Hace varios meses que el campo está incómodo y los últimos hechos hace pensar que así seguirá siendo hasta fin de año. El enfrentamiento abierto entre el sector y el Gobierno nacional, a causa de las sucesivas intervenciones de mercados, ya trasciende lo discursivo y creó un escenario de conflictividad latente de compleja resolución. A todas luces, el oficialismo parece poco predispuesto a volver sobre sus pasos. En plena campaña electoral parece más dispuesto a endurecer su posición.
Aunque de antemano se sabía que el agro no tendría una relación simple con la gestión de Alberto Fernández, tampoco se preveía un deterioro tan grande y rápido. Quien optó por hacer de ella algo tortuoso e improductivo fue el Gobierno, con decisiones que afectan, a veces muy negativamente, al campo en su conjunto. Un contexto que rememora los duros enfrentamientos con los gobiernos de Cristina Kirchner y el pico de conflicto: la Resolución 125, del que ninguna parte resultó ganadora.
Un rápido repaso del último año y medio permite señalar, a simple vista, varias medidas impositivas, como suba de retenciones, o intervenciones de mercados, como el del maíz y de la carne vacuna, aún vigente, pese al uniforme rechazo del sector primario, que no parece importarle al Gobierno
Por más protesta que se realizaron, como ceses de comercialización (ya hubo tres), Asambleas, actos o reuniones con políticos o gobernadores para manifestar desacuerdo y rechazar iniciativas gubernamentales en cuestión, el Ejecutivo continuó tomando esa clase de medidas. Si bien en algunos casos volvió sobre sus pasos, como lo hizo con la intervención del mercado de maíz, no significa que no alcanzara su objetivo, mientras por otro lado persiste en restringir las exportaciones de carne, y no se molesta en incumplir promesas que hizo públicas, como una flexibilización en la exportación de carne de vaca. Y aparte del “cajoneo” del proyecto de Desarrollo Agroindustrial que le acercó el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA).
Dicho esto, dos hipótesis toman fuerza: la primera es que el Gobierno no esquiva confrontar con el campo. Por el contrario, lo elige como su némesis. Por otro lado, el agro en su conjunto, y su dirigencia en particular (cuya máxima representación a nivel nacional, al menos institucional, es la Mesa de Enlace), pareciera no contar con las herramientas necesarias para doblegar estas medidas o al menos sentarse siquiera en una mesa de negociación y buscar una salida o consensuar alguna iniciativa diferente, además de que empieza a pesar puertas adentro una suerte de fragmentación en el sector. Por eso Infobae consultó a analistas especialistas del sector para analizar este cuadro de situación y dilucidar sus motivos.
Relación de fuerzas
En diálogo con Infobae, el analista y especialista sobre el sector agropecuario Carlos Etchepare destacó que la relación de fuerzas “favorece claramente al Gobierno nacional” y la fragmentación existente debilita aún más al sector. “Con algunas actitudes, éste hace todo lo posible para demostrar la poca fuerza que tiene: queda en evidencia con la división y los cuestionamientos permanentes de sectores autoconvocados a la Mesa de Enlace y porque ésta, a la vez, no se anima a enfrentar al resto de la cadena”, por cuestiones que atañen el sector en su conjunto.
En este sentido, el analista puso énfasis en la atomización de los productores. Para Etchepare, la “poca fuerza” del sector se puede observar también en “el último acto de los autoconvocados, del cual solo participaron 300 personas, pretendiendo marcarle la cancha a la Mesa de Enlace, que miró para otro lado, porque si responde a ese tipo de manifestaciones absolutamente demostrativas de la poca unión que existe entre los productores, es darle más pasto al Gobierno”.
Por otro lado, el especialista consideró que “el Gobierno elige al campo como enemigo, fundamentalmente, porque todavía no es amigo del conjunto de la sociedad argentina, sino que sigue mirando para adentro y no para afuera”, al mismo tiempo que remarcó que debido al largo conflicto que mantuvo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner con el sector por la Resolución 125 y por el efecto que tuvo este en su marido, Nestor Kirchner, “mientras Cristina tenga el poder que tiene, va a ser muy difícil de que la política al sector cambie, porque está convencida de lo que hace y lo que dice, sin llegar a entender la realidad del campo argentino”.
En esta línea, concluyó: “Se confunde a la gente. Cree que es lo mismo un productor de 50 hectáreas que Bunge o Cargill y el campo no se encarga de aclarar eso. Ahí hay una gran confusión y al Gobierno le sirve. La Mesa de Enlace o los productores no son capaces de explicar que este gobierno y el kirchnerismo hizo mucho más a favor de las grandes empresas multinacionales que por el pequeño y mediano productor. En la etapa anterior (los dos mandatos de CFK) no menos de USD 20.000 millones se transfirieron de los productores a las grandes agroexportadoras”.
Caja de herramientas
Por su parte, el director de la consultora Synopsis, Lucas Romero, sostuvo que el campo corre con desventaja en lo que respecta a la posibilidad de enfrentar políticas o incidir en las mismas al considerar que no cuenta con los instrumentos necesarios. “Se tiene que entender qué recursos políticos tiene cada uno de los actores. El problema que sucede es que cuando se analiza la caja de herramientas que tiene el sector agropecuario para incidir en el proceso de toma de decisiones, sobre todo en un gobierno peronista/kirchnerista, es una caja media vacía”.
“No hay actores políticos que tengan alguna capacidad de influencia o incidencia que puedan representar a ese sector. No hay otro que la Mesa de Enlace. No hay dirigentes cercanos al sector agropecuario que estén ocupando lugares estratégicos en la toma de decisiones. De hecho, el mismo ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra, es un dirigente que no tiene un vínculo directo y cercano con el sector, no es un representante del sector y eso es un recurso político”, indicó Romero.
Asimismo, también está dentro de esas herramientas lo denominado “recursos de los votos”. En este sentido, el politólogo explicó que “el sector tiene una incidencia en la economía de una vasta zona geográfica del país, por lo cual si se afecta al sector, se está yendo en contra de los intereses electorales de esa zona. La mala noticia para el campo es que al Gobierno no le interesan los votos de la zonas agropecuarias, no los necesita. Ahí es donde se empieza a configurar el peor de los escenarios para el sector: la escasez de recursos: los pocos que tiene no son valiosos para esta coyuntura política, porque al gobierno le interesa el Conurbano, el norte y el sur del país. Con eso gana”.
“Ahí se presenta un problema para la Mesa de Enlace, porque no tiene herramientas para intervenir y los productores se enojan porque dicen que no hace nada y le reclaman una actitud más combativa. Intentan llevarla a asumir un problema político, que no es su rol, porque no es un actor político sino que es un grupo de interés que tiene que defenderlos. Su objetivo no es confrontar a este gobierno, sino generar las mejores condiciones para incidir en las decisiones y que estas no afecten al sector”, concluyó.
Organización política
Para el director de la consultora Fuente Primaria, Tomás Lanusse, es primordial para que el agro haga valer su peso que la dirigencia tome la iniciativa y que se lleve adelante una organización política que le permita impulsar sus intereses. Incluso, considera que el Gobierno practica una suerte de maltrato o de “bullying” para con el sector. “Por un lado, con un decreto en marzo de 2020 declara al agro como esencial y lo puso al tope de imagen positiva, pero luego choca al campo porque carece de representación política y que, además de no tenerla, está fragmentado, con la Mesa de Enlace, los autoconvocados y diferentes expresiones de hartazgo, pero que no se traduce en una acción política y el Gobierno saca ventaja de eso”.
Al igual que Romero, entiende que “los gobiernos kirchneristas tienen como estrategia política confrontar, no es algo nuevo, pero son los suficientemente pragmáticos para no chocar definitivamente. Mientras tengan espacio para usufructuar de las delicias del campo y al mismo tiempo hacerle bullying, el deterioro del Gobierno es menor en ese punto y los productores están indefensos: no pueden hacer valer en términos políticos todo el esfuerzo que hacen”.
Para Lanusse, “el campo necesita organizarse políticamente para poder poner sobre la mesa política todo lo que, en los hechos, muestra con la producción de alimentos y con el ingreso de divisas. No necesita reaccionar frente a una decisión de un gobierno que lo afecte, no necesita defenderse, sino tomar la iniciativa y mostrar todo lo que está aportando al país”.
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