónomos -la menor parte trabaja en cooperativas- y, sobre todo, se trata en su mayoría de jóvenes, según estimaciones del Ministerio de Desarrollo Social.
El empalme entre los planes sociales y el empleo formal ya es un tópico de la agenda oficial desde hace algunas semanas y Alberto Fernández se reservó un anuncio en ese sentido para el cierre del Coloquio, al asegurar que prepara un decreto que dará un marco general a ese puente entre la asistencia del Estado y la incorporación al mercado laboral privado.
El tema también formó parte nada menos que del mensaje grabado que dejó el jueves el Papa Francisco. Minutos antes, el ministro Matías Kulfas había concedido ante la platea ejecutiva que los planes sociales “son de transición, de emergencia, un país no crece con planes sociales sino con empleo de calidad”.
Alberto Fernández terminó por enterrar la idea de un cambio en el sistema de indemnizaciones. “He oído en los últimos tiempos muchos reclamos para ponerle fin a las indemnizaciones por despidos. Se repite la idea de generalizar esquemas indemnizatorios que sirven a sectores que tienen una alta tasa de rotación de empleo y también de informalidad”, analizó el mandatario. “Hasta aquí no hay ninguna evidencia que muestre el éxito de esas lógicas”, dijo.
Los empresarios que participaron del seminario destacaron que el empleo haya sido el tema central del Coloquio, aunque algunos también cuestionaron (por lo bajo) que el debate estuvo teñido de cruces en tono de campaña, como los que protagonizaron el viernes los candidatos a diputados nacionales por Buenos Aires. “Una discusión como esta se pierde si se hace en un año electoral”, se lamentó una CEO el viernes poco antes de que termine el encuentro empresario.
SEGUIR LEYENDO: