El Tesoro consiguió una buena colocación de títulos en la jornada de ayer y va despejando a duras penas el horizonte de vencimientos. Pero lo hace a un fuerte costo. Más de la mitad de lo que logró colocar fue a un plazo de 70 días, a través de letras a tasa fija del 38 por ciento. La señal del mercado no deja mayor margen para las dudas: para invertir en pesos a tasas negativas (por debajo de la inflación) se tiene que tratar de deuda que venza antes de las elecciones legislativas.
Ya en las últimas licitaciones el Gobierno había tenido algunos problemas para conseguir la refinanciación de sus vencimientos, especialmente en la primera licitación de principios de agosto. Para la operación de ayer había dos alternativas: una suba de tasas para seducir a los inversores o un acortamiento de los plazos. Y sucedió esto último, todo con el objetivo de evitar mostrar una suba de rendimientos cuando faltan pocas semanas para las PASO.
El Gobierno consigue refinanciar sus vencimientos pero paga un alto costo, ya que debe colocar títulos a plazos cada vez más cortos
Sobre un total de $94.700 millones colocados por el Tesoro, los inversores compraron $49.300 millones en letras con vencimiento a octubre, es decir un 52% del total. El resultado muestra la extrema cautela de quienes participan en estas colocaciones primarias que realiza el Gobierno, básicamente bancos e inversores institucionales como compañías de seguros, además de algunas empresas.
Gabriel Caamaño, director de la consultora Ledesma, explicó que “esta colocación es pan para hoy y hambre mañana porque se irá acumulando mucha deuda que vence justo antes de las legislativas. La gran pregunta es cómo hará el Gobierno para refinanciar o si esos inversores van a querer llevarse los pesos y buscar alguna alternativa para dolarizarse”.
Además, la licitación contó con la “ayuda” del desarme de encajes de los bancos por $20.000 millones. Se trata del desarme de Leliq que fue a comprar títulos del Tesoro, lo que al mismo tiempo es expansivo desde el punto de vista monetario. Así se agrega todavía más presión sobre la cantidad de dinero, la inflación y eventualmente el tipo de cambio.
La inquietud de los inversores sobre lo que podría ocurrir luego de las elecciones es justificada. El temor es que el Gobierno decida salir del actual ritmo de devaluación en dosis homeopáticas, que hace que el dólar oficial suba el 1% mensual, contra una inflación de 3 por ciento. La consecuencia es que la brecha cambiaria se agrandó a más del 80% y alienta expectativas de devaluación del tipo de cambio oficial luego de los comicios.
La inquietud de los inversores sobre lo que podría ocurrir luego de las elecciones es justificada. El temor es que el Gobierno decida salir del actual ritmo de devaluación en dosis homeopáticas, que hace que el dólar oficial suba el 1% mensual, contra una inflación de 3%
Desde el ministerio de Economía que comanda Martín Guzmán aseguran que no avalarán un salto abrupto del tipo de cambio. Pero en la práctica son pocos los que dudan que el Gobierno acelerará notablemente el ritmo de aumento del dólar oficial luego de las elecciones. Según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que divulgó el Banco Central, se proyecta un dólar oficial de $155 para fines del año que viene, lo que representaría un salto de 40% en 2022. Y muchos piensan que ese cálculo se quedó corto.
En un escenario de suba más rápida de tipo de cambio oficial, resulta peligroso quedarse con títulos en pesos a mediano plazo y tasa fija. Por eso, la otra pregunta es cuánto conseguirá refinanciar el Gobierno a medida que se acerque fin de año y si podrá mantener tasas que siguen muy por debajo de la inflación anual, en un contexto de suba del dólar.
Para los inversores, las elecciones de noviembre son una suerte de pared que pocos se animan a cruzar, porque temen un fuerte salto del dólar oficial
Las últimas medidas del Central, que puso más trabas para operar en el dólar MEP y el contado con liquidación resultaron un golpe duro especialmente para las empresas, que están cada vez más complicadas para dolarizar sus excedentes. De esta forma, el Gobierno también procura que parte de esos fondos que antes iban a activos dolarizados se queden obligatoriamente en pesos, favoreciendo las necesidades de refinanciación del propio Tesoro.
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