Tras el colapso económico del año pasado, en plena pandemia del coronavirus, en 2021 llegó la inevitable recuperación en el marco de un contexto internacional impensado que resultó la salvación para la economía argentina. Sin embargo, aquellas variables que imprevistamente jugaron a favor de la Argentina este año, empezarían a operar en sentido inverso en los próximos meses y lo que fue hasta ahora un inconfundible viento de cola se invertiría. Qué tan fuerte soplará está todavía por verse.
Lo concreto es que la suba de los precios de la energía registrado en las últimas jornadas, combinado con la caída del valor de la soja y la reapertura de las fronteras que habilita el turismo internacional preanuncian una merma en la disponibilidad de dólares en 2022, lejos del escenario óptimo que se atravesó durante este año.
En las últimas semanas, el precio de la soja se fue reacomodando a la baja y cerró ayer en su nivel más bajo del año, en USD 454 por tonelada
Ese escenario, consistente principalmente en precios en niveles récord de las commodities agropecuarias, básicamente de la soja, que permitió un ingreso insospechado de dólares, no se repetiría el próximo año. Sin ir más lejos, en las últimas semanas, el precio de la soja se fue reacomodando a la baja y cerró ayer en su nivel más bajo del año, en USD 454 por tonelada, lejos del pico de USD 605 que tocó en mayo. Ese nivel de precios, cuyo promedio superó los USD 500 durante todo el año, alimentó desde principios de año las exhaustas arcas del Banco Central. La entidad pudo, en ese marco, recomponer su nivel de reservas al reunir más USD 7.000 millones, cifra que empieza a menguar ahora dada la necesidad de mayor intervención en el mercado de cambios.
La dolarización pre-electoral amenaza con dejar en jaque las reservas del BCRA y las chances de fortalecerlas son ahora más complejas que hace seis meses. Pero el ingreso de dólares imprevisto, tanto para el mercado de cambios como para las cuentas fiscales, que resultaron aliviadas por esos recursos extraordinarios, no fue la única variable que permitió retener dólares.
El cierre de fronteras y la imposibilidad de viajar evitó también la fuerte salida neta de divisas que históricamente significa el turismo para la Argentina.
“La cuenta de viajes desde la pandemia es USD 300 millones menos deficitaria que antes en términos mensuales y casi USD 750 M menos que antes de la crisis 2018″, calcula Pablo Repetto, de la consultora Gabriel Rubinstein y Asociados. “Con turismo libre habría menos divisas para el BCRA por al menos unos USD 3.600 millones por año si se compara contra 2019″, dijo. Si, en cambio, el parámetro es el déficit promedio de la cuenta de turismo entre 2016 y 2018, la cifra alcanza los USD 9.000 millones. Ahora, la reapertura de las fronteras implica un fuerte desafío para el Central, particularmente durante el verano cuando estacionalmente el ingreso de dólares es bajo y, en contrapartida, el turismo por vacaciones y viajes pospuestos por la pandemia puede acelerar la salida de divisas. Eso en el corto plazo.
La dolarización pre-electoral amenaza con dejar en jaque las reservas del BCRA y las chances de fortalecerlas son ahora más complejas que hace seis meses
A mediano plazo, el panorama se completa con la suba del precio del petróleo, que alcanzó ayer su precio máximo en 7 años con cotizaciones de USD 78 y USD 81,5 el barril de las variantes WTI y Brent respectivamente. La energía en el rango de precios más altos de los últimos diez años es una de las peores noticias para el Gobierno argentino, que apunta el año próximo a reducir el nivel de gasto en subsidios a las tarifas. “Va a ser difícil reducir los subsidios a la energía en 2022, como se plantea en el Presupuesto, si el precio de la misma sube”, opinó Fausto Spotorno.
Otra vez, no se trata sólo de una cuestión fiscal y de recuperar un mínimo orden macroeconómico. La suba del precio de los combustibles impacta de lleno el volumen de salida de dólares por importación de energía, que desde julio se ubica en los USD 800 mensuales y ya costó al Banco Central unos USD 3.800 millones en lo que va del año. Un nivel de precios del petróleo que se acerca a los USD 100 el barril llevaría al Gobierno, inexorablemente, a tropezar dos veces con la misma piedra.
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