Está en el corazón del casco histórico de San Isidro, sobre la Avenida del Libertador al 16.000. Es una zona residencial premium, que atesora parte del patrimonio arquitectónico del municipio; un lugar de calles adoquinadas y fachadas coloniales de fines del siglo XIX que caracterizan las calles que rodean la Catedral sanisidrense. Allí se ubica la casa denominada Villa Estela, una construcción que fue testigo del romance secreto entre el poeta Leopoldo Lugones y María Emilia Cadelago.
La casona se podría llegar a vender en USD 1.750.000. Su nombre homenajea a Estela Lugones, la primera propietaria, quien contrajo matrimonio con Lucilo del Castillo, un médico cirujano que combatió en la Guerra del Paraguay.
Se trata de una residencia única, de neto estilo europeo. Está edificada con trabajos de ebanistería y herrería artesanales, materiales importados, levantada sobre un lote de casi 100 m2 y con una superficie cubierta actual de 729,16 m2. Tiene 4 dormitorios y 5 baños.
Viviana Reissis Etchegoin, gerenta de ventas de Ginevra International Realty, la comercializadora, destacó a Infobae, que la casas “fue refaccionada hace 10 años por el arquitecto Gustavo Von Huenefeld, que le aportó confort acorde a la vida actual. El acceso desde la calle está protegido por un muro con rejas, cuyo portón es automatizado. La entrada por escalinata le otorga sofisticación y categoría al ingreso. El friso de entrada tiene grabado el nombre de la residencia: Estela”.
“Fue refaccionada hace 10 años por el arquitecto Gustavo Von Huenefeld, aportándole el confort acorde a la vida actual. El acceso desde la calle está protegido por un muro con rejas, con portón automatizado” (Reissis)
Al ingresar a la vivienda se encuentra un imponente hall con techo de doble altura, paredes con molduras de yeso y pisos de mármol, a la derecha el toilette de recepción, escritorio y un estar íntimo a la izquierda. En la parte central hay un salón principal de ensueño con paredes y techos de doble altura con molduras y pisos de marquetería (técnica artesanal aplicada al revestimiento de pisos de madera). A continuación, el salón comedor con las mismas características. Ambos con grandes ventanales que brindan gran luminosidad al sector.
“En ese nivel encontramos la cocina y antecocina con lavadero, con despensa y salida a patio. Por la escalera de mármol con su baranda de hierro trabajado accedemos al primer piso donde hay un hall de distribución con pisos calcáreos, que nos lleva al dormitorio principal con sus pisos de marquetería y grandes ventanales y un dormitorio más o estar. En el mismo piso, hay otro dormitorio, y un baño completo con bañadera antigua guardando el estilo, con pisos de mármol”, detalló Reissis Etchegoin.
Entre la planta baja y el subsuelo hay un entrepiso que contempla un lugar de estar, o family, con dos dormitorios ambos con piso de pinotea, y dos baños. El área de servicio con su escalera de uso interno se encuentra en el subsuelo, conduce a un pequeño estar, dos dormitorios y un baño con pisos de cerámica En el tercer hay una terraza con vista panorámica hacia la aguja de la Catedral de San Isidro y sus alrededores arbolados.
En la parte externa de la residencia convive una construcción que oportunamente estaba destinada a los carruajes y personal de servicio, con sus cocheras cubiertas para dos autos. Actualmente se utiliza como oficinas, con cuatro despachos consecutivos conectados por un único pasillo, con pisos de madera, aberturas de madera, cocina y dos baños.
En épocas de los primeros propietarios se usaba como vivienda de verano, por eso ni tenía chimeneas ni calefacción. Hoy, en cambio, dispone de sistema de calefacción por radiadores y de refrigeración por aire acondicionado.
“Afuera de la residencia está lo que originalmente era la casa de carruajes y del personal de servicio. Ese sector también fue restaurado y hoy se utiliza como oficinas, un garaje cubierto para dos autos y estacionamiento de cortesía con una capacidad para 10 autos”, añadió la comercializadora.
