El levantamiento de restricciones sanitarias que el Gobierno dispuso durante la semana no abarcará la atención al público en las sucursales bancarias, que sigue y seguirá funcionando casi de la misma forma que al comienzo de la pandemia.
Desde el Banco Central explicaron que las filiales bancarias seguirán atendiendo con turnos, protocolos sanitarios y operaciones limitadas, los mismos parámetros que aplican desde el año pasado. “No está previsto ningún cambio”, subrayaron.
Así, aunque el gobierno habilitó el “aforo del 100% en actividades económicas, industriales, comerciales, de servicios, religiosas, culturales, deportivas, recreativas y sociales en lugares cerrados manteniendo las medidas de prevención, tapaboca, distancia y ventilación”, los bancos seguirán trabajando como cuando el coronavirus estaba en plena expansión, el número de contagios diarios y de muertes era superior y el porcentaje de población vacunada muy inferior.
“Con las sucursales así, estamos todos cómodos: los bancos, el sindicato y el Banco Central”, dijeron desde un banco privado nacional.
“Así estamos todos cómodos: los bancos, el sindicato y el Banco Central”, dijeron desde un banco privado nacional
Más allá de la conveniencia de los bancos y los empleados bancarios -pero no necesariamente de sus usuarios, en especial los de mayor edad, menos flexibles para adaptarse a medios electrónicos y procedimientos online- la situación es cuando menos paradójica. Ahora se permite que una discoteca, un lugar más cerrado, de mayor exposición y cercanía, esté llena al 50% para personas vacunadas o que se complete medio estadio de River Plate (unas 37.000 personas, con todo lo que suponen los movimientos previos y posteriores al evento, más el despliegue de seguridad), pero para hacer un trámite en una sucursal bancaria es imprescindible pedir turno.
“Los canales digitales de atención están funcionando bien, el sindicato está conforme con que los empleados estén en su casa y el Central no quiere aglomeraciones en los bancos después de los episodios del año pasado; por lo tanto, todos hacemos lo que dice el dicho: si no está roto, no lo arregles”, dijeron desde en una entidad financiera.
La situación es paradójica. Ahora se permite que una discoteca para personas vacunadas o que se complete medio estadio de River Plate, pero para hacer un trámite en una sucursal bancaria es imprescindible pedir turno
Como se recordará, el 3 de abril de 2020, después de dos semanas de cierre total de la actividad bancaria, los bancos reabrieron para el pago de jubilaciones y programas sociales, lo que produjo un enorme aglomeración de gente de edad y de escasos recursos en momentos en que el Gobierno más postulaba mantener el “distanciamiento social” para evitar la propagación del virus.
El episodio produjo, poco después, el despido del entonces titular de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses), Alejandro Vanoli (ex titular del Banco Central), quien dijo después que había advertido la situación que se produciría, pero desde Casa de Gobierno le habían dado la orden de avanzar con los pagos. El titular del Banco Central, Miguel Pesce, sobrevivió la crisis.
En favor del nuevo statu-quo sucedió que a la par del avance de la pandemia también se aceleró el uso de los medios digitales de pago (billeteras virtuales, tarjetas, pagos con QR, transferencias y otros) y la atención virtual a través del homebanking y la banca móvil. Hasta los bancos públicos, usualmente más lentos en la adopción de las innovaciones tecnológicas, se montaron a la ola con sus billeteras electrónicas,
Por caso, la Cuenta DNI del Banco Provincia y BNA+, del Banco Nación representan casi la mitad del sistema financiero y son la única presencia bancaria en algunas localidades. Son también los bancos claves para el pago de jubilacioens y planes sociales, como ya había probado el escándalo inicial.
El desarrollo de la digitalización hizo que las limitaciones en las sucursales se noten menos. A eso contribuyó también la expansión de las fintech, que empezaron a cubrir una porción importante de la demanda de servicios financieros, con Mercado Pago y Ualá a la cabeza.
Igualmente, sigue habiendo quejas de los clientes por la demora en el otorgamiento de turnos, que pueden estirarse a dos semanas o un mes para operaciones obligatoriamente presenciales, como acceder a cajas de seguridad o depositar o extraer dólares en efectivo. También es obligatorio la presencia para el retiro de tarjetas o la atención de jubilados y muchos otros clientes que, pese a los avances, no pueden operar por medios electrónicos o necesitan asesoramiento personal.
La comodidad mutua del BCRA, bancos y sindicato bancario es tal que en otra entidad aseguraron que no esperan ningún cambio pero que, previendo un descontento mayor, tomaron decisiones ante el nuevo escenario decidiendo, por caso, ampliar la presencialidad del personal al 100% en las sucursales, lo que permitirá otorgar más turnos y disponer más puestos de atención, calculando siempre una frecuencia de 15 minutos por gestión usuario-empleado.
La mayoría de las sucursales bancarias dividió a su personal en grupos y los hace ir a trabajar por tandas, de modo que la aparición de un caso de Covid no obligue a aislar a todo el personal de la sucursal. Con el aumento de la vacunación, irá aumentando la cantidad de personal.
Los protocolos sanitarios dispuestos por el BCRA delimitan una serie de operaciones. Por caso, se puede pedir turno para ir a la sucursal y extraer efectivo en dólares, pero no para retirar efectivo en pesos. Quienes quieran hacerlo deben proceder a través de cajero automático, lo que es una traba para retirar montos mayores. El Gobierno no tendría interés en resolver esa cuestión. “Dudo que quiera que haya más gente retirando depósitos en las sucursales”, dijo con cierto sarcasmo un ejecutivo bancario.
Una fuerza a favor del statu-quo es la Asociación Bancaria, liderada por Sergio Palazzo, un sindicalista muy cercano al gobierno nacional. El sindicato no tiene apuro para que sus afiliados vuelvan a trabajar como antes de la pandemia. De hecho: la Argentina fue el único país de América Latina que no consideró “actividad esencial” a los bancos y no obligó a sus trabajadores a ir a trabajar, al menos con esquemas limitados. Fue el caso extremo que sucedió en las primeras dos semanas de la cuarentena dispuesta en 2020 y que llevó a la aglomeración de jubilados y perceptores de planes sociales en aquellas fatídicas jornadas de abril, cuando los jubilados y perceptores de planes sociales se aglomeraron para poder acceder a sus ingresos cuando la economía estaba casi completamente paralizada.
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