El término Fintech es un conjunción abreviada de los términos “finanzas” y “tecnología” en inglés y se refiere a cualquier negocio que utilice la tecnología para mejorar o automatizar los servicios y procesos financieros. En particular, y sobre todo en la Argentina, suele referirse a proveedores no bancarios de servicios financieros con fuerte impronta tecnológica, aunque dado el interés de los bancos por salir a competir contra estos nuevos emergentes la línea que los separa puede ser difícil de trazar. En la Argentina suponen un desafío para el modelo de negocios de los bancos y encarnan algunas de las empresas más disruptivas a nivel local.
El término engloba un sector en rápido crecimiento que sirve a los intereses de los consumidores y las empresas de diferentes maneras. Desde la banca móvil y los seguros hasta las criptomonedas y las aplicaciones de inversión como Robinhood. Es decir, es un paraguas amplio que engloba a negocios muy diferentes entre si.
El sector es enorme y seguirá creciendo en los próximos años. La inversión mundial en tecnología financiera alcanzó los USD 98.000 millones de dólares en 2.456 operaciones en el primer semestre de 2021, superando con creces el total anual del año pasado de 121.500 millones de dólares en 3.520 operaciones, según datos de KPMG.
La inversión mundial en tecnología financiera alcanzó los USD 98.000 millones de dólares en 2.456 operaciones en el primer semestre de 2021, superando con creces el total anual del año pasado de 121.500 millones de dólares en 3.520 operaciones, según datos de KPMG.
La tecnología financiera no es un sector nuevo, es sólo que en los últimos años tuvo una evolución muy rápida. En cierta medida, la tecnología siempre ha formado parte del mundo financiero, ya sea con la introducción de las tarjetas de crédito en los años 50 o con los cajeros automáticos, los mercados de valores electrónicos, las aplicaciones de finanzas personales y el trading de alta frecuencia en las décadas siguientes.
Sin embargo, la incorporación de administración masiva de datos, la ubicuidad de los teléfonos inteligentes y -sobre todo en la Argentina y otros países con poco desarrollo financiero- la existencia de enormes cantidades de personas que no tienen cuenta bancaria las transformaron en una revolución en materia de “inclusión financiera”.
Las entrañas de la tecnología financiera varían de un proyecto a otro y de una aplicación a otra. Sin embargo, algunos de los avances más recientes utilizan algoritmos de aprendizaje automático, blockchain y ciencia de datos para hacer de todo, desde procesar riesgos crediticios hasta gestionar fondos de cobertura.
Según datos de la Cámara Argentina de Fintech, a mayo de este año el ecosistema fintech local está integrado por 302 empresas, de las cuales un 20% nació el último año, en plena pandemia de Covid-19.
Esas empresas están agrupadas en nueve verticales de negocios: pagos digitales (82), créditos (66), proveedor tecnológico (36), servicios fintech B2B o “empresa a empresa” (34), blockchain & cripto-activos (28), inversiones (21), insurtech (seguros) (15), financiamiento colectivo (14) y seguridad informática (6).
Para ese momento, el sector empleaba 14.728 personas de manera directa y proyectaba incorporar 5.683 nuevas durante este año.
Algunas de las fintech argentinas más reconocibles son MercadoPago, la billetera digital y plataforma de servicios financieros de MercadoLibre. Ualá, Technysis, Nubi y Ripio son otros ejemplos.
Según datos de la Cámara Argentina de Fintech, a mayo de este año el ecosistema fintech local está integrado por 302 empresas, de las cuales un 20% nació el último año, en plena pandemia
Hay distintos rubros dentro del sector:
–Soluciones contables e impositivas, son empresas que brindan herramientas para la gestión de negocios y contabilidad de comerciantes, micro y pequeñas empresas. Su objetivo es automatizar los procesos de facturación.
–Préstamos, que son aquellas empresas que brindan financiación a particulares sin la intervención de una institución financiera tradicional.
–Pagos y transferencias, es decir, las plataformas que se utilizan para realizar consultas de saldo, pagos y envíos de dinero a través de Internet.
–Insurtech, son aquellas compañías que utilizan tecnologías innovadoras para implementarlas en la industria de seguros.
–Financiamiento Colectivo, busca asistir a las instituciones financieras en la identificación digital, conocimiento del cliente, prevención de fraude y gestión de riesgo.
–Inversiones, son compañías asesoras de inversiones online que permite invertir el dinero de manera automática.
–Blockchain & Crypto, son aquellas que se dedican a la exploración de blockchain, monedas virtuales y permiten operar divisas de manera segura.
–Neobancos, caracterizados por brindar la mayoría de sus servicios a través de aplicaciones móviles y páginas web.
–Finanzas personales, son aquellas empresas que brindan herramientas para el desarrollo de la inclusión financiera, como así también para automatizar el ahorro de usuarios o realizar grupos de pago.
–Seguridad informática, son empresas tecnológicas cuyo fin es mejorar los parámetros de cumplimiento normativo en las instituciones.
Conflicto con los bancos
La actividad financiera está fuertemente regulada en la Argentina. En particular, las duras normativas del Banco Central recaen sobre “entidades financieras” -jerga para bancos- que realizan intermediación financiera. Esto es, que toman depósitos de ahorristas y utilizan esos fondos para conceder préstamos. La regulación sobre esta actividad está basada en normas macroprudenciales que no son una rareza a nivel global, una crisis bancaria puede desencadenar en una crisis sistémica y de allí que los gobiernos en general controlen la actividad.
Dicho esto, la intermediación financiera no es el único negocio de los bancos. Y las fintech argentinas en general se han especializado en brindar esos otros servicios que no tienen la misma regulación, con los que pueden moverse con mayor comodidad. Eso, claro, despierta las quejas de los bancos establecidos ante lo que consideran una competencia desleal.
La sangre llegó al río varias veces. Este año, sin ir más lejos, las dos principales cámaras de bancos privados argentinos enviaron una carta al Banco Central pidiendo que se limiten los montos que se pueden transferir desde una cuenta bancaria y su “Clave Bancaria Uniforme (CBU)” a una cuenta virtual y su “Clave Virtual Uniforme”. El argumento de los bancos es que las fintech no siguen las mismas normas de seguridad y están más expuestas a ataques cybernéticos.
Los bancos llegaron a extremos como los de publicar advertencias en sus plataformas a quienes intentan hacer esas transferencias, haciendo hincapie en supuestos riesgos de seguridad al salir del sistema bancario.
Pero el conflicto no es sólo con las empresas. Al no ser bancos, las fintech no tienen a su personal encuadrado en el convenio colectivo del sector por lo que la Asociación Bancaria también tiene sus críticas para el rubro.
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