La zonificación según el código urbano actualizado permite el uso residencial de esta propiedad, como así también el uso turístico (podría ser un hotel) o comercial (de hecho en una época fue restaurant).
Historia y presente
La casa fue vendida anteriormente y terminó siendo un geriátrico hasta principios de 2005, cuando fue rematada judicialmente y la compran los actuales propietarios con la intención de abrir un restaurante selecto.
Conservando la estructura original, se hizo una restauración integral incorporando un sistema de calefacción, reparación de vitraux y pisos, arreglo de escaleras y abertura de paneles vidriados para darle mayor luminosidad.
El restaurante no tuvo éxito. Y ahora es la vivienda de los directores de la empresa propietaria y en el edificio del fondo funcionan oficinas.
Testigo del inicio de una tragedia
Volviendo a la trayectoria de la residencia actualmente en venta, cuando regresó de Paraguay, Del Castillo descansó en esa casa, especialmente construida para recibirlo, en un contexto tranquilo de chacras, casas de veraneo y fin de semana que elegían las familias pudientes de Buenos Aires.
Leopoldo Lugones nació en 1874, en Villa de María del Río Seco, Córdoba y falleció en 1938, cuando se quitó la vida en el recreo El Tropezón, en Tigre. En la Biblioteca Nacional del Maestro, de la que el escritor era director, conoció a María Emilia Cadelago, en 1926. Él tenía 52 y ella poco más de veinte.
Adrián Pignatelli, periodista especializado en historia, y colaborador de Infobae, comentó: “La figura de Lugones está inmersa en varias cuestiones vinculadas con lo trágico. El amor con su esposa terminó cuando conoció a la joven Cadelago y allí nació ese romance que fue muy cuestionado por su hijo, Polo Lugones”.
“Durante el Gobierno de Marcelo T. de Alvear había sido director del Reformatorio de Olivera, donde había sido acusado de corrupción y abuso de menores. Fueron las súplicas de su padre hacia Hipólito Yrigoyen lo que lo salvaron de una condena a 10 años de cárcel. Uriburu, como presidente de facto, lo nombró comisario inspector de la Policía, donde daría rienda suelta a sus métodos de tortura, que incluía la novedosa picana eléctrica, que aplicaba en sus interrogatorios en la Penitenciaría Nacional, ubicada en lo que hoy es el Parque Las Heras”, escribió Pignatelli en este medio en una nota titulada El amor clandestino y maldito de Lugones.
La relación era muy mala: cuando al poeta le preguntaban en público por su hijo solía decir: “No me hable usted de ese esbirro”.
Los años de amor prohibido con Emilia fueron vividos con intensidad. Desde que Polo supo de la relación de su padre con la joven, inició un camino de persecuciones, amenazó a los padres de María Emilia y la propia hija para que den por finalizado la relación.
Las amenazas tuvieron el efecto deseado, escribió Pignatelli: “Nunca más se volvieron a ver. Él imploraba en sus cartas: “Ayer mientras iba del Círculo a La Fronda, ¡tenía tanto deseo de verte! Me parecía a cada instante que serías una de todas; y todas eran feas, vulgares, tontas, cursis. Y la primavera se quedó triste sin su golondrina”. Emilia siempre culpó al hijo de Lugones del estado depresivo del padre, que lo terminó llevando al suicidio, y que la principal causa fue que haya hecho lo imposible por cortar la relación que ambos mantenían”.
“La figura de Leopoldo Lugones está inmersa en varias cuestiones trágicas. El amor con su esposa terminó cuando conoció a la joven Cadelago, y nació ese romance cuestionado por su hijo Polo Lugones” (Pignatelli)
El autor de obras eximias como La Guerra Gaucha, Las Montañas de Oro y Cuentos Fantásticos, entre otras, terminó quitándose la vida en El Tropezón. Los registros detallan que antes pasó por la casa que actualmente se vende en San Isidro.
En 1971, Polo también se quitó la vida. Emilia murió soltera en 1981. Su última voluntad fue que la enterrasen con un gato de peluche que le había regalado Lugones.
SEGUIR LEYENDO: