“En el FMI estamos proponiendo préstamos de DEG para crear un fideicomiso de resiliencia + sostenibilidad para respaldar #climateaction. Puede ofrecer tasas más bajas y vencimientos más largos para crear espacio fiscal para mitigación, adaptación, transición, especialmente para países de ingresos bajos/medianos altamente vulnerables”.
El tuit de Kristalina Georgieva, la directora gerente del FMI, es del pasado domingo. Un día antes, la economista búlgara se había reunido con Martín Guzmán, el ministro de Economía argentino, en el marco de la reunión de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G20 que se realizó en Venecia, Italia.
“Trabajamos en disminuir las asimetrías entre países emergentes y avanzados para una recuperación mundial equitativa. En paralelo seguimos trabajando para solucionar el problema de deuda insostenible con el FMI que dejó a nuestro pueblo la administración anterior”, afirmó el argentino. Georgieva tuiteó que tuvo un “gran encuentro” con Guzmán.
Argentina buscaría “saltar”, cuando de se pueda, del esquema de facilidades extendidas al nuevo crédito “verde”
Los comunicados y tuits reiteraron formalidades en medio de una negociación para postergar la deuda de USD 45.000 millones, un esquema condicionada por las elecciones legislativas de este año y las luchas de poder dentro de la coalición gobernante.
Luego del G20, Guzmán se quedó con su equipo en la ciudad de los canales y las góndolas para reunirse con el staff del Fondo. Se habló de potenciar las exportaciones –de la agenda legislativa en ese sentido– y de la necesidad de ampliar la base de recaudación impositiva. “Hubo avances y entendimientos en temas clave del programa económico con el que se busca apuntalar la recuperación económica con creación de trabajo, crecimiento con agregado de valor y estabilidad macroeconómica duradera”, aseguraron en Economía.
Nuevo esquema
Guzmán se subió al avión que lo trajo de regreso al país sin poder sacarse de la cabeza el nuevo “fideicomiso de resiliencia” del que habló Georgieva. En el Gobierno creen que esa opción, un plan de largo plazo con tasas especiales y atado a la crisis que generó la pandemia, podría encajar perfecto en los requerimientos del país. En definitiva, un esquema más de este siglo y no tan atado a las viejas recetas que hasta el propio FMI parece rechazar.
¿Es el acuerdo que espera firmar el ministro con el Fondo? No, porque no hay tiempo. Los vencimientos de este año requieren de un acuerdo “lo antes posible”, como se lo escuchó a Guzmán decir varias veces. Otra opción es pagar: los USD 4.300 millones que recibirá el país en agosto, por la emisión extraordinaria de DEGs del FMI, podrían destinarse en parte a abonar al menos una de las dos cuotas que vencen este año (unos USD 2.000 millones cada una, en septiembre y noviembre). ¿Esa es una opción en el contexto electoral? Parece que no, pero la respuesta final la tienen pocas personas.
Este nuevo formato, que llegaría para aggiornar el esquema poco flexible del organismo –que presta con opciones stand by y de facilidades extendidas, y no mucho más– demorará en ponerse en marcha. No es algo para este año, pero se avanza y Guzmán se ilusiona porque cree que los problemas de estabilidad de la balanza de pagos, como el que sufre el país, requieren de transformaciones de la estructura productiva de largo plazo. Como prometió Georgieva, de aprobarse, este nuevo programa “verde” del Fondo implicaría una estructura distinta de montos, plazos y tasas.
Este nuevo formato, que llegaría para aggiornar el esquema poco flexible del organismo –que presta con opciones stand by y de facilidades extendidas, y no mucho más– demorará en ponerse en marcha
Así, se volverán vitales en la negociación que el Gobierno discutirá de acá en más con el FMI dos aspectos: poder revisar lo que se paga por sobrecargos e incluir una adenda, una cláusula especial, que habilite un acople al nuevo tipo de préstamo desde uno ya firmado. Argentina buscaría “saltar”, cuando de se pueda, del esquema de facilidades extendidas al nuevo crédito “verde”.
Los sobrecargos financieros que el FMI cobra por sus créditos, el otro punto de la nueva agenda, es una “vieja” bandera de Guzmán. No es para menos: representan pagos adicionales por USD 1.000 millones por año. En Italia, junto a otros ministros del G20, el argentino insistió para que el FMI permita redistribuir la nueva emisión de fondos y alivie esos recargos. El G20 instó al FMI a hacerlo y, en medio de bilaterales con ministros de todo el mundo –la principal fue con Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EEUU–, Guzmán festejó.
El ministro regresa a una Argentina con otras urgencias. Mañana se conocerá el dato de inflación y los privados creen que será del 3,2 por ciento. “Tendencia descendente” y “caída más allá de las estacionalidades”, son palabras que Guzmán repite y repite sobre un alza de precios. El 29% que escribió como meta anual en Presupuesto 2021 no es más que un amargo recuerdo, ya que este año, la inflación no bajará de 48%, según las consultoras privadas.
SEGUIR LEYENDO: