Falto de financiamiento, el gobierno de Alberto Fernández viene apelando desde su origen a las transferencias de pesos que efectúa el Banco Central para cubrir su déficit. Este mecanismo se profundizó por el impacto de la pandemia y la sucesión de medidas restrictivas que tuvieron fuerte impacto en la recaudación tributaria, particularmente en 2020.
La masa de pesos volcada por el BCRA a través de Adelantos Transitorios y Transferencia de Utilidades es directamente proporcional a las crecientes necesidades financieras del Gobierno.
Entre 2020 y comienzos de septiembre de 2021, el Central emitió $597.720 millones por Adelantos Transitorios, más $2.266.982 millones por Transferencia de Utilidades: son unos $2,9 billones ($2.864.702 millones), los cuales se corresponden con la ampliación del Presupuesto 2021 del lado del gasto total, sin correspondencia en los recursos genuinos.
En tanto, el déficit financiero del Sector Público Nacional, que contempla los vencimientos de deuda, alcanzó a $2.292.830 millones en 2020, más otros $696.330 millones acumulados entre enero y julio de este año. Es un total de $2.989.160 millones o casi $3 billones, monto similar al girado por el Central.
Para contener el impacto inflacionario del excedente de pesos, equivalentes a unos USD 38.000 millones entre 2020 y 2021, el Banco Central amplió la esterilización a través de sus propios instrumentos de deuda (Leliq y Pases), mientras que el Gobierno incursionó en recetas ya conocidas, como el atraso del tipo de cambio y de las tarifas de servicios públicos, que repercuten en una mejora del poder adquisitivo en un período de prolongada caída del salario real por cuarto año consecutivo.
Gracias al estricto control de capitales -que cumplió dos años de vigencia el 1 de septiembre- el Banco Central puede regular una devaluación gradual del peso y escindirla de la creciente inflación, gracias a una demanda privada reprimida por el efecto del “cepo”.
En cifras, “anclar” el dólar llevó al tipo de cambio real a su nivel más bajo en más de dos años, desde mediados de julio de 2019, es decir a valores previos a las anteriores PASO de 2019. El Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (Itcrm) que mide el BCRA descendió a los 110 puntos en las últimas semanas. En 2021 retrocede 14 puntos, después de haber finalizado el año pasado en 124,8 puntos.
Este índice mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los de los principales 12 socios comerciales del país, en función del flujo de comercio de manufacturas. “Se obtiene a partir de un promedio ponderado de los tipos de cambio reales bilaterales de los principales socios comerciales, para trazar una medida amplia de competitividad en base a precios”, explicó el BCRA.
Si se toma la inflación acumulada desde el endurecimiento del cepo cambiario el 28 de octubre del 2019 -tras la consagración de Alberto Fernández en las elecciones presidenciales), esta trepó un 94%, mientras que el dólar mayorista ganó un 66%, lo que representa según esta comparación en un atraso cambiario -respecto del promedio de precios- próximo a 16 puntos porcentuales en poco menos de dos años.
El ‘ancla’ cambiaria ayuda de contener parcialmente la inflación al estabilizar los precios de los productos importados
Gustavo Neffa, director de Research for Traders, advirtió a Infobae que “los problemas son mayúsculos y no hay una solución sin dolor a esta situación, sobre todo la solvencia del Banco Central, que es preocupante, y sobre todo por la magra tasa de crecimiento que podemos tener en 2022 y 2023, que no nos posiciona bien. Y menos teniendo en cuenta lo que nos espera en renegociación de tarifas, algunos atrasos de tipo de cambio y de otras variables clave que van a seguir manteniendo la inflación en un 50% el año que viene también”.
Un informe de Marcelo Capello, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea, explicó que “luego de las elecciones, en este escenario moderado habrá interés para recuperar el tipo de cambio real multilateral, aunque la velocidad con que se lo haga dependerá básicamente de la evolución de las reservas de libre disponibilidad del BCRA”.
“Si como está ocurriendo en los últimos días, dichas reservas caen durante un período extenso que podría llegar hasta abril de 2022, y a comienzos del año entrante se encuentran en niveles muy bajos, podría derivar en un salto discreto del tipo de cambio nominal, para luego seguir con las minidevaluaciones diarias. En cambio, si los precios internacionales de las exportaciones locales siguen acompañando y el drenaje de reservas entre septiembre 2021 y abril 2022 resulta poco importante, en el Gobierno se verán tentados a incrementar las minidevaluaciones diarias del tipo de cambio tras las elecciones de noviembre, pero sin saltos discretos importantes”, evaluó Capello.
Ecolatina resalta en sus informes: “La negociación con el FMI en los primeros meses del año entrante pondrá sobre la mesa la necesidad de corregir, al menos parcialmente, el atraso tarifario. Además, incluso si el acuerdo no precisa acciones específicas respecto del mercado cambiario, creemos probable que el BCRA acortaría la distancia que existe hoy entre el ritmo de depreciación del tipo de cambio y la inflación -tal como lo hizo a comienzos de año- para evitar tensiones sobre la brecha cambiaria”.
El ‘cepo’ permite regular la devaluación del peso a un ritmo menor que el de la inflación
“Estos ingredientes, sumados a una inercia inflacionaria que será apenas inferior al 3% en lo que resta del año, harán que la inflación de 2021 finalice en torno al 47%”, acotó Ecolatina.
Un análisis del Grupo SBS aportó que “el mercado ve como catalizadores de las valuaciones tanto al resultado electoral como al acuerdo con el FMI. Creemos que el primero podría marcar qué tan probable será un giro en las políticas que tienda a la estabilización macroeconómica mientras que el segundo podría ser útil para anclar expectativas hacia adelante vía metas fiscales, monetarias y cambiarias. Las próximas semanas irán despejando algunas de estas incógnitas”.
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