El maíz hace ya unos años que dejó de ser un cultivo casi de segunda línea y productivamente a decenas de millones de toneladas de la soja, para transformarse en el mayor aportante de producción a nivel nacional y recuperando terreno perdido que pocos auguraban que podía volver a dedicarse al cereal. Sin embargo, el productor argentino volvió a optar por el grano amarillo y la Argentina a consolidarse como un gran proveedor mundial.
Durante la semana la recolección de 6,45 millones de hectáreas finalizó en todo el país, con un rendimiento de 78,6 quintales por hectárea (qq/ha) que permitió obtener una producción de 50,5 millones de toneladas, un millón de toneladas por debajo de lo obtenido en la campaña 2019/20 pero 8 millones de toneladas por sobre el promedio de los últimos cinco ciclos, indicó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). Así, culminó una campaña signada por la falta de agua, pero que la técnica de los agricultores, la genética y las tecnologías de siembra, lograron conseguir una cosecha considerable.
Si bien la producción obtenida no fue récord - cuestión en la que no coincide el Gobierno nacional, cuyos cálculos abordan una cosecha de más de 60 millones de toneladas, mientras que la Bolsa de Comercio de Rosario estimó un trilla de 51 millones de toneladas -, sí se prevé una cosecha tanto en lo económico como en lo que se refiere a exportación histórica, haciendo referencia al volumen de ingreso de divisas, no en tonelaje despachado, gracias al considerable aumento del precio internacional del cereal.
Eslabones y valor agregado
En diálogo con Infobae, el economista jefe de la Bolsa porteña, Agustín Tejeda Rodríguez, estimó que el valor bruto de la producción, esto es, la cantidad de dinero medida hasta la primera transformación del grano inclusive, ya sea molienda o grano para el primer eslabón de la producción de carne bovina, tendrá un incremento del 21% respecto a la campaña anterior hasta los USD 30.600 millones (USD +5.300 millones), mientras que el valor agregado, llamado también PBI de la cadena, que es lo que agrega cada uno de los eslabones que componen la misma, se expandirá 26% para alcanzar los USD 14.800 millones.
“Nuevamente el maíz es una de las cadenas que muestra mejor desempeño y continúa en estas últimas campañas sosteniendo la contribución del sector a las distintas variables económicas”, sostuvo Tejeda Rodríguez. Más allá de lo que sucedió con los precios, con los cuales se beneficiaron todos los cultivos, el maíz ha tenido una muy buena producción con buenos rendimientos, a pesar del escenario climático adverso, que superó las estimaciones que nosotros teníamos al comienzo de la campaña, donde descontamos pérdidas mayores por el escenario climático y eso tiene que ver con el desempeño del maíz tardío. Esto hace que la contribución vuelva a incrementarse y que va a ser récord para la cadena de maíz”.
Otro factor fundamental son las exportaciones, que según cálculos de la entidad, también serían récord, para rondar los USD 8.100 millones, cifra un 38% superior a lo registrado en el ciclo 2019/20, permitiendo una recaudación fiscal 28% mayor hasta los USD 3.500 millones. De esta manera, Argentina estaría exportando 35 millones de toneladas de grano. “Estamos hablando de seis campañas consecutivas de crecimiento, donde viene aumentando el área y el rendimiento y, por lo tanto, la producción, y eso hace que traccione al resto de los eslabones. Argentina viene consolidándose con exportaciones por encima de las 30 millones de toneladas. Tuvimos 37 millones en la 2018/19 y 36 millones en la anterior. Hoy estamos en 35 millones, pero todavía puede haber algo más, puede subir. El maíz todavía está competitivo a nivel internacional”.
Maíz tardío, la clave
Como dijo Tejeda Rodríguez anteriormente, el maíz tardío fue la clave para aminorar las pérdidas por la falta de lluvias, que golpeó de manera más contundente al cereal sembrado de manera temprana. Esta tecnología de manejo permite extender la ventana de siembra para que en el momento crítico del cultivo en el cual define el rendimiento, no coincida con la falta de agua. O sea, se siembra más tarde para que aumenten las posibilidades de que se registren lluvias en un momento muy importante para el cultivo, generalmente para el mes de febrero.
Esta técnica, que se utilizaba en zonas más marginales, hoy es una herramienta muy aprovechada por el productor, sobre todo si se tiene en cuenta los años secos que le tocó atravesar a Argentina en los últimos tiempos. Por ejemplo, en esta campaña que acaba de finalizar se sembró 48% de maíz temprano y 52% de tardío, mientras que en la 2019/20, que fue un buen año en términos de lluvias, la siembra temprana aportó el 63% del área y la tardía el 37%.
Según detalló a este medio el jefe de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Esteban Copati, “la sequía atravesó la campaña desde su inicio hasta buenas partes de las etapas reproductivas del cultivo. Hubo muy pocos periodos de lluvias durante el verano, pero después gran parte del área agrícola atravesó el ciclo sin grandes aportes, con acumulados muy por debajo de los promedios históricos. Pese a ello, el volumen de producción que se alcanzó fue importante y esto, en gran medida, fue posible gracias a la diversificación de la fecha de siembra, esta herramienta de manejo que cada vez es más adoptada por lo productores”.
Y agregó: “Esta modalidad es muy común en el norte de Santa Fe o Córdoba, toda la periferia de la región núcleo, que siembra generalmente maíz temprano, porque este tiene un mayor nivel de rendimientos, pero a pesar de que la tardía, que se siembra más tarde y acorta el ciclo del cultivo, en algunas regiones el potencial de rendimiento que se logra es similar al de las siembras tempranas. Incluso lo que pasó este año en Córdoba, hubo mejores rendimientos en siembras tardías que temporáneas, y en gran medida es el resultado del desarrollo genético que acompañó a esta herramienta de manejo y hay insumos que se adaptan a esta modalidad. Esta incorporación de tecnología permite que el maíz, a pesar de haber transcurrido un año seco, haya logrado un volumen de producción muy similar a los récords históricos”.
Lo que se viene
Esta impronta de crecimiento que el maíz viene mostrando ya hace varias campañas promete repetirse en la 2021/22, que en algunas zonas del país, ya comenzó con el movimiento de las primeras sembradoras. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se proyecta un nuevo incremento en el área, calculado en 7,6% hasta llegar al récord de las 7,1 millones de hectáreas. Estamos hablando de que, en un año que otra vez se prevé seco, el cereal tenga una expansión en torno a las 400.000 hectáreas. “Esto es lo que nosotros obtuvimos a partir del relevamiento que realizamos y lo que nos arrojan los escenarios de precios y climáticos que estamos observando. Si el clima acompaña vamos a estar en una producción récord”, sostuvo Tejera Rodríguez.
Para el especialista, “hay oportunidades para el maíz temprano como el tardío en lo que se refiere a los precios. Más allá de que los insumos hayan aumentado en estos meses, acortando el margen que tenía el maíz”, aunque consideró que de todas maneras “están por encima de campañas previas. Estamos de nuevo ante una buena oportunidad”.
Por supuesto, el clima será una factor determinante: “Hay que ver si el clima acompaña. Hasta el momento, las previsiones no son las más alentadoras. Esperamos un año en términos de lluvias similar al año pasado, pero la particularidad es que entramos más secos. También podríamos tener de nuevo mayor atraso en la siembra tratando de no pegar el periodo crítico de rendimiento a la época donde prevemos menores lluvias a las normales., por lo que podríamos tener una consolidación del maíz tardío y poner la fecha de su siembra como las más importante”.
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