El mercado cambiario alternativo en el que se se convirtió la plaza bursátil porteña está en plena ebullición. La última normativa del Banco Central, que impide operar títulos valores contra dólares con dinero que no surja de una cuenta bancaria, ya sea local o en el exterior, hizo que las operaciones con dólar contado con liquidación tradicionales cayeran a niveles mínimos. Sin embargo, unos pocos privilegiados se están llevando la mejor parte del mercado: quienes tienen cuenta bancaria en el exterior.
La Comunicación A 7340 de la semana pasada forzó a que todas las operaciones con títulos valores liquidadas contra dólares deban surgir o tener como destino una cuenta bancaria. La norma golpeó a la compra y venta de dólares a través de bonos soberanos, las operaciones conocidas como dólar MEP y dólar contado con liquidación. Aunque mucho más a estas últimas.
Esto es porque para comprar dólares en el mercado de renta fija y colocarlos en el exterior para -por ejemplo- invertir en acciones de Wall Street, los ahorristas y empresas usan pesos para comprar un bono soberano -típicamente el Bonar 30 o el Global 30- y, luego de un período de tenencia obligatorio, revenden ese bono a cambio de dólares. Y en la inmensa mayoría de los casos lo hacen desde cuentas de inversión no bancarias, que quedaron completamente inhabilitadas para mover divisas de esta manera desde la semana pasada.
“Ahora se volvió un rulo VIP, porque el único que puede comprar algo realmente subsidiado como es el dólar cable es el que tiene cuenta afuera”
Las cuentas de inversión ya no sirven para comprar dólares contado con liquidación, ya que en caso de tener que girarlos de inmediato a una cuenta bancaria esa cuenta tiene que estar basada en el exterior. Y no todos los ahorristas son tan sofisticados como para tener una cuenta afuera del país.
El resultado fue que quien tiene su cuenta -o logra abrirla a distancia y a veces desde el celular por distintas vías que pululan en los chats de operadores y que permiten tener cuentas en EEUU, Suiza y otros mercados- tiene acceso a una variedad de precios del dólar contado con liquidación.
“Ahora se volvió un rulo VIP, porque el único que puede comprar algo realmente subsidiado como es el dólar cable es el que tiene cuenta afuera”, dijo un operador.
Esto es porque la vía tradicional para comprar dólares y girarlos al exterior, la compra de Bonar 30 con pesos y su posterior venta a cambio de dólares “C” (con ce de cable) tenía un valor implícito por dólar de $172 a precios de este viernes al mediodía. Este es un dólar intervenido: el Banco Central paga más que el mercado por los títulos en dólares para mantener baja la paridad cambiaria y hacer menos visible la presión sobre los tipos de cambio. Y, en ese sentido, termina siendo un contado con liquidación subsidiado.
La operación, con todo, está limitada. Una norma de la Comisión Nacional de Valores de julio pasado pone un tope a la cantidad de bonos que se pueden operar contra dólares. No más de 50.000 bonos nominales por semana. Pero ofrece grandes ventajas,
Con ese mercado intervenido y a un precio pisado, la mayor parte de la demanda por dólares se mudó a otras plazas. Por ejemplo, el segmento de negociación bilateral (SENEBI) o las operaciones con Cedears y con Letras del Tesoro a Descuento (Ledes), que tienen precios de mercado libres de intervenciones. Esta tarde esas paridades se operaban en torno a los $179 por dólar. Es una brecha del 4%.
Sólo quienes tienen cuenta en el exterior pueden operar dólar cable a $172 y revenderlo a $179 en el segmento de negociación bilateral y otros mercados no intervenidos por el Banco Central
Así, quienes pueden operar “dólar cable” tienen a su disposición todo tipo de arbitrajes -rulos- para hacer a su favor.
A grandes rasgos, la segmentación de precios se puede aprovechar de dos maneras. La primera, consiste en usar pesos para comprar contado con liquidación a $172, el precio subsidiado, y vender los dólares obtenidos en SENEBI, con Cedears o con Ledes, a $179. O la inversa, comprar Bonar 30 al precio de mercado y revenderlo en la rueda tradicional -paridad precio tiempo- en el mercado intervenido por el Banco Central, es decir, en alguna medida vendérselos al propio Central.
Se trata, con todo, de algunas alternativas entre muchas disponibles. Con múltiples precios para el mismo activo y vías para acceder a ellos, la caza de oportunidades de arbitraje es hoy el deporte por excelencia de los operadores.
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