Después de las llamas: las consecuencias productivas de los incendios de la primavera 2020

Hace un año el fuego asoló a 14 provincias, cómo es el presente según los testimonios de cuatro productores rurales afectados. El alcance de la efectiva asistencia monetaria de los gobiernos nacional y provincial

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Un bombero lucha contra las
Un bombero lucha contra las llamas, en los incendios en Córdoba (Télam)

Voraces incendios forestales asolan desde hace una semana la provincia de Córdoba, donde ya consumieron la vida de 3 personas y más de 50.000 hectáreas de monte.

Aunque grave y reiterado, por ahora el alcance del fuego es menor del que fue la primavera pasada, cuando sólo en Córdoba quemó unas 350.000 hectáreas y, en medio de la sequía, afectó 14 provincias en todo el país.

“Lo del año pasado repercutió mucho en la productividad; este año empezó a llover en septiembre y fue un alivio importante”, cuenta Roberto Consolani, productor ganadero formoseño, secretario de la Sociedad Rural de la provincia, vocal de Confederaciones Rurales Argentinas y miembro de Chafor, el brazo de CRA en Chaco y Formosa.

“En mi campo cayeron 70 mm y en otras explotaciones llegaron a caer 90 mm. Ni comparación con lo que fue el año pasado”, dijo Consolani a Infobae. Pero los incendios, remarcó, repercutieron en una caída del stock ganadero provincial que cuantifican las estadísticas ganaderas del Senasa: de 1.850.000 a 1.550.000 cabezas, una pérdida de 300.000 animales según los registros de primera vacunación, en marzo pasado, cuando se vacuna a todo el rodeo (la segunda, en octubre, para terneros menores de 2 años, excluye a vacas y toros).

En Formosa, los incendios repercutieron en una caída de 300.000 cabezas del stock ganadero provincial, según los datos de vacunación del Senasa

“Eso muestra lo que significaron la sequía y los incendios en nuestra provincia para la producción pecuaria: menos terneros, menos vacas preñadas y por lo tanto van a ser menores los nacimientos”, explica Consolani, que participó del Comité de Emergencia Provincial que hizo la evaluación de daños por la que Nación finalmente decretó a la provincia en emergencia agropecuaria (se declara cuando el daño supera el 50%, si supera el 70%, corresponde “zona de desastre”).

En julio la provincia del año pasado había recibido $40 millones de Nación por la sequía, y en diciembre fueron otros $40 millones por los incendios y la emergencia, pero Consolani no conoce ningún productor que haya recibido esa ayuda ni el gobierno provincial informa al respecto, dijo a Infobae.

Imagen de los incendios de
Imagen de los incendios de este año en Córdoba. Hace un año el alcance del fuego fue mucho mayor

Sin rendición de cuentas

“Lo correcto, cuando se recibe el dinero de Nación por la emergencia sería reunir el Comité y decidir qué hacer con los fondos: si obras para beneficio de todos, o reparto entre productores más necesitados, porque no todos están en las mismas condiciones, y tal vez hay que privilegiar a pequeños y medianos. Ver por ejemplo si se contrata una empresa para hacer perforaciones en todos los campos o se compran molinos australianos. En definitiva, son fondos de Nación, de todos, deberíamos ser celosos de su cuidado y destino. Al no hacerse eso, no sabemos qué se hizo con ese dinero y no podemos dar explicaciones”, dijo Consolani.

Y resaltó: “Así como nos llaman para cifrar daños y pedir la emergencia, deberíamos estar también cuando se recibe y decide el destino del dinero. Yo no recibí nada y los productores que conozco tampoco. Y todos estuvimos con problemas de mortandad de animales, falta de agua, pérdida de capital e instalaciones”.

En su campo, Consolani tuvo que liquidar vientres, porque la hacienda estaba en muy malas condiciones. “Tratamos de conseguir suplementación para los animales, semilla de algodón, lo que sea, pero no alcanza. Muchos vientres no parieron, murieron muchas madres y muchos terneros. Se hizo lo que se pudo, hubo que hacer venta forzosa, en condiciones no buenas de kilaje. Cada uno hizo lo que pudo. A veces es preferible vender y esperar que las condiciones mejoren. Los campos no se recuperan de un año para otro: con el sobrepastoreo desaparecen las especies buenas, quedan la maleza y animales flacos, hay que volver a implantar pastura; realambrar, reponer corrales e instalaciones de madera, estirar el bolsillo.

