¿Se va o se queda? La pregunta recobró fuerza con el resultado de las urnas de ayer. Así, el futuro de la gestión de Martín Guzmán al frente del Palacio de Hacienda entró en zona de definiciones con el resultado electoral puesto. Dentro de unas horas, el ministro enviará el Presupuesto 2022 al Congreso, en medio de mucha incertidumbre, con la negociación con el FMI siempre de fondo y la inflación como grandes dudas para lo que viene. Todo en un contexto de rumores sobre su continuidad, descartadas y desmentidas por su entorno. Desde un punto de vista meramente pragmático y técnico, una salida pronta de Guzmán tendría más aroma a un problema que una solución. Pero las cuestiones técnicas casi siempre chocan de frente con la política.
“¿Tiene el boleto picado? La verdad, no creo. ¿Tiene el puesto asegurado? No, para nada. Eso sí, en los últimos tiempos los presidentes suelen morir con las botas puestas y casi que los ministros de Economía dejaron de ser el primer fusible”. El análisis, con metáfora de transporte público vintage, lo hizo horas atrás un funcionario nacional que se apuró para agregar: “Igual, todo puede pasar”. Se había terminado de votar, pero aún no estaban los resultados.
“Todos actuamos con fuerza sobre la base de convicciones y hay veces que se actúa de una forma que tiene más impacto que otra. Lo que importan son los resultados” (Guzmán)
Desde hace días, los rumores apuntan a tres de eventuales reemplazantes. Martín Redrado es uno de ellos. Luego asoma otro candidato: el ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, que responde a la línea Axel Kicillof/La Cámpora; y hay una suerte de “prenda de paz” que surge de algunos rincones del propio Gobierno y tiene como protagonista a Cecilia Todesca, la segunda de Santiago Cafiero, avalada por Cristina Kirchner al menos desde un tuit reciente. “Sería más de lo mismo”, susurran, sin embargo, desde el ala más dura de la coalición gobernante, voces que se referencian con el Instituto Patria.
El runrún sobre la figura de Guzmán existe desde el mismo momento que asumió, o desde antes. Pero no pasó nada desapercibida en Hacienda que la versión sobre el desembarco de Redrado –que está en EEUU y desmiente a quien lo llame cualquier tipo de presencia en un gabinete futuro– haya sido mencionada en público por Ricardo Arriazu en un reciente evento de S&C Inversiones. Arriazu es uno de los economistas más respetados por sus pares y una de las voces que escucha primero el establishment.
“A Martín ya lo sacaron mil veces. Luego de los bonistas, cuando habla Cristina, en medio de la pandemia. En este momento está muy consolidada la relación con Alberto. Ni se entera ni le importan los rumores”, juran en el quinto piso de Hacienda. Allí también juran que Alberto Fernández “lo banca”, aunque algunos también habrían escuchado al mandatario con cierto tono cansino cuando se refiere en la intimidad al ministro. Más rumores.
El FMI
“Cada dólar que tengamos que pagarle al Fondo, va a ser un dólar menos para pagar importaciones para que las pymes produzcan”, aseguró Cristina Kirchner el jueves en el cierre de campaña. “Estamos cerca”, dijo Fernández unas pocas horas antes sobre la negociación con el FMI.
En menos de 10 días la Argentina le deberá pagar al FMI casi USD 1.900 millones, una de las dos cuotas que se tienen que desembolsar este año del préstamo que tomó Mauricio Macri y que Guzmán busca renegociar con el organismo. Todo indica que se saldará con parte de los USD 4.300 millones que entraron al Banco Central luego de la emisión extraordinaria del propio Fondo por la epidemia. Eso creen en Economía y buena parte del Gobierno. ¿Se pagará, finalmente? Si bien fue en medio de encendidos discursos de campaña, la duda quedó instalada otra vez a pesar de guiños previos a favor del pago. Es una de las urgencias que tiene que resolver Guzmán con las PASO ya en el recuerdo. No es la única, y mucho menos luego del resultado adverso de ayer.
Todo indica que se saldará con parte de los USD 4.300 millones que entraron al Banco Central luego de la emisión extraordinaria del propio Fondo por la epidemia. Eso creen en Economía y buena parte del Gobierno
Además, cuando llegue el momento de pagar, el presidente Fernández –y el ministro– podrían estar en EEUU. En la agenda presidencial hay dos potenciales viajes, que se definirán luego de analizar el mal resultado electoral y que están signados por los interrogantes que plantea la pandemia con respecto a los viajes. Hoy es más fácil que nunca invocar cuestiones sanitarias y asistir por videollamada, o no participar. Uno de los eventos es la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en México, el sábado próximo. El otro, la semana siguiente, la asamblea general de la ONU, en Nueva York. “Si va México, va a EEUU”, aseguran en la Rosada. ¿Podría Argentina tomar la decisión de caer en default con el Presidente y el ministro de Economía en el exterior o apenas llegado al país? Parece un escenario improbable, aunque la campaña sumó un nuevo signo de interrogación. Si el viaje existe, por otra parte, podría haber contactos y reuniones con el FMI sobre la renegociación central, la que importa y genera idas y vueltas en el Gobierno.
