El último cuatrimestre comenzó con claras señales de debilitamiento del frente fiscal, al reflejar la recaudación de impuestos en los últimos una sostenida desaceleración en la tasa de aumento real, por el agotamiento de los efectos de los nuevos impuestos y estacionalidad alta de la liquidación de exportaciones del complejo oleaginoso; y también en los planos monetario y cambiario, por el volumen que alcanzó la colocación de Leliq y Pases en las entidades bancarias, porque ya equivalen al 90% de las reservas brutas en divisas en el Banco Central, y 7 veces en términos netos de las propias, por un lado, y la mayor demanda neta de divisas por parte de importadores y compras de particulares, por el otro.
Frente a ese escenario, y en el contexto de un año electoral de medio término que sirve para hacer un primer balance de mitad de gestión del Gobierno, Alejandro Rodríguez, director de la Licenciatura en Economía de la Universidad del CEMA dijo en una entrevista con Infobae (a título personal, enfatizó) que la situación económica ingresará al próximo año con más debilidades que fortalezas, tanto en los planos fiscal, monetario, cambiario, como en el sector real, dónde el desafío será que las empresas que debieron cerrar vuelvan a abrirse y recuperar fuentes de trabajo.
— Dadas las clásicas restricciones que impone la veda electoral le consulto: En tres días el ministro de Economía presentará al Congreso las pautas de Gastos y Recursos para 2022, y según anticipó Infobae, se proyectará un crecimiento del 4% y dólar mayorista a fin del año de $159 ¿Qué espera?
— Un año atrás el ministro proyectaba un dólar a diciembre de 2021 de $102,4 y $123,8 a fin de 2022. La realidad nos muestra que faltando tres meses para concluir el año el dólar oficial ya superó los $103 y probablemente supere los $110 en diciembre. Si cerramos en $110 diría que la proyección del ministro no fue del todo mala. Pero más allá del nivel del dólar creo es interesante mirar la tasa de devaluación que proyecta el ministro. En el presupuesto 2021 se proyectaba una tasa de devaluación de 26% para 2021 y 21% para 2022. Si el ministro piensa que el dólar va a llegar a $159 en diciembre de 2022 entonces estamos hablando de que proyecta una tasa de devaluación de 45%. Eso es un dato para tener en cuenta. Con respecto al crecimiento hay que recordar que la economía todavía se encuentra muy golpeada por las restricciones sanitarias y si no sucede nada extraño en 2022 deberíamos recuperar un par de puntos más del PBI que perdimos en 2020. Lamentablemente los sucesos extraños en la Argentina suelen ser más frecuentes de lo que nos gustaría.
“La economía todavía se encuentra muy golpeada por las restricciones sanitarias y si no sucede nada extraño en 2022 deberíamos recuperar un par de puntos más del PBI”
— En los últimos años, los ministros han subestimado los gastos y también los recursos, 2021, no ha sido la excepción ¿Cree que el Presupuesto es una buena guía para los agentes económicos para conocer el plan de Gobierno?
— Lamentablemente los presupuestos suelen ser de poca utilidad y no es solo un problema nuestro. Cuando era profesor en EE. UU., junto a varios colegas de la universidad, fuimos contratos para realizar proyecciones independientes de ingresos y gastos del Estado de Nueva York ya que entre el ejecutivo y legislativo del estado no se ponían de acuerdo en las cifras. Ahí aprendí que al Ejecutivo le conviene subestimar el presupuesto ya que eso después le da margen para gastar discrecionalmente mientras que los incentivos del poder legislativos son inversos. En el caso particular nuestro, en materia económica, a los políticos solamente les creo cuando me dicen que me van a subir impuestos. Rara vez lo dicen, pero cuando lo dicen suelen cumplir.
— Tanto el tipo de cambio, y más aún los aumentos de las tarifas de los servicios públicos, han quedado en los últimos meses rezagados respecto de la marcha de la inflación ¿Cree que es sostenible ese proceso, o estima que como en 2014, el 2022 comenzará con algunas correcciones de esas variables?
