Mientras los candidatos buscan los votos en un clima de apatía, los economistas analizan qué puede pasar entre las elecciones primarias de septiembre y las generales de noviembre.
De acuerdo con el resultado electoral, estos serían los escenarios económicos que se podrían registrar: si el Gobierno pasa con mucha comodidad estos comicios preliminares en dos semanas, entonces necesitará menos combustible adicional en el consumo, pero el mercado financiero podría reaccionar con más nerviosismo si la oposición queda sin chances.
Si las dos partes quedaran más cerca entre sí, es posible que haya más tranquilidad financiera de corto plazo pero que el Gobierno ponga más fuego en el consumo –con más pesos en la calle y por lo tanto más inflación futura– para asegurarse un triunfo en noviembre.
Si el resultado de las PASO fuera desfavorable al gobierno, los analistas creen que de corto plazo podría haber cierta euforia si eso le abre más espacio a la oposición de cara al 2023
Y si el resultado fuera desfavorable al Gobierno, los analistas creen que de corto plazo podría haber cierta euforia si eso le abre más espacio a la oposición de cara al 2023, pero el Ejecutivo seguramente hará un esfuerzo todavía mayor para reverlo en noviembre, con mayor riesgo en materia fiscal. Más allá de las consecuencias de esta decisión, nadie se ruborizaría porque el gobierno de Mauricio Macri también puso toda “la carne en el asador” después de la dura derrota de las primarias del 2019 para lograr un resultado más decoroso en las generales de ese año.
De todos modos, más allá de estas especulaciones, lo más importante para los economistas consultados por Infobae es que luego de los comicios se consolide la negociación y la posibilidad de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ineludible en 2022 por la gran concentración de vencimientos con el propio organismo y también en el mercado local.
En este sentido, el voto de los analistas es unánime: el acuerdo con el FMI es una condición necesaria pero no suficiente para que la economía pase de la actual fase de rebote a una recuperación sostenida y robusta, muy necesaria luego de casi cuatro años de malos números macroeconómicos.
Al respecto, la directora de la Fundación Capital, Irina Moroni, dijo a Infobae que prevén “un alza en el poder de compra de la segunda mitad del año, aunque limitado frente al deteriorado poder adquisitivo de la población. En este sentido, estimamos que los salarios del sector privado registrado verificarán un incremento del 2,2% interanual en términos reales en la segunda mitad del año, tras la baja del 5,9% interanual en los primeros seis meses”. De este modo, agregó: “proyectamos un alza en el consumo del segundo semestre (4% en el tercer trimestre desestacionalizado y 1,2% en el cuarto), sin recuperar los niveles del 2019″, aclaró.
En paralelo, Moroni destacó que “la actividad económica continuará con una marcada heterogeneidad sectorial; algunas actividades se presentan en crecimiento, como es el caso de las tecnologías de la información, el agro, la industria o la construcción. En tanto, otros sólo exhiben un rebote frente a la baja base de comparación, como por ejemplo el sector textil o las ventas minoristas”.
“La actividad económica continuará con una marcada heterogeneidad sectorial” (Moroni)
Además, “sectores como el turismo, la industria cultural o el transporte de pasajeros continúan en caída. Así, finalizaremos el año con un rebote de la actividad (7%), aunque ubicándonos en niveles del 2010 y, en términos per cápita, del 2006″.
Así, advirtió que “se llega a las elecciones con tres riesgos latentes: el cambiario, el social y el inflacionario; respecto al primero, se sostienen múltiples brechas cambiarias, diversas restricciones y reservas netas exiguas (a fin de año proyectamos se ubiquen en USD 3.500 millones) con pasivos monetarios crecientes (alcanzarían los $8,37 billones en el último trimestre del año, 17,1% del PBI)”.