“En la brecha cambiaria se juega el partido de los últimos meses y el resultado electoral no va a aliviar ese contexto. Hay muchos pesos y pocos dólares. El Gobierno está vendiendo mucho humo y el acuerdo con el Fondo no está cerca porque no hay metas claras. Con el presupuesto y la meta fiscal no alcanza. Cada vez que hay problemas con el dólar dicen que el acuerdo está cerca”, asegura un experimentado economista que pidió off the record.
Con respecto a la negociación de fondo con el FMI, no hay viaje confirmado a Washington, al menos por el momento. Claro, el resultado de ayer podría acelerar todo como parte de un golpe de efecto, de una estrategia electoral con miras a las elecciones de noviembre. Sí continúan las reuniones técnicas, de las que el ministro participa a veces. En ese contexto, Guzmán insiste con su postura y sus dos líneas de negociación: eliminar las sobretasas de los préstamos –para evitar pagar más de USD 1.000 millones por año– y conseguir la “cláusula salto”.
Como adelantó Infobae a mediados de junio, el ministro volvió de la reunión del G20 de Venecia entusiasmado porque el FMI trabaja en un fondo de resiliencia con un nuevo esquema de créditos sostenibles, que se sumarían a los actuales préstamos stand by y de facilidades extendidas. Guzmán insiste con que en el próximo préstamo exista una cláusula “acople” que les permita, una vez que quede definido, saltar al nuevo esquema, más beneficioso –en plazos, monto e intereses– que el crédito de facilidades extendidas que el ministro cerraría ya mismo si pudiera.
“Se avanzó con la cláusula y el Fondo aceptaría... pero falta”, aseguran en Hacienda, y no dan más detalles. Esa concesión podría ser una forma en la que el organismo acepte errores propios, algo que reclama el ala más dura del kirchnerismo, con la vicepresidente a la cabeza. Cristina Kirchner quiere un reconocimiento más amplio y claro de mala praxis en el préstamo que le dieron a Macri. ¿Le alcanzará esa promesa tan a largo plazo plasmada en el próximo acuerdo?
Mientras cierra los números del presupuesto, Guzmán promete lo de siempre: prudencia y foco en la gestión. Serán claves muchos de los datos allí impresos: crecimiento, dólar, inflación y qué proyecta el ministro en materia de tarifas y subsidios.
Allí se verá el real impacto de la pelea con Federico Basualdo, el funcionario de segunda línea que intentó echar sin éxito y que lo puso al borde de la salida. “Estamos todos de acuerdo en este punto en la importancia de la segmentación. Estamos ahora en una aceleración del proceso, todos actuamos con fuerza sobre la base de convicciones y hay veces que se actúa de una forma que tiene más impacto que otra. Lo que importan son los resultados”, reconoció Guzmán el jueves pasado en una entrevista en A24 con Maximiliano Montenegro.
“Quiere culminar lo que comenzó. Nada que termine antes de lo que corresponde y después, si todo sale más o menos bien, ver algún horizonte político. Trabaja en su imagen: le está sacando punta a un lápiz que dibuja un perfil político”
“No tenemos una agenda para después de las PASO, no existe. Acá la cosa arrancó en diciembre de 2019, se dieron los pasos que había que dar. Vino la pandemia, se trabajó mucho con eso y se siguió negociando la deuda. Al 95% de las pymes y a las economías regionales se les bajaron los impuestos. Martín está perfecto, como si recién hubiera arrancado”, afirman en el entorno del ministro.
A Guzmán se lo nota cómodo en un rol “político” que surgió incluso antes de la campaña. Con todo, y si bien hubo varias fotos en actos en el interior –varias con postura “rockstar”, como definieron desde otro ministerio– prefiere mostrarse “haciendo”, como dicen cerca suyo. “Quiere culminar lo que comenzó. Nada que termine antes de lo que corresponde y después, si todo sale más o menos bien, ver algún horizonte político. Trabaja en su imagen: le está sacando punta a un lápiz que dibuja un perfil político”, asegura, poético, alguien que lo conoce bien. Al menos era así hasta ayer a la noche cuando el resultado electoral cayó como una bomba en el centro del oficialismo.
Como sea, antes habrá que afinar otro lápiz, el de los números que más duelen. La Argentina de la mitad de la población pobre, la inflación cercana al 50% anual, el dólar como eterno protagonista y una economía en llamas luego de las cuarentenas y con las dudas que generarán el resultado de ayer, delimitan el camino. De Guzmán o de quien venga después.
SEGUIR LEYENDO: