Secretos de 5 palacios porteños: las historias y cuánto cuesta alquilar en las imponentes joyas arquitectónicas de la capital argentina

Buenos Aires es una ciudad única en América del Sur desde el punto de vista arquitectónico. Ostenta edificios centenarios que se construyeron con estilos europeos, que en varios casos rematan en cúpula u ofrecen en sus fachadas ornamentaciones de lujo realizadas con materiales finos y por artistas y escultores especialistas que asombran a quienes transitan sus calles tanto a diario como quienes visitan la ciudad.

Hay cinco joyas edilicias que los expertos aconsejan recorrerlas de manera guiada (en algunos ya se retomaron con protocolos por COVID-19). Todas encierran historias únicas y una impronta que marca el estilo y la inversión que se realizó entre las primeras dos décadas del siglo XX.

Se tratan del Palacio Barolo, el edificio Otto Wulff, la Galería Güemes, la Confitería El Molino (que apuran la recuperación para que vuelva a abrir al público en breve) y El Zanjón de Granados. Algunos de estos inmuebles tienen oficinas y locales comerciales ocupados por empresas y profesionales.

A continuación se brinda la reseña de cada edificación que ofrecen trayectorias asombrosas.

Palacio Barolo - Avenida de Mayo 1370

Se trata de una obra construida entre 1919 y 1923 para el empresario italiano Luis Barolo como edificio de rentas y pasaje peatonal (conecta la Avenida de Mayo con la calle Hipólito Yrigoyen). Su arquitecto fue el milanés Mario Palanti, quien también hizo el Palacio Salvo en Montevideo, Uruguay, creador de un estilo particular donde se mezclan lo medieval el hinduismo, historicismo, con soluciones tecnológicas de avanzada para su época.

Durante años fue el edificio más alto del continente, construido en el nuevo material de entonces “la piedra líquida” (hormigón armado) y otra novedad: el ladrillo hueco. Una leyenda urbana lo vincula con la obra de Dante Alighieri, el autor de La Divina Comedia, y se supone que podría haber sido construido como un mausoleo para albergar las cenizas del poeta.

El Barolo está dividido en tres partes, que pertenecen a las divisiones del de la obra de Alighieri, el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. El faro, en tanto, representa al Empíreo, el punto más alto del cielo, la luz divina, la presencia de Dios. El edificio se puede categorizar dentro del movimiento Art Nouveau, pero tiene detalles de arquitectura gótica y neorromántica.

Está coronado con un gran faro que ilumina la Ciudad todas las noches. Y fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997.

Fernando Carral, arquitecto y fotógrafo, un apasionado por las cúpulas, trabajó en el actual Centro Cultural Recoleta desde sus inicios, cuando era un antiguo asilo de ancianos hasta su transformación con el proyecto de los arquitectos Clorindo Testa, Luis Benedit y Jacques Bedel, de los años 80. Realizó varios trabajos en instalación eléctrica y obra civil del Palacio Barolo, en los últimos años. “Construir nuevamente un palacio Barolo sería imposible, los gremios que intervinieron en su construcción no existen: yeseros y marmoleros, por ejemplo. De tan solo pensar que sus formas están realizadas en ladrillos huecos revocados y su magnífica estructura, hoy sería muy difícil de lograr”, dijo a Infobae.

Con un total de 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos), 100 metros de altura se hicieron posibles gracias a una concesión especial otorgada por el intendente Luis Cantilo en 1921, por que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida por la avenida. Hasta el punto más alto de la cúpula mide 90 metros, llegando a los 100 con un gran faro giratorio de 300.000 bujías que lo hacía visible desde Uruguay.

Carral agregó que “para imaginarlo con los elementos de hoy habría que pensarlo bastante, el hormigón se ha desarrollado magníficamente. En lo conceptual, el Barolo es un pasaje público, donde los transeúntes pueden atravesarlo y gozar de toda su magnificencia, a pesar de ser un edificio de renta”.

