“4000 años de controles de precios y salarios” fue escrito en 1979 y es un increíble resumen del fracaso de todos los intentos por poner coto a valor de productos y servicios a lo largo de la historia de la humanidad. Su sutítulo es “Cómo no combatir la inflación” y Argentina, claro, está mencionada.
“De acuerdo con todas las encuestas realizadas, la mayoría de los norteamericanos consideran que la inflación es el problema más importante que enfrenta actualmente el país (1978). Asimismo, una gran mayoría sugirió el control de precios y salarios como el medio para controlar la inflación que recientemente superó el índice de dos dígitos. Muchos economistas creen que el programa de controles voluntarios del gobierno pronto se convertirá en obligatorio. La pregunta es, pues, ¿funcionará el método de control obligatorio?”, se pregunta desde el inicio este libro (en Argentina editado en su primera edición por Atlántida) escrito por Robert Schuettinger, quien era director de estudio de The Heritage Fundation, y Eamonn Butler, doctor en Economía de la Universidad St. Andrews de Escocia.
Argentina, que tiene a larga lista de intentos fallidos, está nuevamente frente a un congelamiento de más de 1.200 precios anunciado ayer por el nuevo secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti. Desde ese organismo surgió en 1987 un aviso televisivo que comunicaba los precios vigentes en ese momento y que se viralizó en la redes en las últimas horas.
“Los intentos para implementar una política de control de precios y salarios, se registran en casi toda la historia. Como bien detallan Robert Schuettinger y Eamonn Butler en esta interesante obra, el control de precios y salarios se registró desde los tiempos de Hammurabi y el Antiguo Egipto, hace 4.000 años hasta hoy día en que leemos en los periódicos matutinos noticias sobre el control de los alquileres en Nueva York, Boston y otras ciudades de los Estados Unidos, el programa de control “voluntario” propuesto por la Administración Carter y el control oficial de precios y salarios en Noruega, Dinamarca e Irán, entre otras naciones”, comienza el prólogo de la edición local.
A continuación, fragmentos de 10 momentos históricos de controles de precios y por qué no funcionaron.
1 - El Antiguo Egipto
Durante siglos el gobierno egipcio trató de mantener el control de la cosecha de granos, sabiendo que el control de la comida es el control de la vida. Utilizando el pretexto de prevenir el hambre, el gobierno gradualmente reguló más y más los graneros; la regulación llevó a la dirección y finalmente a la apropiación: la tierra se convirtió en propiedad del monarca y era rentada por él a los agricultores.
Bajo la dinastía Lagid (fundada por Tolomeo I Soter en el año 306 A.C.) “había una real omnipresencia del estado... El Estado... intervenía empleando ampliamente todas sus prerrogativas legales... todos los precios se fijaban por mandato a todos los niveles”. De acuerdo con el historiador francés, Jean-Philippe Levy, “el control tomó proporciones amenazantes. Había un ejército completo de inspectores. No había más que inventarios, censos de hombres y animales... estimaciones de cosechas futuras... En los pueblos, cuando los agricultores que estaban disgustados con todo esto huían, los que quedaban eran responsables por la producción de los ausentes... (uno de los primeros efectos de controles de precios rígidos en productos agrícolas es el abandono de las granjas y la consecuente caída en la provisión de alimentos). La presión (de los inspectores) se extendía, en caso de necesidad, a la crueldad y la tortura”. Los trabajadores egipcios sufrieron mucho durante este período de los abusos de la intervención estatal en la economía, especialmente con la “ley de bronce”, una teoría económica que sostenía que los salarios nunca podían subir por sobre las mí- 4000 años de control de precios 25 nimas necesidades para mantener a los trabajadores vivos. Los controles de salarios establecidos por el gobierno reflejaban esta doctrina económica prevaleciente.
“Luego de un período brillante”, concluye Levy, “la economía egipcia sufrió un colapso a fines del tercer siglo AC, como también su estabilidad política. La crisis financiera fue ya permanente. La moneda se devaluó. El comercio de Alejandría declinó. Los trabajadores, disgustados con las condiciones que le habían sido impuestas, abandonaban sus tierras y desaparecían hacia el interior del país”.
2 - China Antigua
Al otro lado del mundo, los gobernantes de la antigua China compartían la misma filosofía paternalista que se encontrara entre los egipcios y babilonios y que sería luego compartida por los griegos y los romanos. En su estudio The Economic Principies of Confucius and His School, el erudito chino Dr. Huan-Chang Cheng, afirma que las doctrinas económicas de Confucio sostenían que “la interferencia del gobierno es necesaria para que la vida económica y la competencia sean reducidas al mínimo”.
