Si el banquero Harry Bowly “H. B.” Hollins se enterara que el viernes próximo un grupo de 12 de sus “colegas” estará en el edificio que se construyó para él a principios del siglo XX y que ahora es la sede del consulado argentino en Nueva York, seguramente esbozaría una sonrisa desde el más allá.
Hollins, quien nació en 1854 y murió en 1938, fundó en 1878 el banco que llevaba su nombre y 22 años después hizo construir ese inmueble de cinco pisos de la calle 56, que queda a media cuadra de la refinada Quinta Avenida. El barrio, obviamente, no es el mismo, pero el estilo del edificio mantiene su elegancia, como lo podrán apreciar los ejecutivos que asistan al cónclave oficial.
Allí, el jefe de gabinete, Juan Manzur, recibirá el viernes a la mañana -acompañado por el ministro de Economía, Martín Guzmán- a una docena de ejecutivos del sistema financiero de fondos de inversión y bancos, que asistirán con muy pocas expectativas y que aceptaron la invitación para conocer al nuevo hombre fuerte de un gobierno que ven débil.
Entre otros, estarán representantes del principal fondo de inversión del mundo, BlackRock, junto con sus pares de Morgan Stanley Asset Management, Invesco PowerShares, Schroder, GoldenTree, M2M, Gramercy, Redwood (el único dedicado a apuestas de mucho riesgo en la lista), AdCap Securities, PointState Argentum y JP Morgan Asset Management. Por ahora, en la lista no aparecieron otros grandes de real money como Pimco y Templeton (que podrían tener una reunión por separado). ni fondos de cobertura como Bluecrest o Autonomy Capital, que “cuando ven una oportunidad fuerte, se meten con todo, porque no tienen límites en sus estatutos”, comentó una fuente de un banco de inversión; seguramente se sumará alguno de ellos.
La mayoría cree que, por los fuertes vencimientos de 2022, el Gobierno llegará a un acuerdo rápido con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero opinan que será “light”, sin compromisos fuertes que puedan mejorar la visión del mercado sobre la Argentina.
Cada uno llegará allí con su particular historia: BlackRock, del influyente Larry Fink, fue clave para las negociaciones de la reestructuración de la deuda argentina en 2020 que, aunque culminaron exitosamente con una aceptación del 99%, no lograron que el riesgo país bajara, porque los nuevos bonos no pagan cupones en los primeros años y porque los inversores se desencantaron rápidamente con la falta de políticas para estabilizar la economía.
Fink se involucró personalmente en la negociación con el Gobierno, no por la suma de dinero involucrada para BlackRock, sino por su personalidad; sin embargo, no estará el viernes, sino que enviará a uno de sus ejecutivos, de nacionalidad argentina.
GoldenTree, presidido por Steve Tananbaum, fue fundamental, aunque duro, para que el default de la provincia de Buenos Aires quedara atrás AdCap tiene como fundador al hombre con varias décadas de trayectoria en el mercado intercional, Javier Timerman. Otros tres ejecutivos argentinos se sumarían al ágape: Martín Marrón de JP Morgan, Diego Ferro de M2M Capital y Darío Lizzano de PointState.
Aunque todavía no está la lista definitiva de los asistentes, fuentes del sistema financiero consultadas por Infobae se lamentaron porque el Ministerio de Economía “no puso mucho empeño” en las invitaciones, lo que podría llevar a que “no asistan muchas figuras de primer nivel”, que habitualmente se reservan para reuniones “uno a uno”.
“Se conjugan dos problemas: la Secretaría de Finanzas no habla con los inversores; cuesta hasta retener los nombres de los funcionarios; y, además, pareciera ser que quieren armar las reuniones, pero no con demasiada gente, porque no saben cómo responder a las preguntas que les van a hacer; si no van muchas figuras relevantes, se van a escudar en los protocolos por no haberlos recibido, pero en Estados Unidos ya nadie los cumple”, confesó, con pesar, un banquero de muy buena relación con el equipo económico.
“¡Aun en la época en que Cristina era presidente nos llamaban desde Finanzas, en las gestiones de (Hernán) Lorenzino y (Axel) Kicillof!”, se quejó.
“Manzur puede ser una buena historia para el mercado argentino; afuera no lo conocen, aunque siempre es mejor que vaya alguien del sector político que solamente un ministro que no se sabe cuánto más puede estar en su cargo”, agregó el ejecutivo, que habló en forma anónima por entendibles razones.
Uno de sus pares agregó -mientras miraba la evolución de los activos de Brasil, Chile y México, que sí generan interés en el mercado- que “está muy bien que vaya el jefe de gabinete porque la incertidumbre sobre la Argentina es de raíz política, pero tampoco nadie sabe si él seguirá después de las elecciones de noviembre. Con esta neblina es difícil que la demanda aumente. Ya pasaron casi dos años desde el cambio de gobierno y todavía no sabemos cuál es el plan económico”.
“Los que ya tienen bonos argentinos en dólares, están esperando a que haya mejores precios para salir y los que no compraron, prefieren esperar a que se acerquen más las elecciones del 2023, porque creen que, antes de mejorar, la situación va a empeorar”, indicó, tajante, el banquero.
Además, indicó que “primero el Gobierno quiso dar una señal política positiva con la designación de Manzur, pero después pusieron a controlar la cuestión de la inflación a una persona (por Roberto Feletti) que viene del kirchnerismo más duro y que seguramente provocará que los empresarios la extrañen a Paula Español”.
“Es lo mismo que ocurre en el sistema financiero: nadie está del todo conforme con Miguel Pesce en el Banco Central, pero todos prefieren que se quede, porque se sabe que el cambio puede ser para peor”, se lamentó la fuente.
Todo esto lleva a que, mientras el Gobierno repite que ha ganado “volumen político”, el mercado aparece cada vez con menos “volumen financiero” respecto de la Argentina y eso se refleja en la atención que se le presta al país desde Wall Street; es decir, hay cada vez menos gente y de menos seniority en Wall Street interesada en los activos locales.
“No puede haber interés; van a ir de compromiso, pero todo el mundo ya ve a este gobierno como un ‘pato rango’ y espera a ver si en 2023, con la crisis más expuesta, hay más posibilidades de cambios que en 2015, cuando la sociedad no percibía los desequilibrios de la macro”, indicó otra fuente.
“Lo único que puede cambiar este panorama es que, después de las elecciones de noviembre, haya un cambio de fondo, estructural, por parte del Gobierno: que se pongan de acuerdo Cristina, Massa y Alberto sobre 10 temas clave y lo pongan en un papel. Y que eso derive en designar un ministro market-friendly, como podría ser Martin Redrado, pero hoy todo eso parece un escenario de ciencia ficción”, admitió esta fuente, más preocupada por saber si el viernes, en el consulado, le servirán medialunas con sabor porteño ya que, en el fondo, desde afuera siempre se extrañan las mismas cosas, las buenas y las malas.
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