Precisamente allí, hay oficinas de distintas empresas y algunas organizaciones públicas y profesionales. Se pueden alquilar módulos desde 14 m2, e ir sumándolos hasta totalizar plantas de más de 100 m2. Su alquiler, en algunos casos parte desde los $10.000 y expensas por 2.500 pesos. Son espacios laborales de otro tiempo, con Wifi en la planta baja, seguridad las 24 horas y se realizan visitas guiadas a quienes deseen conocer esta estructura arquitectónica única.

Edificio Otto Wulff - Avenida Belgrano 601

Se trata de un edificio de renta construido hace más de un siglo y que muestra una resolución ejemplar desde el punto de vista arquitectónico en la esquina de la calle Perú y la Avenida Belgrano. Con un estilo de rasgos europeos, un volumen muy expresivo y escultural que culmina con la cúpula más original de la ciudad.

Obra del arquitecto danés Morten F. Rönnow para el empresario Otto Wulff (un próspero alemán, dueño de quebrachales en la provincia del Chaco) asociado con el empresario naviero Nicolás Mihanovich. La edificación es de estilo Jugenstill (el lado germano del Art Nouveau, pero posee también rasgos renacentistas, del neogótico, del eclecticismo y hasta algunos trazos esotéricos propios de Mario Palanti).

También en su proyección y construcción trabajaron los ingenieros holandeses Pieter Jacobus Dirks y Willem Hendrik Johannes Dates. La mayoría de los materiales de terminaciones exteriores e interiores se trajeron de Europa.

Posee dos cúpulas yuxtapuestas rematadas con el sol y la corona, símbolos del imperio austrohúngaro (el edificio fue realizado cuando ambos países formaban una potencia en Europa que cayó luego de la Primera Guerra Mundial), en sus frentes pueden verse varias cariátides de cada uno de los gremios participantes en la obra. Asimismo fauna nativa como cóndores, osos, pingüinos, lechuzas, entre otros animales.

En la fachada impactan los atlantes (figuras humanas que cumplen el rol de columnas que fueron esculpidas en Europa por Franz Metzner, un maestro de la Escuela de Viena) de cinco metros de altura que parecen sostener, desde el segundo piso, el resto de la obra. Otras ocho figuras de hombres que rodean el edificio se distribuyen las tareas involucradas en la construcción: un albañil, un herrero, un carpintero, un electricista, un pintor, un aparejador, un forjador y un escultor. Otro dato llamativo es que en algunos de sus rostros se reconocen los rasgos del propio Wulff y de Rönnow.

También es llamada La Casa de la Virreina Vieja, edificada en 1782 justo en la esquina noroeste de San José y Santo Domingo (hoy Perú y Belgrano), donde vivió Joaquín del Pino y Rozas, Romero y Negrete, el octavo virrey de Buenos Aires (entre 1801 y 1804), y su segunda mujer –Rafaela de Vera Mujica y López Pintado–. En esa esquina, también en 1807, en plena segunda Invasión Inglesa, se libró un combate intenso que coronó el triunfo criollo.

Allí, actualmente hay varias oficinas ocupadas sobre todo por empresas y estudios de contadores y abogados, entre otros profesionales. Por la pandemia algunas se vaciaron (igual efecto que sufrieron la mayoría de los inmuebles corporativos céntricos de Buenos Aires) y otras están en venta por sus dueños. Por ejemplo, hay una superficie de 120 m2 que se ofrece por USD 100.000, la mala noticia es que en su interior hay que reciclar bastante porque varias áreas se encuentran en malas condiciones edilicias.

“Más que un edificio de exquisita categoría edilicia, podría considerarse una fábula de hormigón. En su fachada, acecha un bestiario creado a imagen y semejanza de su autor. Cóndores, querubines, insectos, serpientes, lechuzas, pingüinos pero también dioses y calaveras parecen mirarnos si nos colocamos en la esquina opuesta”, comentó a Infobae Mariela Blanco, periodista y autora del libro Leyendas de ladrillos y adoquines que fue declarado de Interés Cultural por la Legislatura.

