Frank Abagnale Jr. nació un 27 de abril de 1948 en Bronxville, en el estado de Nueva York, en EEUU. Fue un delincuente de “guante blanco”, un estafador que finalmente logró redención y fama cuando su historia llegó a Hollywood. Su persona tomó gran relevancia en el público cuando se estrenó la película “Catch me if you can” (Atrápame si puedes) dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Leonardo Di Caprio.
El guión del film se inspiró en la bibliografía de Abagnale con el mismo nombre que se le dio al largometraje y muestra algunas de las estafas, falsificaciones y personificaciones que llevó a cabo a lo largo de su vida delictiva. Él mismo tuvo un cameo en el film al interpretar al policía francés que lo termina capturando.
Uno de sus fraudes que más sobresalen tuvo lugar entre los años 1964 y 1966 cuando fingió ser piloto de la aerolínea ya desaparecida Pan American World Airways –Pan Am– y así poder viajar por el mundo sin pagar un sólo boleto aéreo.
Para entender cómo llegó a idear este plan, hay que volver un poco atrás en su historia. Cuando Frank era adolescente tuvo una inclinación a cometer delitos de diversos tipos, falsificó su licencia de conducir para hacerse 10 años mayor, y también falsificó diferentes documentos para inflar su currículum educacional. Tras obtener ciertos trabajos con los que no estaba conforme, comenzó a emitir cheques sin fondos que cobraba a los bancos desde diferentes cuentas.
Para mejorar su sistema decidió que debía personificar a alguien prestigioso y así impresionar a los empleados bancarios. Se decidió por piloto aéreo, una profesión respetada –mucho más décadas atrás, quizás–, protagonizada por el estereotipo del impecable uniformes y los aires de mundo.
Abagnale era muy inteligente y decidió que se llamaría Frank Taylor y sería piloto de Pan Am. Lo primero que hizo fue llamar a la compañía y solicitar un uniforme nuevo, ya que el suyo había sido extraviado en un vuelo. Luego aprendió todo lo que estaba a su alcance sobre aviación, haciéndose pasar por un alumno de secundario que estaba haciendo un informe sobre la aerolínea, pudo asistir a cursos especializados de la misma empresa a la cual estaba engañando doblemente.
Una vez que tuvo conocimientos básicos para hacer de cuenta que conocía sobre lo que estaba hablando, Abagnale falsificó una identificación de piloto de Pan Am y su carnet de la F.A.A. (Federal Aviation Administration). Cuando terminó, aprovechó su nueva identidad para volar gratis en aviones de la compañía a lo largo y ancho del mundo. Se estima que voló más de 200 veces en calidad de piloto pasajero de la compañía aérea.
Luego de estos dos años frenéticos alrededor del globo, Pan Am comenzó a sospechar de él y ante la más mínima señal de poder ser descubierto, Abagnale decidió volver a cambiar de identidad. Supo ser un médico respetado del estado de Georgia, en esta ocasión su apellido era Conners, y luego cambió también su nombre de pila. Robert Black, abogado, fue otra de las identidades que supo personificar.
Luego se instaló en Montpellier, Francia a buscar una vida un poco más tranquila y sin sobresaltos. Pero ya tenía una docena de países que querían atraparlo. Fue ahí que fue descubierto por el FBI tras una denuncia de una ex pareja que lo reconoció en carteles de “se busca” de Interpol. Pasó un tiempo en la prisión de Perpiñán, en Francia, otro período fue prisionero en Suecia y finalmente cumplió 5 años de condena en la prisión federal de Petersburg, Virginia, Estados Unidos.
Abagnale comenzó a trabajar para el FBI como asesor para detectar maniobras fraudulentas una vez que salió de la cárcel. Aún hoy es consultor antifraude y es el fundador de una compañía líder en soluciones para evitar las estafas. Además de continuar trabajando para el FBI, realiza un campamento con jóvenes de 18 años en el cual les enseña “ética y conducta honesta”.
El que fuera uno de los estafadores más perseguidos de la historia de los Estados Unidos, hoy es un combatiente oficial contra el fraude y un orador que pregona la ética y el buen comportamiento.
SEGUIR LEYENDO: