Más que 10% de nuevos pobres y 100.000 muertos: la fallida disyuntiva del Presidente en medio de una economía cada vez más golpeada

“Prefiero tener el 10 por ciento más de pobres y no 100 mil muertos en la Argentina”, dijo Alberto Fernández en abril de 2020. El tremendo impacto de la pandemia y las reales posibilidades de recuperación en el corto plazo

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El presidente Alberto Fernández en
El presidente Alberto Fernández en una de las conferencias de prensa por la pandemia de covid-19 (Franco Fafasuli)

Como tantos otros pronósticos realizados por el Gobierno, éste tampoco se concretó. La diferencia es que, en este caso, el yerro involucra a la cifra que más duele. Argentina superó hoy los 100.000 muertos –100.250, según los datos oficiales de hoy– por covid-19 en medio de una pandemia que golpea a todo el planeta. La estadística es feroz, pero cobra dimensiones de verdadera catástrofe porque se trata de 100.000 nombres; vidas y familias quebradas por la muerte y el dolor.

Prefiero tener el 10% más de pobres y no 100 mil muertos en la Argentina”, dijo el mandatario en una entrevista con Jorge Fontevecchia en Perfil. “De la muerte no se vuelve. En cambio, de los problemas económicos, sí. Siempre pongo el mismo ejemplo. El año anterior a que asumiéramos con Néstor, en 2003, la economía había caído 11 puntos. Once por ciento de caída del PBI, 57 puntos de pobreza, 25 puntos de desocupación, y volvimos. Todo eso se puede recuperar, lo que no puedo recuperar es una vida”, agregó.

Actualmente, el país tiene 10% más de pobres –10 puntos porcentuales, en rigor–, pero también llegó a los 100.000 fallecidos. No hubo disyuntiva: la “preferencia” del mandatario sobre una de las opciones quedó de lado y el país sufre ambas. Según las últimas estimaciones, Argentina está muy cerca de llegar al 45% de pobres; o sea, 10 puntos más de la población de los que habló el primer mandatario en 2020, y casi 30% de aumento en cantidad de personas de las que estaban en esa condición cuando asumió la presidencia.

Más allá de la mala gestión que las autoridades pueden haber hecho del contexto sanitario –con un debate que aún no termina de saldarse sobre la calidad de las vacunas que llegan al país y la velocidad con que lo hacen–, desde el comienzo de las restricciones el propio Gobierno planteó la dicotomía economía-salud; un falso debate que, ante la contundencia de los hechos, ya ni siquiera los funcionarios se molestan en defender, aun ante el impacto de la segunda ola, la aparición de nuevas peligrosas cepas y la incertidumbre sobre futuros nuevos coletazos.

Desde el principio, esa disyuntiva resultó difícil de entender. “El tiempo ha demostrado lo incorrecto de esta apreciación. Vivir es más que no contraer el coronavirus; vivir, para empezar, es también poder llevar el pan a la mesa familiar. No es la economía, son los seres humanos cuyas vidas y las de sus familias han sido destruidas”, ejemplificó Edgardo Zablotsky, rector de la Universidad del CEMA y miembro de la Academia Nacional de Educación.

Para los expertos, un plan organizado con mayor previsión, con aperturas y cierres estratégicos y acotados, una estrategia sólida y masiva de testeos permanentes, y una veloz vacunación, hubiesen podido evitar la cuarentena eterna. En resumen, más protección contra el virus y menos impacto económico. “Previsión” es otra palabra usada también en las últimas horas por las aerolíneas, luego de que el Gobierno impusiera el “cepo” aéreo, una medida que generó unos 25.000 varados en todo el mundo y parece lejos de resolverse.

En el primer semestre de 2021, la pobreza se encaminó al 43,5% –según la UTDT–, frente al 40,9% registrado por el Indec en igual período del 2020, y 35,5% en el promedio de la segunda mitad de 2019

Datos que conmueven

Los números de pobreza golpean cada vez más fuerte. Con cada informe del Indec, la Universidad Católica Argentina (UCA) y otros análisis privados, la conmoción gana las portadas de los medios de todo el país.

En el primer semestre de 2021, la pobreza se encaminó al 43,5% –según el director de la Maestría en Econometría de la UTDT, Martín González Rozada–, frente al 40,9% registrado por el Indec en el igual período del 2020, cuando afectaba 18,5 millones de personas.

Según los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, en la segunda mitad de 2020 los argentinos que no cubrían sus necesidades básicas llegaron al 42 por ciento. Pero si se tomaban los últimos tres meses, el período octubre-diciembre, había llegado al 45,2% según los expertos de la UCA. Un año antes, a fines de 2019, era de 35,2 por ciento. Diez puntos porcentuales de diferencia en un año. No sólo eso, la Universidad Metropolitana de los Trabajadores (UMET) destacó que, en ese momento, había un 20% más de argentinos que estaban al borde de caer en la pobreza.

La canasta básica del Indec –”canasta de pobreza”, en realidad– aumentó por encima de la inflación en el promedio interanual en mayo: una familia necesitó $64.445 para no ser pobre. En los últimos doce meses, el conjunto de alimentos básicos aumentó 49,6 por ciento.

Cifras y porcentajes que quizás dejan fuera de foco que se está hablando de millones de personas: los pobres argentinos son más de 20 millones y el 57,7% de los chicos argentinos menores de 14 años están en esa situación desgarradora.

La escalada de los precios tampoco da tregua y la inflación acumulada de este año, hasta mayo, sumaba 21,5% cada vez más cerca de la meta anual del 29% que fijó el ministro Martín Guzmán en el Presupuesto. La suba interanual fue de 48,8%, el dato más alto desde febrero de 2020 (mañana se conocerán los datos de junio). El impacto de la cuarentena, que aún persiste y al que se agregan nuevas restricciones, la reducción de los programas de asistencia social implementados en 2020 y la emisión monetaria del Banco Central explican en términos generales la escalada de precios.

El ministro de Economía, Martín
El ministro de Economía, Martín Guzmán, esperaba una tasa de inflación del 29% anual, pero ya se ubica en un ritmo cercano a 50% en los últimos 12 meses (EFE)

El impacto en el empleo también fue demoledor. En el primer trimestre de este año se registraron 1,97 millones de desocupados y 2,52 millones de subocupados. En 2020 se perdieron 125.000 puestos de trabajo en el sector privado (y se contrataron casi 40.000 empleados públicos) y desaparecieron 23.000 empresas. Sólo en CABA hoy hay 500 locales cerrados, el doble que el año pasado. Además, en una verdadera estampida corporativa, se fueron en pocos meses casi 20 multinacionales del país.

¿Recuperación?

El panorama sobre algún tipo de recuperación no es nada alentador. Desde el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata se destaca que los valores actuales de pobreza son los más altos de los últimos 15 años. Estiman que para que la pobreza vuelva a los niveles de 35,2% de fines de 2019 –pre-pandemia– tendrían que transcurrir al menos cinco años con un crecimiento anual de 3 por ciento. Llevaría el doble de tiempo si la meta es volver al 29% de pobres de 2018. Suena a utopía.

Como bien describió Enrique Szewach en una columna publicada hoy en Infobae, se pasó de “la salud o la economía” a “sin salud y sin economía”. “Simultáneamente, la displicencia en el manejo del gasto público ‘no covid’ basado en la idea de que “la emisión no genera inflación”, que predominó durante varios meses del año pasado, la demora en acordar con los bonistas privados y la falta de acuerdo con el FMI nos dejó a la intemperie en la macro”, destacó el economista y ex director de Banco Central.

“Otros países pudieron financiar el gasto extra colocando deuda a tasas bajas en los mercados, Argentina financió todo con emisión monetaria. Eso pasó factura muy rápido en la inflación y los dólares financieros” (Furiase)

Argentina tomó medidas increíblemente restrictivas en materia económica con pocos casos, testeó muy poco (todavía no se venden test rápidos en las farmacias) y ha permitido demoras en la llegada de las vacunas. En el 2020 se centró en aislar a los sanos en lugar de a los enfermos, algo que dejó un daño en la economía importante. Por otra parte, medidas como impedir despidos terminaron costando la vida de muchísimas empresas que no se podrán recuperar”, resumió Fausto Spotorno, de la consultora OJF.

El economista destacó dos segmentos globales de recuperación económica, con diferentes velocidades: Estados Unidos y los países asiáticos (sin China) por un lado y Europa y América Latina, por otro. “Los primeros tuvieron un impacto mucho menor sobre la economía y se recuperan más rápido y el impacto sanitario no fue peor que en el otro caso. Incluso a veces fue mejor. Estos países se enfocaron en salir cuanto antes de la pandemia y afectar lo menos posible la economía. Se apoyaron en vacunar lo antes posible (EEUU) y/o testear a mansalva (Asia)”, detalló.

