Cuáles son los tres ejes de las críticas del kirchnerismo a la gestión de Martín Guzmán

Los cuestionamientos al ministro de Economía por parte del kirchnerismo no son nuevos, pero se exacerbaron tras la derrota electoral del oficialismo en las PASO

Foto: Charly Azcue / Comunicación Senado.

Martín Guzmán quedó en el ojo de la tormenta tras la derrota oficialista en las PASO. El sillón principal del Palacio de Hacienda, o al menos la dirección de la política económica, fue uno de los objetivos del ala del Frente de Todos que responde a Cristina Kirchner. Los cuestionamientos al ministro de Economía, que responde políticamente en forma directa a Alberto Fernández no son nuevos pero se exacerbaron tras el porrazo electoral.

Las críticas a Guzmán ya tomaron cariz público por parte de algunos dirigentes más o menos cercanos a la vicepresidenta, tras varios meses de tensiones más subterráneas, disconformidades sobre algunos aspectos de la gestión de la macroeconomía e incluso por la capacidad de manejo político del ministro en una arena hiperpolitizada y en permanente búsqueda de equilibrio como el Frente de Todos.

Los cuestionamientos al ministro de Economía, que responde políticamente en forma directa a Alberto Fernández no son nuevos pero se exacerbaron tras el porrazo electoral

-Política tarifaria y subsidios

El primer gran cisma entre Guzmán y el cristinismo tuvo lugar a fines de abril de este año. El ministro de Economía intentó despedir al subsecretario de Energía Federico Basualdo, sobre quien mandó a señalar como un funcionario “incompetente” por el reclamo presidencial de la puesta en marcha de un esquema de segmentación tarifaria que, actualmente, todavía no comenzó.

El intento de despido de Basualdo, el primer cisma en la relación entre Guzmán y el kirchnerismo

Basualdo, con terminal política en el Instituto Patria, resistió el embate y sostuvo su puesto en el gabinete de la Secretaría de Energía, con el respaldo del cristinismo e incluso con banca en público del gobernador bonaerense Axel Kicillof. En rigor, las diferencias con Basualdo y con el kirchnerismo no eran solo sobre la segmentación de tarifas sino que iba más allá.

Guzmán tuvo la idea de mantener en términos reales el gasto estable en subsidios en el Presupuesto 2021. Para eso, según cálculos oficiales y privados, las tarifas de servicios públicos hubieran necesitado un reajuste de al menos un 20 por ciento. Basualdo, Federico Bernal (titular del Enargas) y otros referentes económicos cristinistas se opusieron a esa idea y terminaron por imponer subas menos a los dos dígitos.

El ministro de Economía intentó despedir al subsecretario de Energía Federico Basualdo, sobre quien mandó a señalar como un funcionario “incompetente”, pero este resistió en el puesto con respaldo kirchnerista

-Ajuste fiscal:

El ministro de Economía “se sentó” sobre la caja en los primeros meses del año: hasta julio solamente tuvo un déficit primario de 0,7% del PBI, cuando el objetivo anual llega a entre 4,2% y 4,5% del Producto Bruto. Esa suerte de disciplina fiscal estuvo explicada por los ingresos extra por las retenciones, en el marco de la suba del precio de los commodities, y en el impuesto extraordinario a la riqueza.

Distintos sectores del Frente de Todos cuestionaron ese perfil fiscalista del ministro y exigieron meses atrás, de cara a la campaña y con una economía que si bien mostraba una recuperación, no era lo suficientemente robusta, que Guzmán abriera un poco más la canilla del fondeo presupuestario.

Kicillof pidió una mirada "menos fiscalista" para la economía tras la derrota en las PASO

El jefe del Palacio de Hacienda, incluso, tuvo que defender públicamente el sendero fiscal que eligió para esta parte de 2021 y, en un mensaje hacia dentro de la coalición, dijo en distintas ocasiones que no se trató de un ajuste y que hablar de equilibrio fiscal “no es de derecha”.

El gobernador Axel Kicillof habló sobre el tema y reclamó: “Para alcanzar la recuperación y compensar las pérdidas de la pandemia, hay que relajar la mirada fiscalista. Tanto el gobierno nacional y provincial deben dedicarse en este momento a la reconstrucción de manera excluyente; eso implica que el salario le gane a la inflación y que se cree trabajo”.

Distintos sectores del Frente de Todos cuestionaron el perfil fiscalista del ministro y exigieron meses atrás que Guzmán abriera un poco más la canilla del fondeo presupuestario

-Negociación con el FMI:

La marcha de las conversaciones con el organismo para renegociar la devolución de los USD 45.000 millones fueron tema de debate privado y público desde siempre en el Frente de Todos. El cristinismo buscó marcarle la cancha a Guzmán en distintas ocasiones sobre cuáles eran los bordes de la negociación: primero, buscando instalar la necesidad de repagar el préstamo en un plazo de 20 años, algo que no existe en el estatuto del Fondo, y luego buscando limitar el uso de los derechos especiales de giro que repartió el organismo.

La reestructuración de la deuda, la especialidad de Guzmán antes de ser funcionario, fue además el basamento de una de las críticas que también aparecieron desde el ala cristinista del Frente de Todos: que el ministro priorizó más las cuestiones financieras y de agenda de negociación internacional que la economía real, con todos sus problemas, como el nivel de actividad o la inflación.

En el cristinismo miran con recelo la buena sintonía de Guzmán con el FMI. REUTERS/Remo Casilli

La buena sintonía de Guzmán con los técnicos y la conducción del Fondo Monetario también generó recelo en el kirchnerismo, ya que contrastó con un discurso más combativo de otros sectores del oficialismo hacia el FMI. El staff funcionó como una suerte de aliado del jefe del Palacio de Hacienda, ya que respaldó la postura argentina ante los bonistas privados.

SEGUIR LEYENDO: