Kristalina Georgieva, la directora del Fondo Monetario Internacional, la persona de mayor margen de decisión política de la institución, y el ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, llegan debilitados a lo que parece ser la etapa final de las tratativas para renegociar los vencimientos que a partir del año próximo debe afrontar la Argentina ante el organismo internacional, consecuencia del crédito stand-by concedido en 2018 a la administración de Mauricio Macri.
Ambas partes ya acordaron refinanciar esos vencimientos a partir de un “Acuerdo de Facilidades Extendidas”, a un plazo de diez años, de modo que la Argentina no deba afrontar ningún vencimiento por cuatro o cinco años y cancele la deuda en los 6 o 5 años finales del decenio (en principio, 2022-2031) que abarque el nuevo acuerdo.
“Es una mala noticia: Georgieva está acusada de usar consideraciones políticas para torcer evaluaciones técnicas” (Torres)
Lo que falta definir, sin embargo, es el programa macroeconómico, con sus metas fiscales y monetarias, y las “reformas estructurales” a incluir en el nuevo acuerdo.
Guzmán llega debilitado por la reciente crisis del oficialismo tras la derrota en las PASO: si bien retuvo su cargo en el gabinete, su manejo de la economía fue severamente criticado por la vicepresidente Cristina Kirchner, la indisputada líder política de la coalición de Gobierno, lo que sin duda recorta sus espacios de maniobra y somete cada una de sus palabras y acciones a un estrecho monitoreo por parte del ala kirchnerista que, entre otras cosas, no está de acuerdo con el plazo de diez años para el repago (pretende que se estire a 20 años, algo no contemplado en el menú de programas del FMI) ni con la crítica del ministro a los subsidios energéticos, que considera “pro-ricos” y fiscalmente muy costosos.
Problemas para Georgieva
Georgieva, en tanto, afronta un serio cuestionamiento por su rol anterior, como funcionaria del Banco Mundial, y fue acusada recientemente de presionar e influenciar a funcionarios bajo su mando para manipular la elaboración de un reporte del Banco, el muy difundido “Doing Business”, suerte de libro emblema del ambiente de negocios, calidad regulatoria y competitividad de los países, para mejorar la posición de China en el ranking resultante.
“Permítanme decírselo de forma muy sencilla: no es cierto. Ni en este caso, ni antes ni después, he presionado al personal para que manipule datos”, dijo Georgieva al personal del FMI, una vez conocidas las acusaciones, según consignó la agencia Reuters. Pero los cargos son serios. Según el informe del estudio WilmerHale –contratado por el propio Banco Mundial– Georgieva y otros altos funcionarios de la entidad ejercieron una “presión indebida” para mejorar la clasificación de China.
Cuestión de ranking
El reporte de los investigadores del caso dice concretamente que durante la preparación del “Doing Business 2018” altos funcionarios chinos se quejaron a Jim Yong Kim de que las calificaciones asignadas a China no eran correctas y que, a raíz de esos comentarios, Georgieva y Simeon Djankov, el principal autor del informe, presionaron al personal para alterar 3 de los indicadores en que se basa, logrando que China pasara del lugar 85 al 78 del ranking.
La acusación no es liviana y está sometida ahora al Comité de Ética del FMI, que estudiará las acusaciones del informe de WilmerHale.
Paul Romer, un prestigioso economista, premio Nobel de Economía 2018, aprovechó la ocasión para manifestar a través de Twitter, de que había obrado bien cuando prefirió hacerse echar de su altísimo cargo en el Banco –del que era el economista jefe– que seguir reportando a Georgieva. Además, la semana pasada el Banco Mundial decidió discontinuar la publicación del “Doing Business”, cuya edición 2020 también fue acusada de favorecer a Arabia Saudita, a costa de Jordania.
¿Hasta qué punto puede esta situación de Georgieva afectar la negociación del FMI con la Argentina?
“Esto debilita su capacidad de hacer consideraciones políticas para mitigar las evaluaciones técnicas que pueda hacer el staff del FMI, porque eso es justamente de lo que se la acusa de haber hecho en el Banco Mundial”, dijo Héctor Torres, exrepresentante de la Argentina en el directorio del Fondo. Torres no cree que el caso llegue al extremo de que Georgieva termine perdiendo su cargo, “pero está clarísimo que está siendo cuestionado”.
“Es una mala noticia: Georgieva está acusada de usar consideraciones políticas para torcer evaluaciones técnicas. Ahora si el staff del FMI hace una evaluación técnica de que el programa con la Argentina requiere ciertas reformas que el Gobierno no quiere hacer o quiere postergar, le va a costar mucho usar argumentos políticos, va a hacer mucho más dependiente del staff”, explicó Torres, quien recordó que las “consideraciones políticas” son una de las cartas que esgrime el gobierno de Alberto Fernández para lograr un acuerdo más blando y un trato más benevolente del Fondo.
Cabe notar, además, que al staff del organismo con incumbencia en la negociación con la Argentina se acaba de sumar Ilan Goldfjan, flamante director del Departamento de Hemisferio Occidental, del que dependen Julie Kozack y Luis Cubeddu, los funcionarios de trato más habitual con Guzmán. Economista ortodoxo, Goldfjan fue presidente del Banco Central de Brasil y es amigo de varios economistas argentinos de línea crítica con la política económica del gobierno de Alberto Fernández.
Torres recordó, por caso, que Christine Lagarde, la exdirectora del FMI, usó sus márgenes políticos para superar dudas y objeciones técnicas del staff del Fondo sobre la marcha del acuerdo alcanzado en 2018 con la Argentina. El staff, recordó, sostenía que la deuda argentina era “sustentable, pero no con alta probabilidad” y dependía fundamentalmente de que el país recuperase el acceso al crédito externo privado o al menos lograra el rollover completo del mismo, algo que se perdió del todo en agosto de 2019, tras la derrota del gobierno de Macri en las PASO de ese año.
Otro ex funcionario del Fondo dijo que las acusaciones contra Georgieva están casi probadas, pero debe también tenerse en cuenta que la hoy titular del FMI trabajaba bajo el ala del norteamericano Jim Yon Kim, y desde el Tesoro de EEUU ambos estaban supervisados por David Malpass, un ex funcionario del gobierno de Trump y actual presidente del Banco Mundial. Esa implícita protección podría perderse, dijo el observador, si los republicanos en el Congreso le apuntan a Georgieva por “la cuestión China” y presionan al Tesoro para que le retire su apoyo.
Lo cierto, en todo caso, es que dos protagonistas clave llegan debilitados a la etapa final de la ya larga saga de la negociación entre el gobierno de Alberto Fernández y el Fondo Monetario Internacional.
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