El presidente Alberto Fernández planteó que tal vez las criptomonedas pueden contener la inflación, al mismo tiempo que el Banco Central retomó la práctica de la emisión de pesos para transferir utilidades contables a la Tesorería, y luego de haber firmado un DNU que elevó las partidas de gastos para el resto del año en $708.000 millones.
Claramente, “es interesante que el Presidente reconozca que la Argentina tiene un problema gravísimo en materia inflacionaria y busque otros medios, herramientas y caminos para discutir como posibles soluciones”, dijo a Infobae Alfredo Romano, Licenciado en Administración de Empresas y Magister en Finanzas de la Universidad de San Andrés y de Políticas Públicas en la Universidad de Columbia, presidente de Romano Group, dedicada a la consultoría económica y financiera y profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Austral y director de la Diplomatura en Mercado de Capitales de la Universidad Austral.
Pero al mismo tiempo, uno de los estudiosos del sistema bimonetario argentino y de avanzar hacia una moneda única, tema de su reciente y primer libro: “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica”, destacó la importancia para erradicar la inflación de elegir una moneda generalmente aceptada por la sociedad y que el equipo económico no transmita un mensaje contradictorio.
— El Presidente dijo que “no hay que negarse a las criptomonedas” porque pueden contener la inflación ¿Cree que ese es el instrumento que necesita la Argentina para erradicar un flagelo que arrastra por décadas?
— Por un lado es interesante que el Presidente reconozca que la Argentina tiene un problema gravísimo en materia inflacionaria y busque otros medios, herramientas y caminos para discutir como posibles soluciones. Bienvenido el debate de pensar nuevas soluciones para la Argentina. Lo negativo del análisis radica en que los cripto activos están todavía muy lejos de consolidarse como monedas estables y por ende aceptadas de manera masiva como reserva de valor. También, falta un camino por recorrer en materia regulatoria, ya que la innovación es fundamental para evolucionar como sociedad, pero también genera desafíos.
La innovación es fundamental para evolucionar como sociedad, pero también genera desafíos
— ¿Es el dólar, la dolarización, una mejor alternativa para contar con una moneda que pueda cumplir con los requisitos que debe reunir para conducir a la estabilidad de los precios: unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor?
— La sociedad argentina eligió al dólar como moneda debido a que si analizamos la inflación acumulada de los últimos 35 años resultó ser la más alta del planeta. En promedio convivimos con una suba generalizada de precios de casi el 60% anual en los últimos 40 años. Es imposible pensar que el argentino no fuera a buscar refugio en otra moneda más estable. El dólar americano es la moneda más usada en las transacciones internacionales ocupando ampliamente el primer lugar. Según un informe de Statista, portal de estadísticas online alemán que pone énfasis en estudios de mercado, en 2019 el dólar ocupaba el 88,3% del volumen diario medio negociado en el mercado mundial de transacciones. Por ende, no hay preferencias con la moneda americana sino que por default la sociedad argentina utiliza al dólar como auténtica moneda para preservar su patrimonio. Al tener una economía espontáneamente dolarizada, es muchísimo más sencillo avanzar en un plan monetario que contemple al dólar como única moneda de curso legal, logrando rápidamente el objetivo que el Presidente busca: reducir drásticamente la inflación en 24 meses.
— Pero, al mismo tiempo que el Presidente hablaba de contener la inflación el Banco Central comenzaba con una práctica corriente de emitir para financiar al Tesoro ¿Qué le sugiere?
— La economía se puede definir como un automóvil con cuatro cubiertas, sin las cuales el vehículo no puede trasladarse. En nuestro caso, cada una de las cuatro ruedas representa: confianza, previsibilidad, estabilidad y seguridad. Si alguno de estos elementos no participa en la vida cotidiana, los ciudadanos empiezan a percibir los problemas. Si el mensaje del equipo económico es contradictorio en cuanto a la búsqueda de bajar la inflación, los resultados van a ser los que estamos percibiendo, muy negativos. Recordemos que el ministro de Economía defendió a raja tabla una inflación proyectada del 29% para el 2021 y en julio ya superó ese umbral.
— Diversos países han atravesado por largos procesos inflacionarios y han logrado erradicarlos. La mayoría con “políticas ortodoxas” de ordenamiento de las finanzas públicas y reformas estructurales en el campo laboral, tributaria, apertura comercial y disciplina monetaria, y pocos con la renuncia a la “soberanía monetaria”, como significaría la dolarización o ahora la criptomonetización. Usted es un impulsor de la dolarización ¿Por qué?