The Official System of Chou, por ejemplo, era un manual de regulaciones gubernamentales para uso de los mandarines de la dinastía Chou bajo la cual vivió Confucio (nacido en el año 552 AC). Según el Dr. Chen, existían reglamentaciones detalladas de la vida comercial y los precios eran “controlados por el gobierno”. Existía una enorme burocracia encargada de esta tarea; el Dr. Chen relata que había un jefe de comerciantes para cada veinte comercios y su deber era establecer el precio de cada ítem vendido de acuerdo al costo. “Cuando sobreviene cualquier calamidad natural”, escribe, “los comerciantes no están autorizados a elevar su precio; por ejemplo, durante una hambruna el grano debe venderse al precio natural (esto es, al precio que el gobierno considera “natural”) y durante una gran epidemia los ataúdes deben venderse en la misma forma”.
Sin embargo, los resultados no fueron muy favorables. “Según la historia”, afirma el Dr. Chen, “cada vez que el gobierno tomaba cualquier medida minuciosa, fracasaba, con pocas excepciones... desde la dinastía Chin (221-206 AC), el gobierno de la China moderna no ha controlado la vida económica del pueblo como lo hacía el gobierno de la antigua China”. Aparentemente, los mandarines chinos aprendieron de la experiencia. Sin embargo, aún en el período clásico de la historia china existía un cierto número de economistas perceptivos que vieron la futilidad de la regulación gubernamental de los precios, como medio de controlar la inflación. Más aún, culparon directamente al mismo gobierno de los precios elevados. Por ejemplo, el economista Yeh Shih (1150-1223) anticipó por varios siglos el principio conocido como la ley de Gresham en Occidente. “Los hombres que no investigan la causa fundamental”, escribió, “simplemente piensan que debe utilizarse papel cuando la moneda es escasa. Pero en cuanto se lo emplea, la moneda es más escasa aún. Por lo tanto, no es sólo que la suficiencia de productos no puede verse, sino también que la superficie de moneda no puede verse”.
3 - Imperio Romano: el edicto de Diocleciano
El más famoso y el más extensivo intento de controlar precios y salarios ocurrió durante el reinado del Emperador Diocleciano quien, lamentablemente para sus súbditos, no fue el más atento estudioso de la historia económica griega. Dado que tanto las causas de la inflación que Diocleciano intentó controlar y los efectos de sus esfuerzos están bastante bien documentados, es un episodio que vale la pena considerar en detalle.
Poco después de su asunción al trono en el año 284, “los precios de las mercancías de todo tipo y los salarios de los trabajadores alcanzaron niveles sin precedentes”. Los registros históricos para determinar las causas de esta notable inflación son limitados. Una de las pocas fuentes contemporáneas sobrevivientes, el séptimo capítulo de De Moribus Persecutotum, echó casi toda la culpa directamente a los pies de Diocleciano. Sin embargo, ya que se conoce que el autor era un cristiano y que Diocleciano, entre otras cosas, perseguía a los cristianos, debemos tomar a este informe cum grano salis. En este ataque al Emperador nos dicen que la mayoría de los problemas económicos se debieron al vasto incremento que Diocleciano dispuso de las fuerzas armadas (hubo varias invasiones de tribus bárbaras durante este período), a su enorme programa de construcciones (reconstruyó gran parte de Nicomedia, que eligiera como su capital, en Asia Menor), a su consiguiente elevación de los impuestos y al empleo de más y más funcionarios gubernamentales y, finalmente, a su uso de mano de obra forzada para cumplir gran parte de su programa de obras públicas.
Diocleciano en su Edicto atribuyó la inflación enteramente a la “avaricia” de mercaderes y especuladores.
Diocleciano no era un hombre estúpido (de hecho, por lo que se sabe parece haber sido más inteligente que la mayoría de los emperadores); sabía por lo tanto que uno de los primeros resultados de su edicto sería una mayor retención de mercadería. Esto es, si los agricultores, comerciantes y artesanos no podían esperar recibir lo que consideraban era el precio adecuado de sus bienes no los llevarían al mercado en absoluto, sino que esperarían un cambio de la ley (o de la dinastía). Por lo tanto, dispuso que “de esa culpa tampoco será considerado libre aquel que, teniendo los bienes necesarios para alimento y uso, haya pensado después de esta disposición que deban ser retirados del mercado; ya que la penalidad (la muerte) debería ser más grave para aquél que causa necesidad que para el que hace uso de ella contrariamente a los estatutos”.
