La reapertura de las fronteras que se implementa oficialmente desde hoy será asimétrica. Esto significa que la mayor parte del flujo se daría de afuera hacia adentro, o sea llegarían muchos más turistas por los pasos fronterizos que aquellos que estarían dispuestos a salir ante las fuertes diferencias cambiarias entre el tipo de cambio de la Argentina y los países vecinos.
Se trata de un aspecto sumamente importante para entender cuál puede ser el impacto del regreso de los viajes en los próximos meses. La balanza turística ha sido históricamente muy deficitaria en dólares, pero esa tendencia se cortó abruptamente con el inicio de la pandemia. Las grandes dudas surgen a partir de una normalización de la actividad y la gran pregunta que está sin resolver: ¿cómo hará el BCRA para enfrentar el gasto en dólares de los viajeros si se reanuda de manera más decidida la actividad en el verano?
El déficit por turismo (es decir entre lo que entra y lo que se va) llegó a ubicarse por encima de los USD 8.000 millones. En el primer cepo de Cristina Kirchner (2011 a 2015) empezaron a cobrarse retenciones a cuenta de ganancias para encarecer el gasto en moneda dura y evitar que los viajeros saquen provecho de la brecha cambiaria. Ahora ese mecanismo se “perfeccionó”, al agregarse el impuesto PAIS.
La llegada de turistas extranjeros no necesariamente beneficiaría al Banco Central. El 95% de las divisas que ingresen pasarán por el mercado paralelo, ya que el viajero va a preferir cambiar sus dólares a $ 180 y no a $ 95 a través del circuito oficial
Aún con un “dólar tarjeta” arriba de los $ 170, el gasto provocado por el turismo emisivo podría resultar significativo. Hay que tener en cuenta que no sólo se trata de viajes a Estados Unidos sino a cualquier lugar del mundo incluyendo países limítrofes. De hecho, para la temporada de verano es probable que muchos argentinos decidan viajar a Brasil, Uruguay o Chile, generando un fuerte salto del gasto en pasajes, hoteles y compras con tarjeta. Todos estos rubros impactan en el balance cambiario.
Por supuesto que el tipo de cambio súper alto es una invitación al ingreso de turistas extranjeros. Pero no necesariamente beneficiaría al Banco Central ese ingreso de dólares, al menos no directamente. El 95% de las divisas que ingresen pasarán por el mercado paralelo, ya que el turista va a preferir cambiar a $ 180 que hacerlo a $ 95 a través del circuito oficial. Por lo tanto, podría ayudar a ponerle un límite a la suba del dólar paralelo y eso es positivo para el mercado cambiario. Sin embargo, no le permitiría al Central acumular reservas, que es la mayor urgencia en este momento.
Una reapertura turística presionaría automáticamente sobre las escasas reservas líquidas del Central. El ingreso de turismo extranjero ayudaría para que no se dispare el dólar libre, es decir que no siga aumentando la brecha cambiaria, pero nadie estaría dispuesto a cambiar sus divisas por el tipo de cambio oficial
El economista Gabriel Rubinstein lo planteó en estos términos: “La cuenta de viajes desde la pandemia es USD 300 millones menos deficitaria por mes que antes y casi USD 750 millones menos que antes de la crisis 2018″. Y agregó que “con turismo libre habría menos divisas para el BCRA por USD 3.600 millones anuales”.
Por lo pronto, el Gobierno avanza a cuentagotas con la apertura del turismo, de acuerdo al siguiente cronograma:
- Desde hoy se abren al turismo para turistas de países limítrofes tanto por vía terrestres como fluvial y aérea, exclusivamente por “corredores seguros”, es decir distintos puntos donde se realizan test de PCR a quienes ingresan. Además, se solicita a los turistas el certificado de vacunación completa finalizado quince días antes del ingreso al país (dos dosis). En Iguazú, donde ya arrancó la “prueba piloto”, estos requisitos trabaron el ingreso de turismo brasileño. La diferencia cambiaria es sumamente favorable, ya que la nafta por ejemplo vale la mitad del lado argentino ($ 240 en Brasil contra $ 110 aquí) y lo mismo sucede en supermercados y restaurantes. Sin embargo, la vacunación es en muchos casos una complicación y por otra parte el turista debe pagarse el PCR, lo que encarece y vuelve más engorroso el paseo turístico o de compras.
- También se está trabajando en los protocolos para recibir a cruceros internacionales, ya que la temporada arranca a fines de octubre. Los turistas podrán bajar cumpliendo con determinados requisitos, ya que necesariamente deberá modificarse la modalidad anterior. En este caso, también representa el ingreso de divisas, sobre todo a la ciudad de Buenos Aires y otros destinos como Ushuaia, para aquellas excursiones que tienen como destino el sur y la Antártida. En este caso nuevamente se trata exclusivamente de ingreso de turistas.
- Pero lo más interesante, también desde el punto de vista del efecto sobre las reservas del Banco Central, sucederá a partir del 1 de noviembre, exactamente dentro de un mes. El Gobierno deberá definir en qué condiciones abre las fronteras para todo el turismo internacional, no sólo el de países limítrofes. La duda que persiste es cuál será la velocidad de la apertura. De momento, la mayor traba es que el laboratorio que realiza los PCR exige una separación de dos horas entre vuelos, lo que restringe sustancialmente la cantidad de turistas que podrían ingresar y también salir. Por ahora se mantiene la autorización de 2.300 pasajeros por día.
Habilitar un mayor flujo turístico de cara al verano planteará un gran dilema para el Gobierno. Por un lado, la actividad local precisa de un mayor ingreso de extranjeros, sobre todo en ciudades como Buenos Aires y aquellos destinos favoritos de turistas internacionales como Iguazú y la Patagonia, en especial en verano.
Pero la contracara necesariamente sería un fuerte aumento en la cantidad de turistas que viaja al exterior: gastarán más dólares y podrían sacarle al Central una buena porción de las reservas líquidas que le quedan.
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