— No estoy de acuerdo con la expresión “renuncia a la soberanía monetaria”, ya que 19 economías europeas renunciaron a su moneda, pero no perdieron su soberanía de ninguna manera, entre las cuales se encuentra España que dejó de lado a la peseta, Italia a la lira, y Alemania al marco. Portugal, que es el país elegido por el Presidente como modelo económico a imitar, no perdió su soberanía monetaria en pos del ingreso a la zona Euro, para cambiar y mejorar principalmente la vida a la clase media y los sectores vulnerables del país. De esta manera se evita que convivan en la inestabilidad que genera el peso y se disfrute de la estabilidad que genera un cambio monetario con un ancla en el dólar. En este nuevo escenario se evitaría que el salario real no se vea fulminado por la degradación mensual del peso. Volviendo a las bases de nuestro razonamiento acerca del funcionamiento de una economía, la dolarización es una política económica compuesta por un rompecabezas donde sus piezas se retroalimentan continuamente. Cada una de estas piezas son las bases y cimientos para el crecimiento del largo plazo. Además, pienso que un cambio paradigmático como lo puede ser perder la moneda local va a implicar otras reformas que necesita la economía argentina en materia comercial, impositiva, laboral y previsional.
“No estoy de acuerdo con la expresión “renuncia a la soberanía monetaria”, ya que 19 economías europeas renunciaron a su moneda, pero no perdieron su soberanía de ninguna manera”
— En un país en el que la dirigencia política, sea peronista, radical, o nuevas corrientes, con muy pocas excepciones, ha demostrado no tener convicción de la necesidad de bajar drásticamente el gasto público, eliminar los subsidios y tomar deuda sólo para cancelar créditos caros ¿Cree que la dolarización puede conducir a forzar el camino hacia la disciplina fiscal?
— Tengo un diagnóstico distinto respecto al mayor problema estructural que tiene nuestra economía. No creo que sea únicamente el fiscal, ya que la mayoría de las economías en vías de desarrollo y desarrolladas del mundo conviven con déficit fiscales altos y Estados muy grandes. Históricamente hemos hecho hincapié en el frente fiscal como el principal desestabilizador de nuestra economía, sin embargo, nuestro principal problema reside en el frente monetario. Miremos algunos números: España tiene un gasto público respecto a su PBI del 52%, Alemania 51%, Reino Unido 50%, Francia 62%, Italia 57% y Portugal 48 por ciento. Ecuador 37%, Brasil 43%, Nueva Zelanda 42%, Bolivia casi 37 por ciento. La Argentina, dependiendo el tipo de cambio que utilicemos rondamos el 40-41%. Es decir, no tenemos un Estado monstruoso comparado con decenas de otras economías. Por otro lado, analicemos en materia fiscal el desempeño de Perú, Bolivia, Brasil y Colombia. Todas estas economías conviven con déficit fiscales recurrentes en la última década.
Y en materia de endeudamiento, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo BID, para los próximos años se espera que la región continúe con niveles de deuda elevados, que en promedio rondarían 74,5% del PBI. Si analizamos los números de Europa, el promedio de la deuda respecto a su PBI ronda el 90%. Portugal, elegido por el presidente Alberto Fernández como un ejemplo a imitar, tiene una deuda respecto a su PBI del 133% al 2020, mientras que Argentina luego de su reestructuración y dependiendo del tipo de cambio que tomemos, podemos decir que ronda el 80% de su PBI. Es decir, muchísimo países latinos y europeos sufren los desmanejos de sus gobernantes, incurriendo en mayores gastos que lo que pueden afrontar. Pero cada uno de estos países a diferencia del nuestro, tiene una moneda no tan débil como la nuestra. Y de ahí es donde nacen los grandes problemas estructurales que sufre nuestra economía a diario, como la inflación, la caída del salario real, las crisis económicas.
— ¿Si se aceptara su propuesta monetaria, como sería en resumidas cuentas los pasos que debería llevar adelante el gobierno argentino?
— El proceso de dolarización se debe llevar adelante canjeando la base monetaria por dólares, es decir la cantidad de billetes y monedas en manos de los argentinos (M0). También se suma el dinero de los bancos depositados con el Banco Central -encajes-. Ecuador dolariza su economía utilizando ese esquema sin ningún tipo de ayuda o apoyo financiero de los Estados Unidos.