Existía otra cláusula prescribiendo la pena usual para cualquiera que comprara un producto a un precio superior a los autorizados por la ley.
Los resultados no fueron sorprendentes y, de acuerdo con el texto del Edicto, como hemos visto, tampoco inesperados por el propio Emperador. De acuerdo con un relato contemporáneo:
... entonces se puso a regular los precios de todas las cosas vendibles. Hubo mucha sangre derramada sobre cuentas triviales e insignificantes; y la gente no llevó más provisiones al mercado, ya que no podían obtener un precio razonable por ellas y eso incrementaba la escasez tanto, que luego de que varios hubieran muerto por ella, fue dejada de lado...
No se sabe exactamente cuánto tiempo permaneció vigente el Edicto; se sabe, sin embargo, que Diocleciano, citando las presiones y las cargas de gobierno que le perjudicaban la salud, abdicó cuatro años después que el estatuto sobre salarios y precios fuera promulgado. Ciertamente se convirtió en letra muerta con la abdicación de su autor.
Menos de cuatro años después de la reforma monetaria asociada con el Edicto, el precio del oro en términos denarios había crecido 250 por ciento. Diocleciano había fracasado en su intento de engañar al pueblo y en suprimir la habilidad de éste para comprar y vender como les pareciera conveniente. El fracaso del Edicto y de la “reforma” monetaria llevaron a un retorno de la irresponsabilidad fiscal tradicional y para el año 305 el proceso de degradación de la moneda había comenzado de nuevo.
4 - La Revolución Francesa
Durante los veinte meses comprendidos entre mayo de 1793 y diciembre de 1794, el gobierno revolucionario de la nueva República Francesa probó casi todos los experimentos de control de precios y salarios que se hubieran intentado antes.
La primera de estas leyes dirigida a mantener los precios bajos, fue aprobada por el Comité de Seguridad Pública el 3 de mayo de 1793, junto con un impuesto progresivo a los ricos y una ley de préstamos forzosos.3 La primera Ley de Máxima, como fue denominada, establecía que el precio de los granos y la harina en cada distrito de Francia debía ser el promedio de los precios de mercados locales vigentes entre enero y mayo de 1793. Además, los agricultores debían aceptar en pago los assignats de papel a su valor nominal, tal como si fuera moneda acuñada.
Naturalmente, muchos agricultores no llevaron su producción al mercado ya que no podían pedir un precio adecuado por su producto en momentos de creciente inflación. Varios levantamientos populares ocurrieron en distintos departamentos y para agosto de ese año, la ley de mayo era generalmente considerada como letra muerta.
Los intentos de la República Francesa de controlar los precios de los alimentos estaban claramente destinados al fracaso: muchas áreas de Francia no esperaron que el gobierno nacional actuara sino que derogaron la odiada ley por voto popular. Finalmente, en diciembre de 1794, los extremistas en la Convención fueron derrotados y la ley de control de precios fue oficialmente derogada. Cuando Robespierre y sus colegas eran llevados por las calles de París en su camino a ser ejecutados, las turbas se mofaban en su último insulto: “¡Ahí va el sucio Máximo!”.
5 - Alemania en la Primera Guerra Mundial
Un especialista en la materia expresó: “El experimento de mayor profundidad y alcance que se realizara en Europa para implementar la política de precios fijos fue el del gobierno alemán posterior al estallido de la guerra en agosto de 1914″. Una vez debatidas todas las medidas adoptadas para abaratar los precios, el especialista concluye que el gobierno Imperial simplemente no pudo impedir el alza en los costos de los alimentos.
Por su parte, un economista británico que escribía en el año 1916, llegó a la conclusión de que “la experiencia alemana en el control de los precios de los productos alimenticios por el Estado, demuestra que los precios máximos no necesariamente deben fracasar inevitablemente en todas las circunstancias. De lo único que podemos estar seguros, es que en este caso excepcional, Alemania, el Estado organizado par excellence, no pudo sacar ventajas de la aplicación de los precios máximos en beneficio de la nación.
No se puede ignorar el registro histórico de los intentos de control de la economía de los países industrializados que participaron en la Primera Guerra Mundial, ya sean democracias o dictaduras, aliados o Poderes Centrales.