“A veces es preferible vender y esperar que las condiciones mejoren. Los campos no se recuperan de un año para otro: con el sobrepastoreo desaparecen las especies buenas, quedan la maleza y animales flacos” (Consolani)

Tuvimos que postergar inversiones genéticas; normalmente empezamos el año comprando buenos vientres y toros, pero son precios importantes y nos quedamos sin caja para hacerlo. La dedicamos a mejorando aguadas, hacer una perforación, poner un molino más”, explica Consolani. Todo, dice, para producir más carne. Y se saca el entripado de algunos comentarios del Gobierno. “El mejor Plan Ganadero es que nos saquen de encima la enorme presión impositiva, el productor a pesar de todo avanza”, insiste el productor afectado.

Una imagen después de las
Una imagen después de las llamas en el Establacimiento Apícola Ambulo Naguán, en Córdoba, en la primavera 2020

Miel quemada

En una localidad del Valle de Traslasierra, en Córdoba, Gustavo Cuello perdió gran parte de las instalaciones de Establecimiento Apícola Ambulo Naguán, nombre de un viejo cacique de los comechingones, donde tenía 500 colmenas que trabaja en trashumancia entre Ambul, su pueblo, y Guanaco Muerto, donde de octubre a diciembre lleva las abejas para que busquen floraciones de montes nativos: algarrobo, mistol y, al final, multiflora (atamisqui, garabato, entre otras especies), pues sus clientes priorizan la miel de sembradíos lejanos a las fumigaciones o cultivos genéticamente modificados. Y en diciembre, vuelta a los faldeos de Ambul y algo en Pampa del Pocho, por las alfalfas: con sus 500 colmenas Cuello llegó a producir 15.000 kilos de “Miel Ambul” , la marca que envasa y vende mayormente en el mismo Valle, aunque también envía producción a Buenos Aires.

“Hoy estamos haciendo cosas con las abejas que no pudimos hacer la primavera pasada” (Cuello)

“Hubo que empezar de nuevo”, dice Cuello a Infobae, y recuerda que uno de los encuentros con viejos compañeros de secundaria, que terminó en los 80s, una vieja amiga le dijo, por el incendio, “es como si a mí se me hubieran perdido todos los años de aporte jubilatorio”.

Pero las llamas no consumieron el compromiso productivo de Cuello. “Hoy estamos haciendo cosas con las abejas que no pudimos hacer la primavera pasada: cambiando reinas, para mejorar la genética, cambiando colmenas que no dan miel porque no pudimos mantenerlas la primavera pasada”, explica.

Gustavo Cuello, el productor apícola
Gustavo Cuello, el productor apícola de Ambul, haciendo trashumancia con sus abejas, en busca de las mejores floraciones

El espíritu de la colmena

El fuego de hace un año quemó instalaciones donde se hacía la extracción de miel. “Es algo difícil de recuperar, se necesita mucha inversión: los extractores de miel, las bombas de acero, son caras, no creo que vuelva a tener las instalaciones que tenía. Unos amigos me alquilaron sala de extracción a costo bajo, el material apícola no es barato. Yo me dediqué a salvar las abejas. Ahora, con menos capital, lo que estamos haciendo es criar reinas: más dedicación, pero menos capital, porque mucha gente compra reinas para hacer colmenas de buena calidad”, cuenta Cuello.

Lo que Cuello más lamenta de aquel fuego fue la pérdida del apiario de madres, donde tenía 16 colmenas de buen pedigrée. Las había traído a casa, porque estaban en un apiario y tenía miedo que se quemen por la seca. “El apiario no se quemó, pero se me quemó la casa. Teníamos 375 cajones sin abejas, ya preparados”, recuerda. “Costó mucho, todavía estamos trabajando en recuperar el galpón, que tuvo daño estructural, nos dijeron uno ingenieros”.

Como consecuencia del incendio, Gustavo
Como consecuencia del incendio, Gustavo Cuello decidió dedicarse más a la genética apícola e inicar un proyecto de crianza de reinas

El gobierno provincial valuó las pérdidas en $7,5 millones y le dio un subsidio de $ 430.000, para la compra de material. Antes, Cuello no recibía crédito, porque no calificaba, ni subsidio, porque algo tenía. Y también tiene gratitud por la ayuda de sus vecinos de Ambul. “Me regalaron un montón de cajones para hacer colmenas y traje para trabajar con las abejas”, dice. Y agradece en particular el apoyo de Claudia Bustos, la jefa comunal (y peluquera) de la localidad, que se largó a llorar cuando vio lo que había quedado del Establecimiento y se jugó para que lo ayudaran.

