El Gobierno posiblemente pueda quebrar el piso del 3% de inflación mensual en el corto plazo, aunque desde un nivel muy alto y con un importante nivel de tarifas reprimidas que lo obligarán a ajustarlas, al menos gradualmente, después de las elecciones legislativas.
El Ministerio de Economía apuesta a que el resultado del índice de precios al consumidor (IPC) haya sido menor que el 3,2% de junio, aunque la inflación vaya por diferentes carriles: algunos a alta velocidad en una autopista y otros lentamente por una ruta llena de pozos.
Al respecto, el ministro de Economía, Martín Guzmán, indicó en San Juan que “la tasa de inflación intermensual va a ir reduciéndose, y para afianzar una tendencia persistentemente decreciente es necesario resolver los múltiples problemas que causan la inflación”, tras desmarcarse en materia de responsabilidades para solucionar este problema.
“Es un proceso que va a llevar tiempo. La expectativa es que en julio sea más baja que en junio y la tasa de inflación intermensual siga reduciéndose”, expresó el titular del Palacio de Hacienda. El Gobierno espera que el número pueda tener adelante un 2 y no un 3 por ciento.
Las mediciones privadas se ubicaron en un rango del 2,5 al 3 por ciento, aunque en cualquier caso en julio ya se habría alcanzado la meta anual del 29% pautada por Economía para 2021 y en los últimos 12 meses habría llegado al 51 por ciento. Para este año, prevén una suba del 48 por ciento.
Para el estudio Eco Go, el resultado fue del 3% el mes pasado, del 29,2% desde enero y del 50,8% en el último año. En particular, indicaron que la suba de alimentos y bebidas fue del 3,8% en julio, del 33,6% desde enero y del 60,2% en los últimos 12 meses.
En el último año, los mayores aumentos luego de alimentos y bebidas correspondieron a indumentaria con el 57,8%, equipamiento del hogar y esparcimiento con el 50,1%, transporte y comunicación 45,5%, educación 45,3%, salud 44,2% y vivienda 31,9 por ciento.
“La inflación Core RPM se mantuvo en los mismos niveles que el mes previo y se ubicó en 3,7%, 0,7 puntos porcentuales por encima del nivel general, y se vio impulsada por la dinámica de los alimentos consumidos dentro y fuera del hogar, expensas, cines, libros, adquisición de vehículos y textiles para el hogar”, indicó el informe del equipo que dirige el economista y director asociado de ECO GO, Sebastián Menescaldi.
“Traccionaron la inflación núcleo en el mes los servicios (+4,8%) dado que los bienes exhibieron un alza del 3,2%. Los precios regulados mostraron un avance de 1,1% en julio. Esto se vio principalmente explicado por el aumento en las cuotas de los colegios porteños con subvención estatal (+9,4%) y el arrastre que dejó el último tramo de aumentos en los cigarrillos de junio (+1,7% promedio)”.
Por otro lado, en los precios estacionales la suba fue de 3,1% y se destacaron aumentos en verduras (+8,4%) y rubros vinculados al turismo (+2,1%), moderados por las liquidaciones de invierno en el segmento indumentaria (-2,7% la ropa exterior) y una baja en las frutas (-0,4%).
Pero la gran duda es: qué ha pasado con los precios que el Gobierno tenía más “pisados” y qué pasará hacia adelante, sobre todo después de las elecciones.
En este sentido, lo que se observa en el registro que sigue ECO GO es lo siguiente, tomando en cuenta las velocidades de los diferentes precios: Congelados (tarifas, salud, alquiler vivienda, cable, combustibles); controlados (medicamentos, aceites, lácteos, panificados y cereales, productos de limpieza, educación y cigarrillos, entre otros) faltantes o cerrados en pandemia (turismo, esparcimiento y servicios para cuidado personal); libres (equipos electrónicos para el hogar, vehículos, art para el deporte, juguetes, seguros y repuestos, entre otros); y alimentos libres (carne, frutas, verduras, alimentos fuera del hogar, e indumentaria, entre otros):
-La suba del precio de los alimentos (incluyendo carne) parece haber tocado un techo, por los límites en el poder de compra de la población.
-Los rubros o sectores donde “no había precios” porque estaban literalmente cerrados durante la pandemia, comenzaron a acomodarse en 2021.