Según la opinión de un economista canadiense, estudioso del sistema de fijación de precios en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Estados Unidos y Australia, durante este período, “la medida no alcanza a cumplir con los objetivos deseados y genera una multitud de inconvenientes imprevistos que, con frecuencia, son más perjudiciales que los males originales”
6 - Brasil
Brasil intentó fijar los precios del café entre los años 1924 y 1931. La medida fue definida como un fracaso rotundo desde su implementación, y ese fracaso precipitó un cambio de gobierno en el país.
Muchos fueron los mecanismos utilizados: el control de las exportaciones, la regulación de los embarques, las compras en el mercado abierto y préstamos a los cosecheros quienes depositarían las cosechas en los depósitos oficiales reglamentarios. El gobierno buscaba la estabilidad de los precios mediante la reglamentación del abastecimiento. Pero el resultado no fue el deseado. Los depósitos del Gobierno almacenaban cada vez más granos de café, mientras los precios no se estabilizaban. Como consecuencia de la acumulación de existencias tan grandes de café, Brasil se vio forzado a negociar préstamos internacionales —que ascendieron a 50 millones de dólares en 1926, otros 25 millones en 1929 y finalmente 100 millones de la misma moneda en 1930. De todos modos, estos préstamos no resultaron suficientes para solucionar el problema del almacenamiento de café, cuyos stocks continuaban creciendo.
En 1931 el sistema de control cedió totalmente, y en temporadas siguientes fue necesario destruir grandes cantidades de café.
También los efectos del control de precios contribuyeron a debilitar al gobierno brasileño. El precio relativamente alto del café brasileño alentaba a los países compradores a recurrir a otros proveedores; así, al disminuir la demanda, el gobierno tuvo que continuar almacenando café para mantener el nivel del precio
7 - La Alemania nazi
Cuando Hitler implanta el congelamiento de precios en 1936, incluye una constelación variada de artículos en un programa histórico único y arbitrario. Mientras los elementos que determinan los parámetros económicos (gustos, condiciones climáticas, la época en que se vivía, el estado de guerra y los precios del mercado internacional, entre otros) variaban continuamente, la economía alemana permanecía en suspenso. No se daba lugar a que los precios comenzaran a jugar su rol mostrando las diferencias entre la oferta y la demanda, situación que podría ser solucionada con un cambio de política por parte del empresariado para hacer frente a los imprevistos.
El Partido Nazi había prohibido explícitamente la reducción de calidad, considerada como una forma de evadir el decreto original de congelamiento de precios. El hecho de que el gobierno considerara que la reducción de calidad constituía una violación del decreto y la sancionara con severas penas es, sin duda, evidencia de la impotencia del gobierno para imponer las medidas.
Existe una variada documentación que prueba la aparición de mercados negros en la Alemania nazi. Los mismos consistían fundamentalmente en transacciones con productos manufacturados cuyos precios variaban de acuerdo con la zona. La presencia de los mercados negros también prueba que el hombre nunca puede suprimir totalmente el mercado mediante su planificación; solamente puede decretar su ilegalidad. En la Alemania nazi, como en cualquier otro sitio, el mercado negro jugó un papel fundamental en la absorción del excedente de dinero en circulación. En tiempos de guerra, los precios eran tan altos y el abastecimiento de mercaderías tan escaso que unas pocas transacciones absorbían una porción considerable de los ingresos.
Otro método utilizado para evadir el control, que como era de esperarse también existió en la Alemania nazi, fue el trueque.
8 - La URSS
El sitial en que la historia colocó a Stalin como uno de los líderes más despiadados de todos los tiempos se debió, en parte, a las medidas que él tomara a fin de regular la economía. Dado que la economía de la Unión Soviética se planifica en su totalidad, los objetivos políticos no pueden ser otros que los establecidos por los planificadores, ya que en última instancia el poder el Estado es siempre suficiente y posee los medios para transgredir cualquier derecho individual y para infligir la coerción necesaria sobre los ciudadanos, con el propósito de asegurar el cumplimiento del plan central. Si se considera que en la planificación soviética existen diez millones de precios distintos, resulta posible tener una idea de la naturaleza de la tarea de regulación en la economía soviética.
En una edición de Inflation, Michael Jefferson observa que el costo de vida del trabajador urbano-industrial soviético parece haber aumentado un 65 por ciento entre 1927 y 1937, en tanto sus ingresos reales bajaron un 50 por ciento. Tales incrementos en los precios tuvieron lugar a pesar de las caídas de precios prometidas en varios y sucesivos Planes Quinquenales; aparentemente fueron el resultado de un gran incremento en los créditos a corto plazo y al dinero otorgados por el Banco Estatal en la década del treinta. En el período comprendido entre 1929-1941 el circulante se incrementó casi ocho veces.
