Con la pandemia que aún no permite visualizar una salida clara más allá del avance en la vacunación, el Gobierno se encamina a cerrar un proyecto de Presupuesto 2022 prácticamente con las mismas incertidumbres que tuvo para definir el de este año. Pero lo que sí tienen claro los funcionarios es que difícilmente se repita el escenario extraordinario del año actual, con los altos precios de las commodities y la inyección de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaban de ingresar a las arcas del fisco y que le servirán al equipo económico para cancelar los vencimientos con el organismo y dilatar el acuerdo hasta comienzos del año próximo.
Algunos miembros del Gobierno insisten en que el objetivo es acordar con el Fondo una vez pasadas las elecciones, pero fuentes cercanas a la negociación aseguran que si bien los técnicos han avanzado bastante en la trayectoria posible de los números, aún deben discutir con qué políticas se llega a esas metas, y ello quedará para después de los comicios. Por lo tanto, sería extraño que logren firmar el tan anhelado acuerdo en diciembre, como pretenden algunos funcionarios. Lo que está claro es que debería suceder antes de marzo, cuando vencen USD 4.000 millones con ese organismo y USD 2.200 millones con el Club de Paris.
¿Podría dilatar el Gobierno aún más este acuerdo? En principio, no. La Argentina no tiene dólares y el escenario excepcional de 2021 no se repetirá el año próximo, coinciden los analistas. Claro que siempre aparecen voces dentro del kirchnerismo duro que insisten con intentar un redireccionamiento de los DEGs de otros miembros del Fondo, que podrían prestarle al país con un interés mínimo. De hecho, existen negociaciones con México, Rusia y Portugal para lograr créditos bilaterales a ser repagados a 20 años.
Un reciente informe de la consultora Equilibra sostiene que “las chances de volver a posponer un acuerdo con el FMI lucen acotadas: los futuros de las commodities agrícolas muestran un descenso respecto de los valores actuales, no se espera una nueva inyección global de DEG por parte del FMI y el año que viene los servicios de deuda con el Fondo y el Club de Paris se triplican (US$ 21.200 millones)”. Si bien remarca que ese escenario no puede descartarse totalmente, sostiene también que para poder pagar los vencimientos, los precios agrícolas o la cosecha local tendrían que generar un incremento adicional de agro-divisas y el Ejecutivo debería conseguir fuentes de financiamiento alternativas, como China, Rusia o la reasignación de DEG.
De todos modos, ése no sería el mejor escenario para la economía argentina, ya que aún sin llegar a incumplir con el FMI, la cuenta capital se mantendría estresada sin un acuerdo con el organismo, aseguran en el sector privado. Para la consultora que dirige Martín Rapetti, “asumiendo un clima que no condicione la cosecha del próximo año, lo que finalmente suceda en el contexto internacional resultará clave para las perspectivas de la economía argentina en 2022. Tanto los precios internacionales de las commodities como el ritmo de expansión de la demanda externa de manufacturas y servicios son factores exógenos a las decisiones de las autoridades económicas; en cambio, el Ejecutivo puede operar sobre la confianza y las expectativas si concluye la reestructuración de la deuda pública”, precisó en el documento.
“Aunque tengas un contexto internacional favorable en 2022, el acuerdo con el FMI es inevitable. Además, necesitás dólares para importaciones también”, afirmó el economista de Empiria, Juan Ignacio Paolicchi. Según su visión, “sería extraño que otros países reasignen sus DEG a una tasa baja, cuando el mercado lo hace al 19%”, por lo que el escenario base que manejan en la consultora es de un acuerdo con el FMI para prorrogar los vencimientos.
Con respecto al precio de las commodities, que ya están más bajos que el pico al que llegaron, el analista afirmó que si bien es difícil proyectar qué ocurrirá con el ciclo, “seguramente será un escenario más complejo porque el dólar podría apreciarse a partir de decisiones que tome la FED y ello repercutirá en el valor de las commodities”.
Si la Reserva Federal de los Estados Unidos sube la tasa o directamente empieza a disminuir el ritmo de compra de los bonos del Tesoro para retirar liquidez y evitar presiones inflacionarias -lo que haría subir la tasa de bonos de largo plazo- el dólar subirá y, por ende, bajarán los precios de los productos que la Argentina exporta. Para Paolicchi, en 2022 habrá restricción externa, no habrá un sobrante de dólares como tuvo el país este año y tampoco le será fácil al Banco Central acumular reservas. Sus estimaciones de crecimiento rondan el 1,5%, una cifra similar a la que proyecta la mayoría de las consultoras.
En Analytica proyectan un aumento del PBI de entre 1 y 1,2% para el año próximo. Su titular, Ricardo Delgado, coincidió con sus colegas en que “no hay margen para no acordar con el FMI”, ya que el viento de cola con el que el país se benefició este año ya no estará el próximo. “Cuando analizás los ciclos de precios internacionales, difícilmente duran más de un año. Con lo cual, ya está. El problema es que no tenés dólares para que la producción local empiece a crecer y saltar de los niveles de rebote. Vamos a volver al 2019 en términos de nivel de PBI y a los problemas previos a la pandemia, que eran los de una economía ya complicada”, precisó Delgado.
Para Delgado, el acuerdo con el FMI es inevitable, pero tampoco resuelve nada estructural, como por ejemplo cómo generar condiciones para la inversión, cómo generar divisas. Y agregó que la clave de la discusión que se tiene que dar con el organismo es justamente esa: cómo generar condiciones para que ingresen divisas al país, porque en definitiva es saber cómo hará el país para poder pagarle la deuda.
Por su parte, Gabriel Caamaño, de EcoLedesma aportó que “la restricción externa es el actual esquema de política económica” y que el país se vuelve a enfrentar con los limitantes de este enfoque cuando tiene que pasar de la recuperación al crecimiento. “La clave para desatar ese nudo es aprovechar el acuerdo con el Fondo para iniciar un cambio de enfoque, que a la no tan larga te permita salir del cepo sin una crisis. Patear pagos descomprime, pero no soluciona el problema de fondo”, agregó el economista.
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