Galería Güemes - Florida 165 y San Martín 170

La Galería Güemes representa una de las obras cumbres del Art Nouveau argentino. Fue concebida al estilo de las galerías europeas que conjuga con la modernidad del hormigón de los rascacielos americanos de esa época.

En el año 1913 los salteños Emilio San Miguel y David Ovejero encomendaron al arquitecto italiano Francisco Gianotti la construcción del edificio sobre la calle Florida, pero Gianotti promueve una obra de mayor envergadura, sumando al proyecto el Banco Supervielle, y a los Pacheco, propietarios de los lotes sobre la calle San Martín.

La Galería Güemes fue inaugurada el 15 de diciembre de 1915, considerada uno de los primeros rascacielos de Buenos Aires, con sus 14 pisos y más de 80 metros de altura, fue el edificio más alto de la ciudad de Buenos Aires hasta la inauguración del Barolo.

Comprende un pasaje con locales comerciales que une la calle Florida con San Martín, en el subsuelo un teatro (actualmente están preparando una obra para estrenarse pronto) y un importante salón de eventos (donde hoy por la pandemia sólo están haciendo shows y cenas).

Desde el primer piso salones, oficinas, y a partir del 6º nivel los departamentos amueblados, que hospedaron entre otros a Jean Mermoz (pionero de la aviación francesa). “En la década del 30, en el piso sexto, habitación 605, en tiempos en los cuales allí se alquilaban departamentos a hombres solteros, se alojó un locatario famoso: Antoine de Saint-Exupéry, el padre de El Principito y Vuelo Nocturno (este último parece que lo escribió en esa habitación)”, dijo Blanco.

Este escritor francés de gustos extravagantes trabajó durante un poco más de un año como piloto en la empresa Aeroposta Argentina “cuya sede estaba a escasos 100 metros de este primer rascacielos porteño de torreta naranja y vista panorámica”, añadió.

Al llegar al piso 14º se encontraba la confitería con vistas a la ciudad y donde sonaban los acordes de una orquesta desde un balcón interno del salón.

Gianotti hizo traer desde Milán las pilastras de mármol Boticcino y la carpintería de bronce, los frentes, y las cabinas de los ascensores, las luminarias, y las cúpulas de hierro de los halls.

Cecilia Osler, directora de este establecimiento que combina lo comercial con el arte, contó: “Nuestro objetivo es que quien la visite viva una grata experiencia, actualmente en uno de los locales hemos recreado el intangible cultural de la Galería Güemes. Se exhibe el proyector que estaba en el que fue el cine del subsuelo donde se puede apreciar a través de un código QR las imágenes de los films que allí fueron rodados”.

Otro espacio para el mirador con una pantalla led mostrando las vistas desde allí, y donde se pueden adquirir las entradas para visitarlo, sigue siendo hoy el único Mirador 360 de la Ciudad abierto al público.

Hay un espacio dedicado a Saint-Exupéry exhibiendo la réplica en miniatura del avión que utilizó para sus vuelos a la Patagonia y se exhibe un video con imágenes de su paso por la Argentina, también un sector dedicado a Julio Cortázar y al coro armenio y su director el Jean Almouhian.

La Galería Güemes es declarada sitio de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el 29 de junio de 2000. El 8/08/2002 por la Ley 852 el edificio es catalogado con nivel de Protección Estructural, consignado en el listado de Inmuebles Singulares de la Ciudad de Buenos Aires del Código de Planeamiento Urbano.

La puesta en valor que se llevó a cabo a partir del 2004 ha sido premiada por la Sociedad Central de Arquitectos y el Centro Internacional para la conservación del Patrimonio. Ha sido declarado Edificio Representativo de Buenos Aires por la Dirección General de Patrimonio.

La ocupación de locales (suman 2.000 m2 totales) actualmente alcanza el 86%, los principales rubros son: accesorios de moda, banco, cafetería, chocolatería, ferretería, gastronomía, vinoteca, entre otros. Las oficinas están al 50%, en total dispone de 13.000 m2. Allí trabajan en asesoramiento contable y legal, comercio exterior, seguros, servicios financieros, entre otros.

