La historia de una pyme familiar de insumos para el agro que superó crisis, devaluaciones y un incendio, y resurgió de sus cenizas

Los Aloisi están invirtiendo USD 2,5 millones en la reconstrucción y ampliación de la planta que perdieron en 2018, en un siniestro en Venado Tuerto. A lo largo de 40 años y tres generaciones honran el dicho de que “lo que no te mata, te fortalece”

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La nueva planta, en proceso
La nueva planta, en proceso de ampliación, de la empresa en el Parque Industrial de Venado Tuerto

Corría 1981 cuando cerró la compañía en la que el ingeniero químico Enrique Aloisi era gerente de Desarrollo Industrial, una fábrica nacional de emulsionantes de uso industrial. El mismo año se graduó de ingeniero agrónomo su hijo, Daniel Aloisi. Dos ingenieros desocupados, dos familias que mantener.

Daniel recuerda que cuando nació su hija mayor le ofrecieron trabajo en una inmobiliaria especializada en campos y aceptó a regañadientes.

“Papá, que murió en 2001, aceptaba cualquier trabajo que le ofrecieran. Antes de darle forma a su propio laboratorio, desarrolló un suplemento mineral de liberación lenta calcio-cobre, de uso veterinario; un compuesto para pastillas y cintas de freno, para Acoplados Montenegro; formulaciones y métodos de elaboración para pinturas; una espuma de celda cerrada de uso náutico y un gel lubricante antiséptico para tacto en equinos. Un día, mi cuñado me sugirió que lo convenciera para desarrollar un formulado de higiene para tambos. Fue el primer producto que fabricamos; se llamó Univac, y así nació, en 1982, Insumos ProTambo”, cuenta Daniel, ya retirado del trajín diario de lo que es hoy Laboratorios Peyte.

Daniel Aloisi (padre) y sus
Daniel Aloisi (padre) y sus hijos Daniel y Santiago, la tercera generación a cargo de la empresa familar, en un evento en 2019 en China

Persevera y triunfarás

En 1983, con los ahorros del trabajo de valuar y vender campos y alentado por la familia de su esposa, Daniel se instaló en Venado Tuerto, lugar propicio para sus saberes agronómicos y los productos que desarrollaba su padre, que se quedó en Buenos Aires. “Seguimos con otros desarrollos para tambo, luego para agricultura y finalmente electrónica para inseminación artificial. Cuando incluimos productos de uso agrícola, los clientes nos decían: ‘¿Qué tiene que ver Pro-Tambo con una cipermetrina o un curasemillas?’¨, rememora Daniel ante Infobae. Entonces se rebautizaron como Peyte, que retenía la P y la T del nombre original y, según Enrique, era también un lema: “Persevera y Triunfarás”.

Los Alosi perseveraron, pasando por fábricas de terceros que les iban quedando sucesivamente chicas. Produjeron la línea de higiene y desinfección para la principal fábrica nacional de ordeñadoras, Bosio (en la localidad santafecina de El Trébol), luego comprada por la sueca DeLaval, líder mundial en equipos de ordeñe. Y, ya desbordando el sector lácteo, produjeron los primeros lotes de Soly-Oil, un aceite mineral emulsionable de uso agrícola.

Los Alosi pasaron por fábricas de terceros que les iban quedando sucesivamente chicas y produjeron la línea de higiene y desinfección para la principal fábrica nacional de ordeñadoras, luego comprada por la sueca DeLaval, líder mundial en equipos de ordeñe

Pero los avatares que acechan a las pymes en la Argentina no son previsibles. El primer viernes de febrero de 1989, Daniel acordó un borrador de contrato con la alemana Bayer para proveerle 500.000 litros de aceite mineral, que elaborarían a facón en Canadian Chemical Systems, propiedad de ‘Bobi’ Vanella, un exvendedor de la fábrica donde Enrique había sido gerente antes de quedar desempleado.

Imágenes del incendio de la
Imágenes del incendio de la vieja planta de Venado Tuerto, en 2018

¿Kaputt?

