Mientras sigue el fuego cruzado en la coalición de Gobierno tras la derrota del domingo, el equipo económico avanza con las nuevas medidas para lograr una mejora del salario real e impulsar el consumo antes de las elecciones legislativas del 14 de noviembre. Aunque resulte paradójico, la mejora del humor en los mercados le daría al oficialismo un margen de maniobra mayor para aumentar el gasto y emitir pesos sin que se produzca un desborde del tipo de cambio.
Tal como se esperaba, el impulso del gasto electoral previo a las PASO provocó fuertes transferencias del Banco Central a favor del Tesoro. Justo antes de las elecciones fueron $ 80.000 millones más y ya suma $ 140.000 millones en el mes y nada menos que $ 850.000 millones en lo que va de 2021. Pero la cifra seguirá aumentando fuertemente en los próximos meses.
Por delante hay mucha más emisión, incluso por encima de lo que se venía proyectando ante la necesidad de revertir o al menos suavizar el duro resultado de las urnas. Para eso, habrá medidas destinadas a aumentar el crédito subsidiado a público y empresas, pero sobre todo la idea es recuperar rápidamente los ingresos de asalariados, empleados públicos y beneficiarios de planes sociales.
Según indicaron fuentes oficiales, el jueves ya estaría listo el paquete de medidas que apuntará especialmente a revertir el mal resultado obtenido en la provincia de Buenos Aires.
El problema de expandir el gasto exageradamente y abusar de la emisión monetaria es que el propio Alberto Fernández debería lidiar con las consecuencias en sus dos años siguiente de mandato. El salto inflacionario y cambiario sería inevitable si el déficit aumenta de manera significativa
La vicepresidenta, Cristina Kirchner, apunta sus críticas a la gestión de Martín Guzmán y el ajuste que llevó adelante a lo largo del año. Según sostienen en el kirchnerismo duro, la caída de los ingresos en términos reales a lo largo del 2021, incluso luego del derrumbe de la pandemia, es la principal causa de la derrota. Y ahora el objetivo es recuperar terreno lo más rápido posible.
Claro que en el medio aparece la necesidad de financiar el aumento del gasto y esto se haría en buena medida con emisión monetaria. Por estas horas las dudas pasan por la capacidad que tendría la economía por absorber esta mayor oferta de pesos sin generar un salto inflacionario o más presión cambiaria.
La mejora de los activos argentinos luego del resultado electoral podría dar algo de espacio para una mayor emisión, ya que estaría indicando un aumento de la demanda de pesos. Pero podría tratarse de un fenómeno de corto plazo. De hecho, las dudas respecto a la continuidad de Guzmán, las especulaciones en relación a un diferimiento de un acuerdo con el FMI y un posible deterioro de las cuentas públicas impactaron en los precios de acciones y bonos, con el riesgo país volviendo a niveles de 1.480 puntos básicos.
La “ilusión monetaria” es una ventaja de corto plazo. Una baja puntual de la inflación ayudaría a incrementar el poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y planes sociales. Claro que lo más probable es que se trate de una mejora nominal, que rápidamente sería licuada por la inflación futura
El IERAL, de la Fundación Mediterránea, también alertó sobre el impacto que tendría un deterioro fiscal en las expectativas. “Si vamos hacia una política fiscal cada vez más expansiva, que eleve el déficit primario de 2021 arriba del 4% del PIB, y no deje lugar a un déficit descendente en 2022 para luego alcanzar un superávit en 2023, podría generarse la percepción en los mercados que aún con un cambio de administración existirá una situación muy compleja que resolver”.
Al revés de lo sucedido en 2015, cuando el gobierno de Cristina Kirchner le dejó a Mauricio Macri una suerte de “bomba monetaria”, sin reservas en el Banco Central, millonarias ventas de dólar futuro y un fuerte atraso cambiario, ahora se trata de una situación diferente. Básicamente porque aún le restan más de dos años al gobierno de Alberto Fernández y sería él mismo quien tenga que lidiar con una situación de mayor descontrol financiero y cambiario hasta el final de su gestión.
El Gobierno podría aprovechar el fenómeno de “ilusión monetaria” para sacar una ventaja de corto plazo. Esto significa aprovechar la baja puntual de la inflación para impulsar una mejora de ingresos, lo que ayudaría a incrementar el poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y planes sociales. Claro que lo más probable es que se trata de una mejora nominal, que rápidamente sería licuada por la inflación futura. Lo que importa ahora para el oficialismo es hacer todo lo que está al alcance para mejorar el pobre desempeño electoral y buscar un mejor resultado en las legislativas del 14 de noviembre.
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