Al 3 de agosto 2021 M0 es de $3.016.464 millones y si se toma el verdadero tipo de cambio de equilibrio de mercado dólar Bolsa o MEP de $170, la Argentina necesita para hacer ese canje de pesos en circulación por dólares USD 17.000 millones. Según estimaciones privadas, el país cuenta con reservas de libre disponibilidad por unos USD 5.900 millones. Por ende, se necesitaría atesorar unos USD 11.000 millones en reservas netas líquidas para comenzar el proceso de reforma monetaria. En el primer semestre de 2021 si no tuviéramos un cepo cambiario, principalmente, la capacidad de atesorar reservas hubiera sido muchísimo mayor ya que las importaciones acumuladas en ese período alcanzaron a USD 28.600 millones, mientras que las exportaciones llegaron a USD 35.290 millones, el nivel más alto desde 2013 y alcanzando un superávit comercial de USD 6.690 millones. Lo que quiero transmitir es que debido a los excelentes términos de intercambio (suben más precios de las exportaciones que los de las importaciones), la posibilidad de acumular USD 8.000 millones extras para dolarizar el país luce absolutamente factible.
“La Argentina necesita para hacer ese canje de pesos por dólares USD 17.000 millones”
— ¿Esto quiere decir que el país va a dejar en manos de los Estados Unidos su política monetaria y perderá libertad económica?
— En primer lugar, vamos a definir qué significa la libertad económica. Según distintas definiciones es el derecho de cada país a manejar y administrar sus recursos económicos; del mismo modo que las personas controlan su casa, sus honorarios, sus ahorros e inversiones; así como decidir libremente qué hacer con los recursos acumulados en el tiempo. En tal sentido, existen dos instituciones reconocidas a nivel global en la elaboración del índice de Libertad Económica mundial, una es The Heritage Foundation, radicada en Washington DC, mientras que la otra es The Fraser Institute, definida como una organización independiente, apolítica, radicada en Canadá. Entre los puntos que evalúan estas organizaciones se destacan la posibilidad de tomar decisiones económicas personales, el acceso voluntario al intercambio comercial mundial, la libertad para ingresar y competir en otros mercados del mundo y la protección de las personas y la propiedad privada por parte de agentes externos. Respecto del intercambio comercial mundial, cuando vemos que en la Argentina es complejo importar un producto o también resulta difícil vender un producto al exterior por todas las gestiones administrativas y cargos aduaneros e impositivos que incluye la acción comercial, sobresalen todas las flaquezas que tiene nuestro país en la libertad comercial y el vínculo con el resto del mundo.
Según la Hermitage, en 2020 la Argentina ocupó el puesto 149 de 180 países, como una de las economías con menor libertad económica del mundo. Si nos guiamos por The Fraser, se posicionó en el 144 lugar sobre 162 naciones. En esas mediciones Iraq está en el puesto 146, Congo 154, Irán 158 y Sierra Leona en el 137. Brasil en el 105, y Ecuador -que está dolarizada- en el 110. Paraguay en el 67 y Uruguay en el 66. Por otro lado, analizando lo que sucede en Europa que se rige por una moneda única, el euro, según The Fraser, Alemania está hace décadas dentro de los 25 primeros puestos, España en el 33, y el resto de las naciones de la zona del Euro dentro de los primeros 50 puestos, es decir, tienen mejores índices de libertad económica que la Argentina. Por lo tanto, con la dolarización la Argentina pierde su capacidad de imprimir moneda, pero eso no quiere decir que renuncie a su libertad económica, la cual está deteriorada con exceso de controles y regulaciones.
— Los lectores de Infobae conocen su convicción sobre “el bimonetarismo en la Argentina está agotado”, y ahora se prepara para dar a luz su primer libro: “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica” ¿Cree que están dadas las condiciones socioeconómicas y políticas para plantear una solución diferente al flagelo de la inflación?
