El empleo registrado está llegando a los niveles que tenía antes del comienzo de la pandemia, según los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) de julio y las proyecciones para agosto, pero si se tiene en cuenta el crecimiento poblacional, las cifras actuales aún se ubican por debajo. Y si la comparación se hace con el récord alcanzado en junio de 2018 -cuando se registraron 12.360.000 de empleos formales-, la distancia es aún mayor. El empleo se está recuperando, en línea con la reactivación de la actividad económica, pero todavía a paso lento, y con un aumento fuerte de la precariedad.
“Se está viviendo un proceso de recuperación económica. La actividad se ha ido recuperando. Pero el empleo no registrado es el que tuvo una situación más difícil por la segunda ola de la pandemia. Es un objetivo primordial para el esquema de políticas públicas que la recuperación sea más homogénea”, dijo al respecto el ministro de Economía, Martín Guzmán, en la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco).
El empleo se está recuperando, en línea con la reactivación de la actividad económica, pero todavía a paso lento, y con un aumento fuerte de la precariedad
En el mismo evento, el presidente Alberto Fernández destacó que el Gobierno analiza “cómo convertimos planes sociales en empleo, devolver dignidad de trabajo”. “No vamos a terminar con los planes sociales, pero debemos recuperar la cultura de trabajar”, dijo. El mandatario destacó que se avanza en decreto marco para que un empleador pueda recurrir a alguien que tenga un plan social y contratarlo. “Lo que nos importa es recuperar el trabajo, no sostener el plan social”, indicó.
Los niveles de desempleo mostraron cifras, al segundo trimestre de este año, del 9,6%, pero este número sube fuertemente en los estratos más jóvenes de la sociedad. Por ejemplo, en ese mismo período, la desocupación llegó al 22,4% en mujeres de entre 14 y 29 años, y al 16,1% en varones de las mismas edades. Y el Gobierno está convencido de que parte del fracaso electoral de agosto tuvo que ver con el voto joven, desencantado por las restricciones generadas producto de la pandemia, pero también por la falta de posibilidades económicas, agravadas frente al escenario del Covid.
Frente a este escenario, se concentró en el lanzamiento de programas dedicados a impulsar el empleo formal, especialmente de este segmento de la sociedad, y el objetivo es continuar por este camino hasta fin de año, dijeron fuentes oficiales a Infobae. Como parte de esta estrategia, se incluyó al plan Te Sumo, o a la web Portal Empleo del Ministerio de Trabajo, así como también el programa lanzado ayer del sector de la construcción para fomentar, capacitación mediante, las contrataciones en este rubro. El trabajador podrá capacitarse en el rubro que elija por tres meses y luego tener la posibilidad de ser contratado por la empresa. De ser así, el Estado aportaría un subsidio del 50% del salario mínimo y luego la firma le pagaría el resto del salario. Además, durante un año, la empresa no pagaría contribuciones patronales.
Con todos estos programas, que el Gobierno buscará extender a otros sectores -según había anticipado el presidente Fernández y ratificó ayer Gustavo Béliz en el evento anual de la Cámara Argentina de la Construcción-, la idea es no sólo priorizar a los más jóvenes, sino a todos aquellos que hoy reciben un plan social. “En todo lo que se anuncie de empleo de acá en adelante, se va a privilegiar a aquellos que tengan planes”, dijeron desde el Gobierno. Aunque el costo fiscal se sostiene, con el agravante de que se busca financiar esta migración con los recursos del sistema previsional. En lugar de subsidios, el fisco deja de recaudar contribuciones patronales en este tipo de programas para impulsar el empleo formal.
“En todo lo que se anuncie de empleo de acá en adelante, se va a privilegiar a aquellos que tengan planes”
La gran pregunta es si estos planes sirven para generar trabajo formal sostenible en el tiempo y reducir no sólo el desempleo, sino los niveles de informalidad, que superan el 40%. Y la respuesta que dan desde el sector empresario es que son políticas cortoplacistas que tienen efectos igual de cortoplacistas. “Me ofrecen no pagar contribuciones por seis meses, pero cuando pasa ese período, vuelvo a tener los mismos problemas de antes”, se sinceró una fuente del sector privado, descreído de este tipo de programas. Y agregó, resumiendo lo que muchos hombres de negocios piensan: “¿Por qué voy a blanquear a un trabajador por seis meses que me ofrezcan de rebaja en las contribuciones, si puedo tenerlo sin registrar por la falta de fiscalización que existe en este país?”.
Consultado al respecto, el presidente de la UIA y abogado laboralista, Daniel Funes de Rioja, sostuvo que para que las pymes contraten trabajadores, hay que trabajar sobre los “costos laborales no salariales, los impuestos al trabajo, los sobrecostos que hoy existen y que se hacen más gravosos cuando se trata de actividades mano de obra intensiva y de baja calificación”. También se refirió al sistema de multas que incentivan aún más la industria del juicio y a las políticas de emergencia, como la suspensión de despidos y el agravamiento indemnizatorio, que fueron aplicadas en el marco de la pandemia y aún siguen vigentes. “¿Tienen que seguir teniendo la misma magnitud hoy?”, se preguntó el directivo.
Desde la Cámara Argentina de Comercio (CAC), su presidente, Mario Grinman, remarcó que el crecimiento del empleo debe darse en el sector privado y que para que ello ocurra, “hay que apuntar a que se creen nuevas empresas y se expandan las existentes o, en otros términos, a que se concreten más inversiones. En esta línea, es fundamental la generación de confianza y la reducción de diversos obstáculos al desarrollo de la actividad privada (elevada presión impositiva, falencias logísticas, trabas burocráticas) que se puede englobar en lo que se denomina ‘costo argentino’ y que la Argentina arrastra hace años”.
Con respecto a los programas de empleo que apuntan a reclutar jóvenes, el presidente de la CAC enfatizó que si bien “resulta valioso que existan políticas específicamente orientadas al logro del primer empleo, los resultados de estas medidas están condicionados por el contexto”. En este sentido, se refirió a que “si no hay un marco general de confianza y perspectivas de crecimiento, que alienten a las empresas a querer ampliar su plantilla de personal”, estos programas no funcionan.
“Hay que apuntar a que se creen nuevas empresas y se expandan las existentes o, en otros términos, a que se concreten más inversiones” (Grinman)
El programa “Te Sumo”, que apunta a personas de entre 18 y 24 años, ya tiene registrados 18.800 jóvenes y 940 empresas, mientras que en el Portal Empleo, que es general -no discrimina por edad- había hasta ayer 65.165 inscriptos y 2.300 firmas. En ambos casos, la compañía que contrate a un trabajador por esta vía recibirá una reducción de las contribuciones del 90% -si es un varón- y del 95%, si se trata de una mujer o persona no binaria.
En el caso del “Te Sumo”, se suman otros beneficios como un aporte a través del Programa de Inserción Laboral (PIL) del Ministerio de Trabajo, de hasta $18.000 por trabajador -en el caso de una microempresa- y otra suma que proviene del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep), que llega a $13.000 en el caso de mujeres y personas no binarias. Entre todo, el Estado se hace cargo, en algunos casos, del 70% del salario de ese trabajador durante un año.
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