— No me extrañaría que se repita la historia. El problema es que la situación hoy es muy distinta a la de entonces. A fin de 2013 la inflación anual estaba por debajo del 30% y luego de la corrección del tipo de cambio de febrero de 2014 casi llega a 45%. Hoy tenemos una inflación de base superior al 50% y una devaluación modesta del peso la puede mandar a las nubes.
— El 2021 arrancó con un fuerte arrastre positivo en materia de actividad, pero con el correr de los meses, y pese a que el Gobierno aceleró el ritmo de vacunación, se fue debilitando y hoy vuelve a presentar un cuadro heterogéneo ¿Cuánto de ese fenómeno se puede atribuir a la persistencia de la crisis sanitaria, y cuánto a la política económica?
— Mirémoslo de esta manera. La actividad en 2020 cayó por que muchas empresas cerraron y las que no lo hicieron redujeron sustancialmente su producción. La recuperación que vemos en 2021 es producto de que las empresas que lograron sobrevivir a la cuarentena pudieron recuperar en parte su actividad de la prepandemia. Pero esta recuperación es parcial ya que falta que vuelvan a crearse las empresas que se destruyeron el año pasado y eso está complicado. El emprendedor que tuvo que cerrar su negocio lo va a pensar muy bien antes de volver a hundir capital en este contexto de incertidumbre.
“La recuperación que vemos en 2021 es producto de que las empresas que lograron sobrevivir a la cuarentena”
— En el plano económico exclusivamente ¿Qué Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) observa a partir de mañana, independientemente del resultado electoral de las PASO?
— Oportunidades la verdad que ninguna. La única fortaleza que veo es que tenemos superávit comercial, pero dependemos del precio de la soja lo cual es una debilidad. ¿Amenazas? Nosotros mismos.
— Los números monetarios muestran una clara aceleración de la colocación de Leliq y Pases del Banco Central, al punto de aproximarse al nivel equivalente a las reservas brutas en dólares ¿Cómo debería comenzar la entidad que preside Miguel Pesce a revertir ese proceso sin generar tensiones en el mercado de cambios?
— Sacando un plan del estilo Bonex (Nota del Editor: convirtió colocaciones en pesos a plazo fijo a 7 días en bonos en dólares a 10 años de plazo) del menú entonces hay tres caminos para corregir el problema de los pasivos del BCRA. El primero es que la demanda de dinero aumente el y señoreaje le permita al BCRA sanear las cuentas. El segundo es que el Tesoro tenga superávit fiscal y le transfiera los recursos al BCRA. El último es la licuación. No creo que la demanda de dinero aumente y estoy seguro de que no vamos a tener superávit fiscal.
— ¿Qué expectativas tiene con las negociaciones entre el Gobierno y el FMI por un nuevo acuerdo para reestructurar los vencimientos? El Presidente ha dicho que no tiene apuro y el Fondo advirtió que el Gobierno debe reducir el cepo cambiario y lograr superávit fiscal para atraer inversiones…
— La Argentina no tiene un problema con el Fondo, el FMI tiene un problema con Argentina. Pobres los miembros del staff del FMI que tengan que hacerse cargo de este tema. Se van a acordar de Christine Lagarde durante mucho tiempo.
“La mano dura seguirá en 2022 veremos si la suerte nos acompaña nuevamente con altos precios internacionales de las materias primas que exportamos”
— ¿Es sostenible una brecha cambiaria entre el mercado comercial y financiero por arriba del 70 por ciento?
— Con un poco de suerte y mano dura sí. Suerte para que entren muchos dólares de la soja como en 2021 y mano dura para controlar que esos dólares no se te vayan por el lado de las importaciones. La mano dura seguirá en 2022 veremos si la suerte nos acompaña nuevamente con altos precios internacionales de las materias primas que exportamos.
— ¿Una reflexión final?
— El año que viene va a ser otro año para ajustarse el cinturón. No hay espacio fiscal para más gasto social y la presión impositiva sobre los sectores de ingresos medios y altos va a seguir aumentando.
Fotos: Maximiliano Luna
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