El Gobierno adoptó en marzo una política cambiaria destinada a contener la inflación, que comenzó a acelerarse este año tras un 2020 calmo por la pandemia. Así, comenzó a administrar el tipo de cambio oficial de forma tal de que corra bastante por detrás de los precios; y esta estrategia parecería que lentamente comenzó a dar sus frutos, sumado a que muchos precios de los servicios siguen contenidos. Sin embargo, el fantasma del aumento de la brecha cambiaria reapareció y reavivó temores, a pesar de que el Banco Central cuenta con artillería suficiente para intervenir en los mercados del dólar MEP y el contado con liquidación.
Pero la tendencia a una mayor dolarización está latente. De hecho, forzó al organismo monetario a aplicar mayores controles días atrás en el contado con liquidación con el objetivo de lograr una operatoria más chica y un mayor poder de intervención con menos dólares. Y el dólar informal siguió para arriba. Ayer cerró a $ 183 y la brecha con el mayorista ya se ubica en 90%. Los analistas explican que son varios factores los que inciden en este incremento: la mayor emisión monetaria, la inflación que aún sigue en niveles del 3%, las bajas tasas de interés, la incertidumbre previa a las elecciones. Y no dudan en avizorar un escenario alcista hasta fin de año.
“La brecha tiene un impacto en los precios desde el punto de vista de las expectativas, en momentos muy complejos sin certezas sobre el costo de reposición, o cuando empiezan a cerrar las importaciones. Entonces el empresario no sabe a ciencia cierta si va a poder reponer la mercadería y a qué dólar” (Sigaut Gravina)
En este contexto, la pregunta es cuánto incide la brecha en una remarcación de los precios cuando hay sobrados motivos para imaginar que, aún luego de los comicios, el Gobierno tendrá margen para administrar el tipo de cambio oficial, que, por otra parte, si se analiza el real multilateral, no está atrasado respecto del promedio histórico. Y desde analistas hasta empresarios reconocen que una brecha alta siempre es negativa en términos de expectativas y puede presionar algunos precios al alza sólo por el hecho del temor que genera hacia adelante no poder reponer la mercadería al valor previsto.
Así lo planteó, entre otros, el consultor Marcelo Elizondo, quien afirmó que “algunos empresarios ajustan menos, o porque no pueden o porque están controlados por el Gobierno, y otros lo hacen al dólar más caro”. “El tema de la brecha es más una cuestión de expectativas de ajuste del tipo de cambio oficial hacia adelante o de aceleración de la inflación que un tema de costos. Hay temor de que eso genere imposibilidad de reposición”, dijo el titular de la consultora Desarrollos de Negocios Internacionales (DNI).
Para el economista de Equilibra, Lorenzo Sigaut Gravina, “la brecha tiene un impacto en los precios desde el punto de vista de las expectativas, en momentos muy complejos en el cual no hay certezas sobre el costo de reposición, o cuando empiezan a cerrar las importaciones. Entonces el empresario no sabe a ciencia cierta si va a poder reponer la mercadería y a qué dólar”.
Hoy el empresario que tiene que importar tiene más problemas para que desde la Secretaría de Comercio le autoricen la licencia no automática (SIMI) que para que el BCRA le libere los dólares. Eso ocurrió el año pasado y claramente el costo de reposición de ese importador era a un dólar más caro (el CCL), pero hoy la canilla, por el momento, está habilitada. El problema puede surgir en los próximos meses, si las importaciones siguen creciendo -de hecho, se aceleraron en junio al crecer 79% interanual- y el Gobierno detecta que hay un intento por anticipar compras. “Entonces, la pregunta es si no habrá, en ese caso, mayores restricciones a las empresas para operar”, remarcó Sigaut Gravina. En estos casos, estaría influyendo la brecha en los costos, pero en mucho otros los empresarios que pueden remarcan por si acaso.
Por su parte, el economista Nadín Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), sostuvo que la tensión en la brecha cambiaria comienza a percibirse en las etapas preelectorales, como la de ahora, en la que muchos agentes buscan cubrirse en dólares. Y si bien remarcó que el mercado blue es chico, “siempre está el temor de que en alguno genere expectativas y eso se refleje en precios. La cuestión es que la brecha no llegue a un punto donde aparezcan incentivos a adelantar importaciones o subfacturar exportaciones, maniobras que se hacen cuando se percibe el tipo de cambio muy atrasado”.
“Con brechas tan grandes, la tendencia de muchos es mirar el dólar libre más que el oficial, sobre todo cuando hay escasez de oferta, que hoy la tenés en la mayoría de los productos” (Madanes Quintanilla)
Pero a la vez se mostró optimista respecto de las fortalezas que hoy tiene la Argentina para que ello no ocurra. Entre otros factores, una balanza comercial superavitaria -este año cerrará con un excedente en torno a los USD 13.000 millones-; un tipo de cambio real multilateral sin atraso y un escenario despejado en términos de pagos de deuda con el FMI a partir de los USD 4.400 millones que llegarán al país en agosto en concepto de Derechos Especiales de Giro (DEG) y con los que el Gobierno podrá hacer frente a los propios vencimientos de septiembre y diciembre con el organismo. “El gobierno tiene flujo de dólares y tiene vencimientos de deuda garantizados de acá a fin de año. Tenés stock y flujo. Rescato más la fortaleza. No veo una cuestión negativa”, aseguró Argañaraz.
Desde el sector empresario, el dueño de Aluar y Fate, Javier Madanes Quintanilla, diferenció entre los precios fijados por sus fábricas de los que aplican en la cadena comercial. Según explicó, en Aluar los valores se fijan en función del precio del aluminio en el mercado internacional, mientras que en la empresa de neumáticos se establece en función de un mix de costos entre los que inciden las materias primas, los fletes, el personal licenciado por la pandemia, entre otros.
“Luego, en la cadena comercial, la oferta es ajustada, los revendedores no pueden incrementar sus stocks y tal vez piensan que operar con márgenes más elevados no les acarrea ninguna pérdida de venta y tienen temor de no poder reponer la mercadería al precio al que la han vendido. Con brechas tan grandes, la tendencia de muchos es mirar el dólar libre más que el oficial, sobre todo cuando hay escasez de oferta, que hoy la tenés en la mayoría de los productos”, enfatizó el empresario.
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