Los peores pronósticos sobre el impacto de la pandemia en la economía argentina están muy cerca de cumplirse. Recuperar la caída del 10% del 2020 llevará varios años y el escenario más probable es que Alberto Fernández termine su mandato con un PBI menor al del inicio de su gestión.
Para recuperar aquella caída de 10%, la recuperación debería ser de por lo menos 11% para empezar a crecer. Este año la mejora llegará a 7%, gracias a la reapertura de las actividades, el ingreso de dólares por los altos precios de la cosecha y el impulso monetario para incentivar el gasto en la previa a las elecciones. Pero para adelante el pronóstico es mucho menos optimista.
Un ejemplo de lo que se espera para la economía argentina fue el último informe divulgado por Moody´s, que pone en foco en cómo continuará la actividad tras el repunte de este año. La calificadora calcula una mejora de, 6,8% del PBI este año, pero una gran desaceleración a 2,6% el año próximo. Se trata de un pronóstico en línea con el Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) que divulga el Central y en el que participan las principales consultoras económicas. En el último informe, el cálculo es que el Producto sólo aumentará 2,3%.
Si se diera esta mejora, la economía precisaría crecer un poco más de 1% adicional en 2023 para llegar al nivel prepandemia, tres años después.
“El Gobierno no podrá demorar un acuerdo con el FMI, que debería llegar en los primeros meses del 2022. El organismo ha demostrado flexibilidad, pero aún así demandará algunos ajustes de política antes de firmar”, asegura Moody´s, que además deja trascender críticas a las últimas medidas oficiales: “El Gobierno optó por reforzar los controles de capitales y aumentar los subsidios. Estas medidas alientan el consumo de corto plazo, pero tienen implicancias negativas de largo plazo para los consumidores y la economía en general”.
¿Cuáles son los principales factores que impedirán una reactivación más vigorosa de la economía el año próximo? Estos son algunos de ellos:
El 2022 será necesariamente un año de ajuste: Habrá más aumentos de tarifas para impedir la suba adicional de subsidios. Pero también ajustará el dólar oficial, luego de un año en el que apunta a subir 20 puntos menos que la inflación. Ese incremento gatillará más presiones sobre los precios, especialmente en insumos de productos importados.
Luego del rebote por la apertura de actividades en este 2021, a la economía le costará mucho encontrar motores para que continúe la reactivación. A ese ritmo, Alberto Fernández apenas logrará recuperar lo perdido durante el año e la pandemia al finalizar su gestión
No se espera un shock de precios positivos en el campo: la fuerte suba en la soja y otros productos primarios que hubo este año no se repetirá en 2022, por lo tanto no habrá un ingreso adicional de dólares. Incluso el riesgo es que la cosecha se vea afectada por los efectos de “La Niña” y por lo tanto se produzca una reducción de la producción.
Seguirán bajos los niveles de inversión: con escasa mejora de los salarios, el consumo traccionará poco en 2022. Por lo tanto, la economía prácticamente no tendrá motores encendidos que permitan sostener la reactivación. Tampoco la inversión pegaría un salto significativo, en un contexto plagado de dudas tanto respecto a la situación política como al plan económico. No se espera que los niveles de desconfianza recuperen significativamente, por lo que será escasa la cantidad de empresarios que decidan apostar por un mayor crecimiento.
El impacto positivo de las reaperturas ya se sintió este año: el regreso gradual a la normalidad provocó, como se esperaba, generó un efecto positivo a lo largo de este año. Tanto la actividad industrial, comercial y la construcción volvieron a la dinámica prepandemia y el salto en los indicadores de actividad resultó significativo. Para adelante, la mayor expectativa es la apertura del turismo internacional, que impactaría sobre todo en algunas zonas puntuales como la ciudad de Buenos Aires, cataratas del Iguazú o Calafate, por citar los principales destinos. Sin embargo, el peligro de una mayor apertura es que aumente la salida de dólares por parte de los argentinos que compran pasajes, hoteles y gastan en el extranjero. Se trata de gastos que impactarían directamente sobre las reservas líquidas del Banco Central, que ya están en un nivel límite.
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