El gobierno provincial valuó las pérdidas en $7,5 millones y le dio un subsidio de $430.000, para la compra de material

“Hoy estoy bastante en pie. Quiero superar lo que tenía, pero no por lo material”, dice Cuello. Y apunta, por teléfono: “Volvimos a hacer capacitación apícola en el INTA y estoy volviendo a casa (desde Guanaco Muerto), porque tenemos una feria en Ambul”.

Después del incendio, la plaga

Desde Machagai, en Chaco, Oscar Muchutti, un productor ganadero cuyo campo fue arrasado por las llamas en octubre del año pasado, le cuenta a Infobae: “La infraestructura la pudimos acomodar, pero tuvimos una plaga”. El fuego consumió gran parte del tapiz vegetal de su campo, y empezó a proliferar un duraznillo de reproducción radicular (por la raíz), muy difícil de eliminar y cuya ingesta produce en los animales “enteque seco”, una calcificación en huesos y articulaciones que les hace muy difícil desplazarse y afecta su alimentación, debilitándolos.

“Hicimos pruebas para eliminar el duraznillo, pero no funcionó. Ahora, cuando da el fruto, dicen que sería el mejor momento para atacarlo, con herbicidas. De la Cuenca del Salado, agrega Muchutti, le pasaron alguna información sobre cómo enfrentar la plaga.

Una de las imágenes que
Una de las imágenes que dejó el paso del fuego en el campo de Oscar Muchutti, en Chaco, hace exactamente un año

De 340 madres que le habían quedado al campo de Muchutti, hay hoy unas 45 afectadas, preñadas, que separó y alimenta aparte, en una suerte de lazareto vacuno. Pero el desafío de fondo es eliminar la plaga.

Además, en el centro y oeste del Chaco la lluvia sigue haciéndose rogar. “Tenemos registros muy bajos: la gente agota sus recursos comprando forraje, porque no se pudo cosechar agua con perforaciones y reservorios. “Yo tuve suficientes aguadas. Mucha gente vendió algo de hacienda; mortandad no hubo aún, lo de ahora es una Niña atenuada. Y recién para febrero podríamos tener lluvia más o menos abundante. Tenemos para batallar una temporada”, dice el productor, que a raíz de los incendios de 2020 debió vender 100 vientres de su campo de 900 hectáreas.

Recién para febrero podríamos tener lluvia más o menos abundante. Tenemos para batallar una temporada (Muchutti)

Con la venta de animales, ahorro propio y aportes familiares fue recuperando infraestructura. Compró, por caso, postes no de primera calidad, pero duraderos. “Con ayuda de mi familia y de mis hijas la infraestructura la rearmamos, el problema ahora es el duraznillo, que no hace daño mientras está activo (los vacunos evitan la hoja, muy amarga), pero cuando caen al suelo por el frío o la falta de lluvia y los animales pastan, se produce el problema. Para colmo, es una planta perenne”, explica Oscar Muchutti.

La sequía y el fuego
La sequía y el fuego consumieron el tapiz del suelo y emergió un nuevo problema: la plaga de duraznillo, que produce "enteque seco" en el ganado

Alambre y solidaridad

Muchutti rehizo 9.000 metros de alambrado con 45 rollos, 900 postes, más varillas y mano de obra. El precio del alambre se fue a las nubes y en un momento no se conseguía. Pero enfatiza que la sociedad se portó muy bien. “La gente es impagable, es solidaria, siempre atenta a dar una mano. Eso es muy valorable y ayuda mucho”.

¿Recibió alguna ayuda o alivio del Estado? pregunta Infobae. “¿Bien, gracias; se solidarizaron mucho, pero hasta ahí llegó al cariño. Al vecino le pasó lo mismo”, dice Oscar Muchutti. Solo hubo los créditos normales del sistema bancario. “Uno necesita crédito blando y a largo plazo para amortiguar el impacto; del Banco del Chaco me ofrecieron una tarjeta rural, crédito a 10 meses y cuotas mensuales; eso sirve para un comercio o empleado, pero no en la actividad agropecuaria pequeña. Necesitamos préstamos con 12 o 18 meses de gracia y a 5 ó 6 años, en lo posible con cuotas anuales o semestrales. Si no, es una mochila difícil de sobrellevar”, explica Muchutti.