9 - EEUU en la Segunda Guerra
A partir del momento en que los Estados Unidos comenzaran a prepararse para la II Guerra Mundial, el Gobierno de Roosevelt se demoró casi dos años en imponer los controles de precios y salarios. Un ejemplo dado por Alemania e Italia bien pudo haber estimulado esta renuencia; las restricciones a la libertad individual no eran del todo bienvenidas en medio de una guerra resuelta a defender la libertad. Desde enero de 1941 hasta octubre de 1942, el gobierno intentó contener los inevitables aumentos originados tanto en los precios como en los salarios por medio de controles voluntarios y persuasión moral.
Al examinar los resultados de los controles impuestos durante el curso de la guerra, Milton Friedman destacó este fenómeno al señalar que, en realidad, los cambios en los precios y salarios, verificados individualmente, no pudieron evitarse:
En su mayor parte, las modificaciones en los precios se disimulan simplemente a través de cambios en los descuentos, servicios y calidad, y las modificaciones en los jornales se observan en las horas extras de trabajo, gratificaciones y otros cambios. Ni siquiera 60.000 burócratas que contaban con el respaldo de 300.000 voluntarios, además del alto grado de patriotismo durante la Segunda Guerra Mundial, fueron capaces de superar el ingenio de millones de personas que encontraron mecanismos para evitar los controles de precios y salarios que se oponían a su sentido personal de la justicia.
Pero a medida que ceden los controles y la demanda por la calidad tradicional se reafirma, los precios inevitablemente suben una vez más. Finalizada la guerra, la inflación contenida se desbordó y los controles se quebraron por completo. Desde agosto de 1945 hasta noviembre de 1946, los precios mayoristas subieron más del 32 por ciento y los precios al consumidor casi un 18.6 por ciento.
10 - Argentina con Perón
Tal vez la tasa inflacionaria más resonante en esa parte del mundo corresponda a Argentina, a pesar de las tentativas para fijar los precios llevadas a cabo por Juan Perón, cuando éste estuvo al frente del gobierno. Pero los controles por él implementados, vigentes (con algunos intervalos) desde 1946 hasta 1955, no suavizaron dicha tendencia. Refiriéndose a las medidas destinadas a lograr la Estabilización Económica en los Estados Unidos, el Congresal Philip Crane expresó lo siguiente ante la Cámara de Diputados:
En junio de 1947, el gobierno (argentino) instrumentó un programa para fijar los precios minoristas y se incautó los artículos de vestimenta y calzado de las fábricas, a los efectos de distribuirlos a dichos precios. Los que violaban estos precios fueron arrestados. Posteriormente, en un intento para controlar los precios durante el período 1948- 49 el gobierno comenzó a subsidiar los productos alimenticios. Compró trigo al sector agrícola para venderlo al industrial molinero, con la intención de controlar el precio del pan. Se adoptó idéntica política para el abastecimiento de carne, aceites comestibles y leche. Los controles no dieron resultado, y en 1949 todos los servicios públicos, incluyendo los ferrocarriles, incrementaron sus precios. También aumentó el costo de otros productos: la nafta subió de 35 a 60 centavos por litro; el pan de 50 a 80 centavos; la carne de 1,80 pesos a 2,50 pesos; y los precios para los artículos de vestimenta también aumentaron.
A fines de la década del cuarenta, Perón prestó su consentimiento al otorgamiento de aumentos salariales, aunque tratando de mantenerlos en los niveles más bajos posibles. Un ejemplo de la ineficacia de esta política fue el otorgamiento del 60 por ciento de aumento salarial a los trabajadores de la importante industria azucarera. El sector militar también recibió incrementos significativos, y ello motivó que se desatara una nueva ronda de demandas salariales. A pesar del control que ejerciera sobre la Confederación General del Trabajo, Perón no pudo seguir manteniendo niveles salariales bajos; al exigir en 1954 que los incrementos salariales debían ajustarse a objetivos muy bajos, precipitó el repentino desencadenamiento de huelgas no aprobadas por los sindicatos, que se declararon en muchas industrias. Y debido a sus fracasos, Perón perdió el apoyo en su país, debiendo dimitir de su cargo el 19 de septiembre de 1955, como consecuencia de la presión militar.
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