Era un batacazo. “Iba por la Panamericana loco de contento, pensando en cuando le contara al viejo el negocio, ‘salimos de pobres’”. Pero el lunes 6 (dos semanas después del ataque al Cuartel de la Tablada, en medio de una crisis política, económica y militar, ruido electoral y cortes diarios de energía), una fuerte devaluación -la primera de una ola que llevaría a la hiperinflación a mediados de ese año- hizo añicos el contrato. “Tenía razón el ingeniero Felden, de Bayer, cuando decía: ‘País difícil, la Argentina’. Con la devaluación, kaputt”, recuerda Daniel, en alemán.

Pero los Aloisi siguieron perseverando. En Canadian Chemical la empresa pegó un nuevo estirón y en 2009 los Aloisi compraron un predio en el parque industrial de Venado Tuerto. En un momento, a Daniel y su hijo mayor, Daniel (h), entonces a mitad de su carrera de Ingeniero Industrial, le pidieron si podían hacer un Descongelante Electrónico de Pajuelas para Semen (conocidos como DEPS), que la Cooperativa de Inseminación Artificial de la localidad (CIAVT, primera en su tipo en América Latina) importaba de EEUU”. No solo lo hicieron: también lo exportaron a España.

Imágenes de la planta vieja,
Imágenes de la planta vieja, tras el incendio de 2018

“Y con buena demanda, pero allá también la lechería entró en crisis, así que al final el negocio de los descongeladores lo vendimos a un local que se dedica a la inseminación y productos para tambo”, recuerda Daniel (padre). “En aceites emulsionables, tenemos el tercer registro en el Senasa: el primero fue de BASF y el segundo de una gran cooperativa. Es un producto que nos caracteriza, el que no pudimos venderle a Bayer”, cuenta. Pero, aclara, recordando el fin de la etapa Pro-Tambo, “nunca nos enamoramos de un producto”. El mercado manda.

Sin embargo, había más obstáculos por superar. En 2018, mientras Daniel y sus hijos, Daniel (h) y Santiago, ahora respectivamente gerente general y gerente de producción y tercera generación de la empresa familiar, estaban en China viendo maquinaria, un incendio devastó la planta de Venado Tuerto. De inmediato comenzaron la reconstrucción, que se cubrió con el seguro, más crédito bancario. Igual, durante 10 meses volvieron a cumplir compromisos produciendo en plantas ajenas.

Enrique Alosi, pionero de Insumos
Enrique Alosi, pionero de Insumos Pro-Tambo y la actual Peyte. Un ingeniero a prueba de contratiempos. Su lema: "Persevera y Triunfarás"

Ahora, la empresa, que tiene 70 empleados, está ampliando la planta de Venado Tuerto, con una inversión de USD 2,5 millones, financiada con crédito de bancos oficiales y recursos propios, precisa Fernando Illing, del área de Marketing Técnico de Peyte. La ampliación estará lista en 2022 y llevará los actuales 4.800 m2 a 8.500 m2 cubiertos, con 8 naves separadas para los distintos procesos de formulación y un sistema de seguridad antiincendios y antiderrames “de última tecnología”, además de unificar la logística y la administración.

El mercado

Peyte es uno de los principales jugadores en el mercado de coadyuvantes (productos utilizados para aumentar la eficacia de los fitosanitarios), que moviliza unos USD 80 millones anuales, y acaba de lanzar un producto para pelear el liderazgo en el rentable segmento de más alto valor: Absolut, una microemulsión desarrollada por Santiago, el menor de la tercera generación, que llevó 4 años de investigación y registración, unifica prestaciones de distintos productos y probó alta performance con dosis e impacto ambiental mínimos.

El mercado argentino de fitosanitarios mueve unos USD 2.500 millones por año

Para 2023 proyectan vender unos 300.000 litros anuales y conquistar 20% del segmento con el producto, que ya registraron también en Uruguay y comercializarán a través de una red de más de 300 distribuidores. Sus formulaciones también se exportan a Paraguay y Uruguay.

Una nave de la nueva
Una nave de la nueva planta, en proceso de ampliación y modernización

El mercado argentino de fitosanitarios mueve unos USD 2.500 millones por año, según estimaciones de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) y la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa). Y allí está Peyte, después de superar cierres, devaluaciones, crisis sectoriales y un incendio, para resurgir otra vez de sus cenizas.

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