— Cada gestión nueva que fracasa en la Argentina en materia económica es un fracaso para la sociedad en su conjunto. No podemos alegrarnos o remarcar constantemente “yo te dije que con estas políticas no vas a solucionar el problema de la inflación, el salario real”. Debemos trabajar en desarrollar nuevas propuestas económicas innovadoras, amplias y completas que busquen de una vez por todas cambiar la palabra “fracaso argentino” por “éxito argentino”. Mi propuesta económica simplemente quiere sumar a ese espacio de debate y discusión un plan completo que ataque como eje central el frente monetario, estabilizando de una vez por todas nuestra economía y al mismo tiempo, avanzar en cambios profundos en materia comercial, fiscal e impositivo, que dinamicen los distintos sectores económicos claves de nuestro país. En este, mi primer libro, va a poder ver en detalle mi propuesta económica. Para responderle, creo que se están dando las condiciones para un cambio de paradigma en materia económica que llegará en los próximos tiempos a Argentina.
“Mi propuesta simplemente quiere sumar al debate un plan completo que ataque como eje central el frente monetario, estabilizando toda la economía”
— ¿Cuáles serían los costos iniciales y cómo se afrontaría con un punto de partida de 50% de la población en estado de pobreza, un Estado quebrado y amplios sectores medios a altos ingresos irritados con quiénes intentaron “sincerar” las tarifas?
— Los costos iniciales se asocian a que únicamente se va a considerar verdaderamente este cambio monetario una vez que hayamos tocado fondo en materia económica, por ende lo que quiero transmitir es que una reforma monetaria solo se dará con mayores niveles de inflación, de caída del salario real y de baja de la actividad agregada. Vamos hacia ese camino ya que somos la economía latinoamericana que menos creció en los últimos 10 años y venimos de la peor década de nuestra historia con inflación estructural alcanzando el 40% y salarios reales de los más bajos de América. Según un estudio de la Undav, Universidad Nacional de Avellaneda, en 2020 de un total de 14 economías de América, Argentina se encontraba en el puesto 11 con un salario equivalente en dólares de 268 por mes, mientras que países como Uruguay y Ecuador superan los USD 400. Este dato parece antiguo si se analiza lo que está sucediendo en el corriente año, donde vemos mayor devaluación de nuestra moneda y una inflación sostenida arriba del 50% anual. En 2010 la Argentina ocupaba la cima en las estadísticas de salario mínimo de América Latina.
Respecto de los niveles de desempleo, según estimaciones del Banco Mundial, en el 2010 era de 7,2%, el Indec medía 6,5% para conglomerados de menos de 500.000 habitantes y en 2020 según el Banco mundial había subido a 11,7% de la fuerza laboral, es decir se ha retrocedido fuertemente en la creación de empleo neto. Por otro lado, si se decidiera afrontar un nuevo programa económico, con dolarización, la necesidad “urgente” por ajustar la economía en términos fiscales desaparecerá ya que se contará con mayor tiempo disponible para avanzar en el camino hacia un equilibrio macroeconómico sostenido, a partir de disponer de una moneda estable, generalmente aceptada, que brindará previsibilidad, confianza y seguridad.
— En el libro Dolarizar plantea: ¿Cómo volvemos a ser el país próspero que supimos ser?
— Primero entendiendo claramente el diagnóstico. Todavía hay una gran parte de la dirigencia políticos que no entiende o no les sirve cambiar el status quo del problema económico argentino que es la inercia de alta inflación y estancamiento económico derivada del descontrol monetario. Luego, aceptado el problema, empezar a discutir y debatir nuevas ideas; y, finalmente, consensuar ampliamente con los sectores más representativos de la sociedad argentina el camino que se ha elegido para poder transitar en las próximas décadas hacia el crecimiento sostenido de la economía en su conjunto.
— ¿Una reflexión final?
— Dolarizar Argentina no es la convertibilidad de los 90′ por 3 motivos:
1) En la convertibilidad se convivió con dos monedas, con la dolarización la única divisa es el dólar;
2) Durante la convertibilidad, siguió existiendo un Banco Central con todas las potestades para hacer política monetaria, es decir, por ejemplo, tener la capacidad de emitir. En la dolarización no existe la emisión monetaria porque el Banco Central no puede emitir dólares;
3) En el régimen de convertibilidad coexisten activos y pasivos bancarios en dos monedas de curso legal, es decir, hay préstamos bancarios en pesos y dólares, con tasas de interés diferenciadas. Y al representar en su máxima expresión al bimonetarismo, se convivía en un riesgo sistémico asociado a no tener la capacidad del Banco Central de devolver las deudas si el país devaluaba. Tal es así, que Argentina en el 2001 instauró un corralito y nunca devolvió el valor total de los ahorros de millones de argentinos. En un régimen de dolarización, desaparece el riesgo sistémico de la devaluación, porque no existe otra moneda más que el dólar.
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