Tras el guiño del Fondo Monetario Internacional a una de las propuestas que impulsan Argentina y otros países para que los países ricos puedan “donar” parte de sus derechos especiales de giro a economías emergentes, el ministro de Economía Martín Guzmán continúa con su agenda internacional para avanzar, junto a funcionarios de otros países, con ese debate que las potencias deberán definir en los próximos meses.
Un artículo firmado por la economista jefa del FMI Gita Gopinath explicitó que el reparto de los USD 650.000 millones que discutirá la Junta de Gobernadores del organismo y que podría concretarse a fines de agosto, podría tener un mecanismo adicional de redistribución por el cual los países avanzados pueden darle a países pobres y de ingreso medio parte de esa tenencia, lo que no implicaría un préstamo propiamente dicho con intereses o plazos de devolución.
El ministro de Economía Martín Guzmán continúa en estos días con su agenda internacional para avanzar, junto a funcionarios de otros países, con el debate sobre el reparto de DEGs del FMI
Hasta el momento, el Fondo Monetario había aceptado el debate sobre la distribución “secundaria”, pero había decidido determinar más adelante qué tipos de países quedarían incluidos bajo la categoría “vulnerables”, que es la franja a la que se buscaba asistir. Los países de ingreso medio, como la Argentina, podrán estar ahora dentro de esa consideración.
Lo que todavía no está determinado es cómo se llevaría adelante ese nuevo reparto. Según explicaron fuentes de la delegación argentina que participó de la cumbre de ministros y banqueros centrales del G20, ese mecanismo para una distribución adicional de derechos especiales de giro es una discusión deberán sostener en lo sucesivo los gobiernos de los países principales, por lo que no se prevé que sea una iniciativa que pueda beneficiar a los países emergentes en el corto plazo.
Una de las opciones es la conformación de un Fondo de Resiliencia, que surgiría así como una tercera vía entre los programas financieros más habituales del FMI: el Stand-By como el que firmó el Gobierno de Mauricio Macri en 2018 y el programa de Facilidades Extendidas (EFF), el modelo sobre el cual el ministro Martín Guzmán viene llevando adelante las negociaciones con los funcionarios del organismo.
Ese Fondo de Resiliencia serviría, en palabras de la directora gerente del FMI Kristalina Georgieva, para ofrecer “tasas más bajas y vencimientos más largos para crear espacio fiscal para mitigación, adaptación, transición, especialmente para países de ingresos bajos o medianos altamente vulnerables”, mencionó hace dos semanas en el marco de la cumbre del G20, sin detallar qué tipo de economías emergentes podrían ser incluidas.
Según explicaron fuentes oficiales a Infobae, la creación y puesta en marcha de esa tercera vía no calza con los tiempos que necesita el Gobierno para renegociar el Stand-By de 2018, por lo que la idea que sobrevuela la mesa de negociación es la de incluir una suerte de “cláusula gatillo” (que se dispare automáticamente, tal como funcionan en acuerdos paritarios ante subas de la inflación) para que la Argentina, eventualmente, pudiera ser beneficiada por ese nuevo esquema aún cuando ya cuente con un EFF en vigencia.
Una de las opciones para canalizar la “donación” de DEGs desde países ricos a los de ingreso medio y pobres es la conformación de un Fondo de Resiliencia, que surgiría así como una tercera vía entre los programas financieros más habituales del FMI: el Stand By y el EFF
Para continuar con esa agenda, Guzmán continuará en los próximos días con los contactos con funcionarios de otros países, en mesas virtuales que además de la redistribución de derechos especiales de giro, también incluyen otros temas como los sobrecargos que cobra el FMI a países con programas financieros, que en el caso de Argentina implican unos USD 1.000 millones por año. El Gobierno cuenta a algunas naciones como aliadas en ese frente: México, Alemania e incluso Estados Unidos, enumeraron.
Este martes el Fondo Monetario Internacional mejoró la proyección de crecimiento para la economía argentina y estima que el PBI tendrá este año una recuperación de 6,4%, mientras hace tres meses calculaba una mejora de 5,8 por ciento. De todas formas, redujo levemente su expectativa de avance económico para 2022 y lo ajustó a 2,4 por ciento.
Según mencionaron desde el organismo durante una conferencia de prensa, la mejora en los precios internacionales de las materias primas, que implicaron un ingreso mayor de recaudación fiscal y de divisas, un avance en el intercambio comercial con países socios y un ritmo de vacunación más rápido de lo previsto por el FMI fueron los factores que explican el recálculo de la estimación para 2021, consideró la directora adjunta del Departamento de Estrategia, Política y Evaluación Petya Koeva Brooks.
Este 1° de agosto, según información del Fondo Monetario, está previsto que el Tesoro le pague al organismo unos USD 350 millones correspondientes a los giros trimestrales que hizo en los últimos años el Estado argentino, como parte de los saldos habituales de membresía del FMI.
Al tratarse de un día domingo, se espera que en los primeros días de esa semana se efectúe el pago. Ese lunes 2, además, la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario se reunirá para discutir la distribución de derechos especiales de giro (DEG) entre sus países socios, por USD 650.000 millones. De ese total, a la Argentina le correspondería unos USD 4.300 millones por poseer cerca del 0,7% de la participación total.
Sumando la exigencia de reservas del Club de París y la del FMI, habría una demanda de divisas a la autoridad monetaria de casi USD 4.700 millones hasta fin de año
La llegada de esos dólares llegarían justo a tiempo -a fines de agosto- para el tramo más exigente del calendario de deuda, que sobrevendrá entre septiembre y diciembre. En esos meses comenzarán a caer las primeras fechas clave de la devolución del crédito del Fondo Monetario.
De acuerdo a la información provista por el organismo, el 22 de septiembre y el 22 de diciembre la Argentina debería repagar casi USD 1.884 millones en cada ocasión, lo que da como total USD 3.767 millones en ese lapso de tres meses. De esta manera, sumando la exigencia de reservas del Club de París y la del FMI, habría una demanda de divisas a la autoridad monetaria de casi USD 4.700 millones.
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