El reconocido chef y pastelero Damián Betular realizó una serie de videos y posteos en las redes sociales junto a Greenpeace en el marco de la iniciativa ‘tomate challenge’, donde analiza las características del tomate ‘normal’ en comparación con uno agroecológico.
En el video, Betular come un tomate ‘normal’ y analiza sus características. Según él y la asociación, el tomate que consumimos regularmente está “vacío, vacío de sabor”, y propone a la gente a realizar el mismo ejercicio en sus casas y subir una foto o video con el hashtag #tomatechallenge para visibilizar esto.
“¿Por qué decirle no a los agrotóxicos? Son sustancias químicas que se utilizaron en la Segunda Guerra Mundial para fines bélicos. Una vez terminada la guerra, se reutilizaron en la agricultura a gran escala”, comenzó el chef en uno de los videos.
“Alguna vez te preguntaste, por qué son tan perfectos y por qué los podemos comer todo el año”, se pregunta el chef en otro video. Según él y Greenpeace, los llamados “agrotóxicos” están presentes en muchos de los productos que consumimos regularmente y permiten que las frutas y verduras puedan ser consumidas durante todas las temporadas y tengan un aspecto estético casi perfecto.
Sin embargo, la respuesta del sector agropecuario no se hizo esperar. Antonio Aracre, Director General de Syngenta en Argentina, posteó un video en su cuenta de Twitter en respuesta a Damián Betular y Greenpeace. “El sabor o el aroma de los tomates tiene que ver con sus características genéticas y no con la forma en la que se los produce”, dice Aracre.
Syngenta es una empresa multinacional suiza de biotecnología fabricante de productos químicos para la agricultura, y actualmente el grupo empresarial de agroquímica más grande del mundo. Aracre, al escuchar que según Greenpeace y Betular el uso de agroquímicos y de fitosanitarios influye en el gusto de los tomates, salió a desmentirlo ya que según él “las plantas como cualquier ser vivo como nosotros -los humanos- se enferman y los profesionales agronómicos les recetan fitosanitarios para preservarlos del ataque de insectos, hongos o la proliferación de malezas que le quitan potencial y vigor a las plantas”.
“Creo que si de comer sano se trata, deberíamos pensar en una discusión más constructiva como puede ser el uso excesivo de azúcar en la incidencia de diabetes o de la sal en la incidencia de la hipertensión”, arremetió el también profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En la otra vereda, en uno de los videos de la campaña de Greenpeace, Betular dice que “es momento de buscar soluciones para elegir mejor: la agroecología en casa o el consumo de bolsones agroecológicos. Como consumidores, tenemos la posibilidad de elegir. Comamos más sano y comamos más rico”.
Otra de las personalidades de la industria agropecuaria que salió a responder fue Maeriela Pletsch, Coordinadora de la región NEA en la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) y Profesora adjunta Cátedra Horticultura en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
“Escuchamos muchas veces que la aplicación de fitosanitarios modifica el sabor y consistencia del tomate, pero esto no es cierto”, dijo Pletsch quien asegura además que el sabor del tomate depende de cinco factores: El tiempo de maduración en la planta, es decir, cuanto más madura el tomate en la planta, más azúcares y sabor concentra. En segundo lugar está la variedad o si es híbrido y la cantidad de exposición al sol, por ejemplo, si un tomate es producido en invernadero o es producido en el campo, serán diferentes entre sí. Y los últimos dos elementos que determinan su sabor son: la fertilidad y calidad del suelo, y una buena polinización del cultivo.
“La sanidad y seguridad de los alimentos se determina por las prácticas con las que se trabaja y no por el tipo de producción utilizado. Elegí el tomate que más te guste, pero que siempre sea con buenas prácticas agrícolas. Producir responsablemente genera alimentos sanos y ricos”, concluyó Pletsch.
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