Préstamos bancarios: el Estado desplaza al sector privado, que ya tiene menos crédito que al inicio de la pandemia

Además, los depósitos privados en términos reales vienen cayendo desde julio del año pasado. Descontada la inflación, los de caja de ahorro cayeron 26%

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Martín Guzmán y Miguel Pesce: tomador y dador de crédito, cada vez más escaso para el sector privado
Martín Guzmán y Miguel Pesce: tomador y dador de crédito, cada vez más escaso para el sector privado

La expansión fiscal y monetaria que en el segundo trimestre del año pasado, en plena pandemia, infló en 23% el valor real de los depósitos y préstamos bancarios en pesos, ya perdió efectividad. Los depósitos y préstamos bancarios ya llevan un año en retroceso si se computan en términos reales (esto es, descontada la inflación) precisa un informe de la consultora Quantum, del exsecretario de Finanzas Daniel Marx.

Un primer factor detrás de ese desarrollo fue el aumento del gasto privado, que empezó a recuperarse a medida que se relajaron las medidas de confinamiento. Otro fue el aumento de financiamiento al sector público, que desplazó como tomador del crédito al sector privado, que tiene hoy niveles de financiamiento inferiores a los del inicio de la pandemia. En otras palabras, el negocio de los bancos es prestarle cada vez más al Estado y menos a empresas y particulares.

Además, los depósitos en el sistema bancarios ya llevan un año de caída en términos reales. En total, cayeron un 9%, pero mucho más lo hicieron los depósitos en caja de ahorro (-26%). Los depósitos a plazo fijo, la parte del león de los depósitos, con el 47% del total, cayeron 1 por ciento. “Estas variaciones –dice el informe- son indicadores de un comportamiento defensivo ante el aumento en la tasa de inflación”. De hecho, los depósitos a plazo ajustables por inflación subieron 108%, pero representan apenas el 3% del total de los depósitos en el sistema. Otro indicador de cómo particulares y empresas se cubren de la inflación es la caída del circulante en poder del público: hasta octubre del año pasado creció a un ritmo interanual del 33% (descontada la inflación), pero desde entonces se contrae a un ritmo también anual del 15 por ciento. En un contexto de alta inflación, el dinero quema las manos que lo tienen.

El efecto de la inflación y de la mayor demanda de financiamiento del Estado también se reflejó en la evolución de los préstamos, que para el sector privado crecieron al 10% (siempre en términos reales) entre marzo y julio de 2020, pero desde entonces caen a un ritmo superior: el 14% anual, en buena medida también porque la capacidad prestable de los bancos se desaceleró a medida que aumentó la inflación y mermó la demanda de financiamiento, debido a mayor incertidumbre, caída de ingresos y altas tasas en las líneas con tasas no fijadas por el BCRA. También influyó que muchas empresas empezaron –tal vez forzosamente- a ser financiadas por los proveedores. A ello se agregó una mayor prudencia de los bancos ante un escenario en el que aumentaron la morosidad y la incobrabilidad.

La evolución en términos reales de los depósitos y créditos del sector privado. La rentabilidad de los bancos mejora prestándole cada vez más al Estado. Un modelo de dudosa sostenibilidad
La evolución en términos reales de los depósitos y créditos del sector privado. La rentabilidad de los bancos mejora prestándole cada vez más al Estado. Un modelo de dudosa sostenibilidad

Adelantos y descuentos

Así, los préstamos a empresas en concepto de adelantos de cuenta y descuento de documentos cayeron 16% y los de consumo a familias (tarjetas y líneas de crédito personal, que explican casi la mitad del crédito en pesos al sector privado) retrocedieron 12 por ciento.

A su vez, como en términos nominales los préstamos al sector privado crecieron menos de lo que lo hicieron los depósitos, los bancos usaron esa liquidez para financiar cada vez más a un sector público hambriento de crédito. Tanto, que el BCRA cambió las normas que limitaban la tenencia de los títulos públicos en cartera de los bancos y más recientemente permitió integrar el efectivo mínimo con bonos nacionales comprados por los bancos en emisiones primarias. Eso, más el hecho de que los títulos públicos brindan mayor rendimiento que los Pases con el BCRA, permitió aumentar la rentabilidad de los bancos. Todo pivoteando sobre el Estado.

El saldo actual de semejante desarrollo bancario y crediticio es la dilución, desde hace ya un año, del crédito al sector privado en términos reales, tanto por mayor “prudencia” de los bancos como por el mayor apetito del Estado.

El informe aclara que la “liquidez amplia” del sector financiero (que incluye Leliqs y Pases) sigue siendo elevada. Pero liquidez no es necesariamente buena salud. “La evolución general de la economía y un contexto de alta inflación e incertidumbre, concluye el informe, “afectan la demanda de dinero y condicionan la sostenibilidad de la recuperación del sector”.

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