Un año después de los
Un año después de los incendios, tanto en Chaco como en Formosa, el rodeo se achicó en cientos de miles de animales, hay menos pariciones y los animales son más flacos

“Uno organizándose la pilotea, pero los créditos y emergencia agropecuarias a nivel provincial y nacional son pura alharaca, solo diferir impuestos, nada de crédito. Hay alguna asistencia para agricultura familiar, pero también con cuentagotas; son recursos insignificantes para motorizar la actividad”, abunda el ganadero chaqueño, que tenía 440 vacas madre y ahora tiene 340 “con posibilidades de tener menos por el duraznillo”, cuenta inquieto Muchutti. Sacar crédito y comprar vientres es imposible con las líneas existentes, dice. Y recuerda que debió malvender vacas manufactura o conserva, más alguna vaquilla de reposición, que sirven para invernada.

“Uno organizándose la pilotea, pero los créditos y emergencia agropecuarias a nivel provincial y nacional son pura alharaca, solo diferir impuestos, nada de crédito” (Muchutti)

Enrique Santos, otro productor chaqueño, ya había dicho el año pasado que lo peor de los incendios venía después. “En el momento uno corre a salvar lo que se puede y después a reparar el alambrado. En el caso del productor pecuario uno ve después que la vaca no entra en celo: poco pasto, problemas hormonales, falta de clorofila del pasto, problemas con el hipotálamo”, explica, entre productor y veterinario. A medida que las vacas se recuperan, vuelven a entrar en celo, pero al año del incendio hay mucho menos terneros.

De hecho, el Senasa estimó para el Chaco una caída de 2,6 a poco menos de 2,4 millones de cabezas, una pérdida de casi 10% del rodeo provincial. “Para nosotros es mucho, dice Santos a Infobae, un productor entre mediano y grande, ubicado sobre la ruta nacional 11, que une Buenos Aires con Asunción del Paraguay.

El Senasa indicó para el Chaco una caída de 2,6 a poco menos de 2,4 millones de cabezas, una pérdida de casi 10% del rodeo provincial

“Este año la parición fue floja, pero como viene lloviendo (su campo está más al este del de Muchutti), con el paso se puede recuperar bastante para el próximo invierno”, dice. Pero reconoce que a quienes debieron vender parte de su rodeo recuperarse les costará más. “Hay un plan provincial ganadero, explica. De unos 30.000 productores ganaderos en la provincia, 82% tiene menos de 100 animales, donde apunta la ayuda del gobierno. Pero para recibir ayuda y crédito, enfatiza Santos, “hay que inscribirse en la AFIP”, algo que muchos no hacen.

Un mapa del INTA del
Un mapa del INTA del año pasado, sobre los focos de incendio en parte del Norte argentino

Enrique Santos, de todos modos, no puede recibir ayuda oficial, pues como dirigente gremial (presidió la Sociedad Rural de la provincia) es miembro del Directorio del Banco del Chaco. A diferencia de Oscar Muchutti, destaca como muy positiva la tarjeta rural emitida por la entidad y agrega además que el gobierno provincial absorbió 15 puntos de las líneas al 39% anual que concedió Nación, que quedaron así al 24% y con un plazo de gracia de 6 meses.

Humedad y siembra

La agricultura también sufrió la sequía y los incendios; sin humedad en el suelo es imposible sembrar, pero en la zona fronteriza con Corrientes llovieron 165 mm en 4 días y cambió mucho el humor. Santos también destaca la tarea de la Asociación de Consorcios Camineros, una institución provincial constituida a partir del 0,10% de aporte de los productores sobre sus ventas que la Administración Tributaria de la provincia debe transferir semanalmente y que los consorcios dedican al mantenimiento y mejoras de caminos rurales.

En su rodeo, dice Santos, lo que claramente se perdió fue “estado corporal”, animales que de más de 400 kilos ahora tienen 300. “La vaca necesita tiempo para ponerse en estado y recibir un servicio”, dice con la franqueza de un hombre de campo. Y para evitar los incendios, recuerda algunos consejos: cuidar los alambrados haciendo cortafuegos. “Pero si se levanta una chispa de pasto seco y hay mucho viento, es muy difícil de parar. Todos los fuegos del año pasado, rememora comenzaron en los caminos. ¿Acaso fueron intencionales?. Desidia generalizada, cierra el productor y miembro del directorio del Banco del Chaco.

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