Confitería El Molino - Avenida Rivadavia 1801

Magnífica obra del arquitecto Gianotti (el mismo de la Galería Güemes) para Cayetano Brenna, en 1916, integra tres edificios con diferentes estructuras y una gran fábrica de alimentos en su subsuelo. Estilo Art Noveau profusamente decorado, con salones que fueron testigos de gran parte de nuestra historia, resuelto utilizando la novísima técnica del hormigón armado. Está frente al Congreso de la Nación.

Hoy, que la puesta en valor del edificio está en su recta final, se puede volver a admirar todo el esplendor que supo tener por casi un siglo dejando el abandono de lado. Fue salvado porque en 1997, cuando cerró o quebró en su actividad comercial, fue declarado Patrimonio Histórico Nacional.

El deterioro progresivo fue oscureciendo la tradicional esquina de 6.900 m2. Recién se tomó una acción concreta en el año 2014, cuando se expropió mediante la Ley 27.009, y se lo transfirió al Congreso de la Nación. La Comisión Administradora del Edificio del Molino, que fue creada por dicha ley, tomó posesión en julio del 2018 y allí comenzaron las tareas de restauración a través del Plan de Restauración Integral del Edificio del Molino (RIEM).

La historia de la confitería se remonta a finales del siglo XIX, cuando los pasteleros Constantino Rossi y Cayetano Brenna crearon la Confitería del Molino, en homenaje al Lorea, primer molino harinero de la ciudad de Buenos Aires. En 1904 compraron el predio de Rivadavia y Callao, y para celebrar el centenario de la Independencia nacional, contrataron al arquitecto Gianotti que trazó el inconfundible estilo que se ve a simple vista al pasar por la esquina de las avenidas Rivadavia y Callao. (Más sobre la historia se puede encontrar en El impactante antes y después de la histórica Confitería del Molino luego de su restauración).

Luis Grossman es arquitecto, docente, periodista y ex director General de Casco Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “Por estar frente al Palacio del Congreso se lo consideraba La tercera Cámara, donde los legisladores seguían acaloradas discusiones. La idea es que a fin de año se finalice por lo menos la planta baja para poder pensar en una concesión. Fecha de apertura total no hay. Sí, en cambio, la ley de expropiación establece que el día que se abra al público se hará bajo distintas modalidades: confitería, espacio cultural y museo de sitio”, destacó.

Zanjón de Granados - Defensa 755

Surgido de un descubrimiento casual al trabajar en el sótano de una propiedad de San Telmo cuando se abrió el entubamiento de un arroyo bajo la Ciudad, se descubrieron túneles, aljibes y parte de historia del país. “Hoy es un complejo de edificios comunicados por túneles, sorprendente y maravillosamente presentado”, dijo Grossman.

Su historia comienza en 1985 cuando el empresario Jorge Eckstein halló túneles construidos hacia el 1780 por familias adineradas que pudieron entubar por cuenta propia el arroyo que pasaba por el lugar, conocido con el nombre “El Tercero del Sur”.

“El Zanjón tiene magia. Por ejemplo, hay un aljibe y si uno se para cerca de él, se escucha el sonido del agua natural que se viene escurriendo de casas vecinas como tratando de buscar la salida al río. Es agua que se va escurriendo por la misma geografía de la ciudad”, contó Carral.

El lugar es algo así como un templo, un calendario vivo que muestra las cicatrices de los cursos de agua y hasta del conventillo que hubo allí en 1830 según pudo averiguarse por los historiadores.

“Hay personas que llegan a conocer estos lugares a partir de su impacto visual, y hay otras que se ven atrapadas por sus mitos y leyendas. Buenos Aires tiene la oportunidad de terminar por consagrarse como un museo a cielo abierto hoy que por la pandemia el mundo tiene todavía cerradas sus fronteras”, concluyó Blanco.

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