En el mercado socio-laboral, “hay 845 mil jóvenes desempleados y 3,7 millones de ocupados con ingresos por debajo del salario mínimo vital y móvil. Por último, el riesgo inflacionario, que si bien podríamos ver una moderación en los registros mensuales, ésta debe matizarse, ya que el año finalizará con un incremento en el IPC del orden del 49,6%, incluso con tipo de cambio, tarifas y precios de algunos productos congelados”.
“Aún más, la elevada dispersión entre los componentes de la inflación al consumidor y otros registros de precios también implican una mayor inflación hacia delante. Asimismo, las decisiones de política económica durante este segundo semestre también fogonean la inflación. Destaca la política cambiaria de atraso, con reservas netas escasas para fin de año. Además, una política de ingresos que de cara a las elecciones recompondrá parcialmente los salarios reales. A su vez, una política monetaria de importante asistencia del Banco Central al Tesoro, con tasas de interés reales muy negativas”, explicó Moroni.
“El impulso al consumo que las autoridades quieren dar entre las PASO y las elecciones legislativas de medio término no pone en riesgo la política cambiaria oficial en ese lapso, pero después de los comicios, sin un programa económico integral se podría advertir una mayor tensión cambiaria e inflacionaria”, indicó la economista.
Después de los comicios, sin un programa económico integral se podría advertir una mayor tensión cambiaria e inflacionaria (Irina Moroni, Fundación Capital)
El director de LCG, Guido Lorenzo, expresó: “Hasta las primarias se intentará mantener el tipo de cambio; si con el resultado el dólar se mantiene estable, pero con un mal resultado del oficialismo, seguramente el Gobierno intentará implementar medidas de expansión del consumo y asistencialismo, combinado con un fuerte anclaje cambiario”.
“Si en cambio la elección es muy favorable puede ser que haya más posibilidades de que se contagie el tipo de cambio. En caso de que gane la oposición, se podría pensar en un mercado cambiario más calmo y un mayor diálogo, de manera tal de poder pensar un año próximo con mayor nivel de consenso”, afirmó.
En tanto, el director asociado del estudio Eco Go, Sebastián Menescaldi, afirmó que “tras las elecciones y suponiendo que se puede ir dejando atrás la pandemia -con efecto no significativo de la Delta, consolidación de la vacunación y cambio de estación-, prevemos que la economía seguirá recuperándose a partir del desempeño de los segmentos más relegados”.
“El turismo, transporte y esparcimiento serán los segmentos que dinamizarán la economía hasta las elecciones. Ello permitiría exhibir un crecimiento algo superior al 4% interanual en noviembre y de 8,5% en el acumulado del año”, detalló.
“La expansión sería motorizada principalmente por el consumo de los hogares y las familias que empieza a remontar, de la mano de las nuevas paritarias y la movilidad previsional, la reducción de la carga impositiva y las transferencias extraordinarias a los segmentos de la población más relegados”. A estos factores “se le sumaría el reciente programa de crédito para trabajadores independientes y condiciones financieras favorables, de la mano de los programas de venta Ahora 12/30”.
“La expansión sería motorizada principalmente por el consumo de los hogares y las familias que empieza a remontar, de la mano de las nuevas paritarias y la movilidad previsional” (Menescaldi)
“Todo ello permitiría elevar los niveles de consumo de las familias. No obstante, estas políticas podrían tener efectos no deseados y la efectividad de nuevas medidas para incentivar el consumo pueden tener retornos decrecientes. Ello se debe a que las mismas pueden implicar un mayor deterioro del resultado fiscal (gastos extraordinarios o pérdida de ingresos), llevando a incrementar las necesidades fiscales y por ello a una emisión monetaria mayor a la que acepta la población”, dijo el economista.
Además, observó Menescaldi que “un mayor impulso del consumo podría seguir presionando el balance cambiario en los próximos meses por mayores necesidades de importaciones y por ende la evolución de las reservas internacionales”.
“Todo ello podría afectar negativamente las expectativas (inflacionarias y cambiarias) provocando que el ritmo de avance de los precios sea mayor al previsto y, por ende, la recuperación de los ingresos de las familias más acotada”.
