Los pequeños comerciantes, cuentapropistas y profesionales independientes que incorporaron el cobro mediante tarjetas de crédito y débito consiguieron aumentar sus ventas e incorporar nuevos hábitos en su economía. El auge de los pagos digitales que empujan las fintech y los bancos lleva a una mayor formalización de la actividad en general, ya que aquellos que adhieren empiezan a recibir el dinero al instante y se acostumbran a utilizar la misma vía para hacer sus propios gastos.
Según un relevamiento privado realizado entre 3.000 emprendedores, un 59% de ellos consiguió elevar sus ventas desde que incorporó el cobro con tarjetas. Entre otras razones, los comerciantes explicaron que el impulso en su facturación no solo respondió a que gracias a que ofrecen a sus clientes un método de pago diferente al efectivo, sino que también influyeron otros dos factores: la posibilidad de vender en cuotas y la incorporación del universo de clientes incluidos en los planes del gobierno, tales como la tarjeta Alimentar, las cuotas sin interés del Ahora 12 y el Programa Previaje, que devuelve gastos de servicios turísticos.
Las restricciones de la pandemia no solo obligaron a muchos a migrar a mecanismos virtuales para vender y cobrar sus productos y servicios, sino que en particular los comercios esenciales, como carnicerías o verdulerías, debieron incorporarlos ante la caída de las operaciones en efectivo
Consultados acerca de si tenían cuenta bancaria o si la habían tenido en los últimos dos años, un 19% de los encuestados dijo no tenerla, un 6% respondió haberla dado de baja, otro 32% afirmó tenerla pero sin utilizarla y el 43% utiliza su cuenta bancaria.
Según el relevamiento, los cobradores digitales también se transforman en pagadores digitales, ya que “los emprendedores declaran haber adquirido el hábito de gestionar su dinero desde la cuenta virtual”. De este modo, 5 de cada 10 usuarios paga facturas de servicios públicos desde la app, 3 de cada 10 utiliza la tarjeta prepaga vinculada a la aplicación y 4 de cada 10 habilitó la opción de que su saldo sea invertido en un fondo común de inversión, llegando quizás por primera vez a transformarse en inversor en el mercado de capitales.
Empezar a utilizar el lector de tarjetas sirve como puerta de entrada a la incorporación de otros mecanismos digitales para el comercio. El 50% de los encuestados aseguró haber sumado a su oferta de medios de pago para sus clientes el código QR como segundo paso del cobro con tarjetas. Y si bien el estudio se realizó entre vendedores en el punto de venta presencial, muchos de ellos refirieron haber sumado el “link de pago” y otras soluciones para el cobro de comercio electrónico.
Un 88% de los consultados, asimismo, señalaron haber cobrado con tarjeta por primera vez mediante las terminales y el mPOS, marcando “un proceso acelerado de adopción” de estos medios de pago que “atraviesa todos los perfiles de cuentapropistas, profesionales y comerciantes”, según explicó Agustín Viola, director de Point de Mercado Pago. La fintech de Mercado Libre realizó el estudio entre quienes utilizan sus medios de cobro y abarcó tanto a comercios pequeños como a plomeros, electricistas, gasistas además de profesionales como abogados, contadores y psicólogos, entre otros.
Desde el punto de vista del comerciante, ese vertiginoso proceso de adopción de las soluciones de cobro digitales y salir del “solo efectivo” se enfrenta a dos obstáculos: el costo de las comisiones y la presión impositiva
“En los últimos 5 años se triplicó la cantidad de soluciones de cobro con tarjetas en base a tres factores: las políticas públicas que se aplicaron, las inversiones y el desarrollo de propuestas por parte de jugadores del mercado y el contexto de la pandemia”, explicó Viola. Sobre este último punto, enfatizó que las restricciones de la pandemia no solo obligaron a muchos a migrar a mecanismos virtuales para vender y cobrar sus productos y servicios, sino que en particular los comercios esenciales, como carnicerías o verdulerías, también debieron incorporarlos ante las dificultades del público para conseguir efectivo.
Desde el punto de vista del comerciante, ese vertiginoso proceso de adopción de las soluciones de cobro digitales y salir del “solo efectivo” se enfrenta a dos obstáculos: el costo de las comisiones y la presión impositiva, en particular por el costo financiero que implican tributos como el “impuesto al cheque” o las retenciones de Ingresos Brutos. “Nuestras comisiones para el comerciante fueron acompañando la baja que oportunamente fijó el sistema mediante un acuerdo entre el Banco Central y las tarjetas, y seguiremos en ese proceso”, apuntó Viola.
“Por otro lado, el peso de los impuestos es un desafío que toda nuestra industria trata de enfrentar. Un comercio no inscripto que factura más de $50.000 puede llegar a tener retenciones por el 12% de sus ganancias. Tratamos de acompañar a los vendedores con recomendaciones de agencias contables en un contexto de formalización de la economía”, agregó.
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