-Desde marzo pasado subieron algunos precios “congelados” (tarifas de los servicios públicos hasta mediados de año, luego se cortó de cara a las elecciones) y los “controlados”, como los mencionados (alimentos incluidos en los programas oficiales) y las paritarias. “Estimamos una suba cercana al 20% en las paritarias en el segundo semestre del año”, expresó Menescaldi, de cara a la reapertura de negociaciones salariales forzada por una inflación mayor que la prevista y, por supuesto, la necesidad de calmar el clima social antes de las elecciones legislativas.
-Habrá algunos meses de relativa tranquilidad, con una inflación que podría alcanzar un promedio del 2,8%, aunque insólitamente alto para el contexto mundial y regional, ya que en Uruguay la suba de precios del mes pasado fue del 0,5% y del 7,3% en el último año; en Paraguay del 1,2% y el 5,2%; en Perú del 0,5% y el 3,9%; en Colombia del 0,3% y 3,9% y en Bolivia del 0,1% y el 0,2%, respectivamente.
-”Va a costar bajar el IPC, pero puede ser que se mantenga en el 2,8% mensual hasta las elecciones”, señaló a Infobae el experto de ECO GO.
-”En los próximos meses, el dólar oficial seguirá funcionando como ancla hasta el 14 de noviembre. Probablemente después arranque un nuevo crawling a la inflación pasada, en un contexto donde alguno de los precios que vuelve a controlar la política deberían volver a reacomodarse (combustibles y tarifas)”.
- ”La finalización del programa precios máximos soltó un poco los precios de los alimentos, aunque con la mirada atenta de la Secretaría de Comercio. Mientras tanto; algunos servicios como las prepagas consiguieron reacomodar sus tarifas a la par de las paritarias, y otros como las expensas o el servicio doméstico empiezan a moverse en forma inmediata con el reacomodamiento de los salarios”.
- ”En el caso de los bienes resta ver en qué medida el salto la presión sobre la brecha cambiaria vuelve a filtrarse a precios en un contexto donde el propio gobierno intenta incentivar al consumo y el Banco Central probablemente requiera restringir el uso de dólares para financiar la importación. Nuestra proyección para el año se sostiene en 49%, con una inflación que no logra terminar de reacomodarse contundentemente por debajo del 3% mensual a pesar de las anclas mencionadas”.
- La mayor complejidad está dada por el atraso en las tarifas de los servicios públicos, una cuestión en la que Guzmán quiso y no pudo tener una recomposición de dos dígitos en la primera mitad del año, hasta que lo frenó la acción de la vicepresidente Cristina Kirchner y la inacción del presidente Alberto Fernández. Al respecto, en ECO GO estiman que este año las tarifas sumarán un atraso del 15% en dólares respecto de fines del 2020, que debería comenzar a saldarse luego de los comicios de noviembre.
-Claro está que en ese momento se conjugarán varios factores: el resultado que obtenga el oficialismo, la lectura que el mercado y los inversores hagan de estos números y, no menos importante, el estado de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir un acuerdo que le permita al país postergar el pago de unos 45.000 millones concedidos al gobierno de Mauricio Macri.
-En principio, la fecha límite para este acuerdo está pautada para marzo próximo, cuando el Gobierno también debe llegar a un acuerdo con el Club de París. Y, en esta discusión, seguramente se planteará un sendero de mejora de las cuentas fiscales, que el Gobierno tratará de que sea lo más gradual posible.
- En este sentido, en ECO GO creen que, en 2022, del mencionado atraso de 15 puntos, la recomposición tarifaria podría ser de 5 puntos porcentuales.
- Mientras tanto, dos sectores que ya sufrieron un importante ajuste desde el cambio de gobierno -aunque también ya venían castigados en la gestión anterior- los salarios y las jubilaciones, también seguirán atrasados. “Los salarios en dólares están en los niveles del 2010”, expresó el experto de ECO GO. Esto refleja el hecho de que, aunque el Gobierno utilice una retórica diferente, en realidad sostiene un tipo de cambio alto (o sea, de salarios bajos en dólares) para no perder competitividad.
En conclusión: tarifas atrasadas, dólar oficial pisado (y los alternativos en la mira), salarios y jubilaciones por debajo de la inflación, configuran el esquema del 2021, con la posibilidad latente de que algunas anclas se suelten luego de las elecciones y la suba de precios del 48% prevista para 2021 por los analistas, no baje del 40% en 2022, cumpliendo así dos décadas consecutivas de un régimen inflacionario que no da tregua.
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