A su vez, Elisabet Bacigalupo, responsable de análisis macro de Abeceb, sostuvo que “si al oficialismo le va mal en las PASO puede adoptar medidas ultra expansivas para sumar votos en las elecciones de noviembre y eso genera cierta preocupación porque sería una estrategia riesgosa en términos de profundizar los desequilibrios macroeconómicos y el desequilibrio de los precios relativos”.
“Podría exacerbar las presiones inflacionarias, elevar más la brecha cambiaria y, sobre todo, deteriorar las expectativas de mediano plazo; dependerá si las medidas que el Gobierno podría adoptar en este sentido fueran de carácter transitorio, de unos meses -como más ayuda social- tendrá un impacto transitorio en el presupuesto; pero si adoptan medidas más estructurales, que impactan en las cuentas públicas”.
En tanto, Camilo Tiscornia, codirector de C&T, afirmó que la variable clave a seguir será el financiamiento del Banco Central al Tesoro hasta fin de año. “Creemos que del Banco Central conseguiría unos $ 800 mil millones, más lo que obtenga en el mercado de deuda. Si consiguieran esa suma del Central, significaría aumentar la base monetaria hasta fin de año cerca de un 28%, cuando en lo que va del año se elevó cerca de 19%”, advirtió.
“Obviamente esto va a presionar un poco sobre los tipos de cambio; parece que es inevitable, pero también hay margen para que se termine pasar a demanda genuina de consumo que hay”, aclaró Tiscornia.
Al respecto, destacó Tiscornia que “hubo un repunte de la confianza, sobre toda la intención de compra y durables que hay que ver si se mantiene, porque eso reflejaría efectivamente que hay cierta presión de la gente a demandar bienes y servicios”. Del otro lado, “el riego es que eso reavive la inflación”.
“Si esta especie de reactivación del consumo se diera obviamente va a estar muy condicionada por el tema de la Delta, que nadie sabe cómo evolucionará. Hay espacio para que mejore el consumo, pero también habrá presión sobre los dólares, aunque el gobierno va a usar los controles y va a entregar reservas”.
“Da la sensación de que se podría llegar una mejora en materia económica sin que se descontrole demasiado la macro, pero como siempre la pregunta es qué va a pasar el día de las elecciones”, concluyó Tiscornia.
Por otra parte, un informe de la consultora PxQ del ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis advirtió que “es evidente que ‘la foto’ no es buena, con inflación alta, brecha cambiaria en un nivel elevado, salario real bajo y poder adquisitivo en mínimos de los últimos seis períodos electorales”.
“Lo que podría cambiar el panorama, sin embargo, es ‘la película’: la salida de la pandemia y la recuperación de la actividad a la par de una leve mejora del salario real comparado con 2020. Eso, sumado a la buena performance del BCRA en el mercado cambiario que le permite reducir la volatilidad en los tipos de cambio y a una gradual desaceleración de la inflación, son las únicas mejoras que se pueden percibir en la etapa preelectoral”, destacó el economista.
“Es evidente que ‘la foto’ no es buena, con inflación alta, brecha cambiaria en un nivel elevado, salario real bajo y poder adquisitivo en mínimos de los últimos seis períodos electorales” (Álvarez Agis)
En particular, PxQ resalta que “el salario real viene en caída desde el máximo alcanzado en julio del 2015, equivaldría a $109.000 medido a valores de junio de 2021, cuando el Ripte (Remuneración Imponible para el Trabajador Estable) promedio se ubicaba en $84.510; en el período en consideración el poder adquisitivo del sueldo medio de los trabajadores registrados se redujo 23% por ciento”.
En términos comparativos, “si se observa puntualmente cada una de las últimas 5 elecciones, el salario real de 2015 fue superior al de 2013 y 2017 (niveles similares) y estos superiores al de 2011 y 2019”, reflejando que no necesariamente un mejor ingreso de la gente se refleja en un voto de confianza hacia el gobierno de turno.
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