Fuente: EcoGo
Fuente: EcoGo

Federico Furiase, de Anker Latinoamérica, aseguró que el manejo de la pandemia se tornó muy difícil para el Gobierno por las condiciones preexistentes de economía local: falta de moneda, demanda de pesos debilitada y estar afuera del mercado de crédito. “Otros países pudieron financiar el gasto extra colocando deuda a tasas bajas en los mercados; Argentina financió todo con emisión monetaria. Eso pasó factura muy rápido en la inflación y los dólares financieros. Había que hacer política monetaria y fiscal expansiva por el shock y no tuvimos las herramientas. Además, se demoró más tiempo de lo debido en el acuerdo con los acreedores externos, algo que generó tensión cambiaria y pérdida de reservas el año pasado. Eso lo vemos en la brecha de hoy y las bajas reservas del BCRA. Ahora pasa lo mismo con el acuerdo con FMI, que no llega por cuestiones políticas”, dijo. Nada de eso ayudará a pensar en bajar la pobreza.

“En el 2020 Argentina se centró en aislar a los sanos en lugar de a los enfermos, algo que dejó un daño en la economía importante. Por otra parte, medidas como impedir despidos terminaron costando la vida de muchísimas empresas que no se podrán recuperar después” (Spotorno)

En términos de impacto, traducidos en caída del PBI y en la comparación regional, tampoco hay buenas notas para el país. Desde EcoGo destacan que la caída de 9,9% en 2020 del Producto Bruto Interno ubica a la Argentina como el segundo país más golpeado de la región, sólo superada por Perú, con una baja de 11,1 por ciento. “Las estrictas restricciones a la movilidad y las prolongadas cuarentenas que atravesaron ambos países explican en gran medida la caída en la actividad de un año atrás. El indicador que permite capturar el grado de confinamiento, el Stringency Index, promedió entre marzo y diciembre pasado 86,4 para Argentina y 83,2 en el caso de Perú, los registros más elevados de la región. Vale recordar que una lectura igual o mayor que 50 indica un estado de cuarentena y que 100 es el confinamiento más estricto posible”, destacó Milagros Suardi, economista de esa consultora.

Y tras una modesta reactivación en el primer trimestre 2021 de 2,5%, muy superior a la que esperaba el mercado (0,7%), en el segundo, por el contrario, se revirtió con las nuevas medidas de aislamiento social preventivo, y de 0,4% que preveía a comienzos del año el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que publica el Banco Central, se pasó a una caída de 2,5% en el último informe de junio.

El consumo privado cayó significativamente en términos del PBI: de 73,2% al cierre del primer cuarto de 2020 a 70,9% un año después, según los últimos datos del Indec

Claramente, uno de los factores determinantes de ese giro fue el debilitamiento del consumo privado, el cual se contrajo 0,7% en el primer trimestre, aunque cayó significativamente en términos del PBI: de 73,2% al cierre del primer cuarto de 2020 a 70,9% un año después, según los últimos datos del Indec.

Lo que viene

El Gobierno tiene sobre sus hombros hoy las dos disyuntivas que Alberto Fernández mencionó como opciones contrapuestas hace un año. La pobreza no sólo no va a bajar en el mediano plazo, sino que podría aumentar. ¿Hay chances de que la economía comience a mejorar?

Para Furiase, el plan del Gobierno se limita a vacunar, poner plata en el bolsillo de la gente y llegar a votar con el dólar anestesiado. Claramente, un plan de muy corto plazo. “Los salarios del sector privado se recuperan contra la inflación, pero desde niveles de subsuelo, algo que ni siquiera pasa en el sector informal. Hay paritarias al 45% y el Gobierno está poniendo toda la carne en el asador. Todo en un contexto de inflación reprimida porque se pisan dólar y las tarifas para recuperar el salario real. El BCRA tiene USD 7.000 millones en reservas netas, una cartera de bonos líquida y posición a futuro que puede ir moderando. Todo con cepo y restricciones a las exportaciones. Pero la nafta no da para seguir luego de las elecciones. En el primer trimestre de 2022 vamos a tener que acordar con el Fondo, como condición necesaria para no caer en un shock nominal, tensión cambiaria y aceleración de la inflación”, advirtió el economista.

Suardi, de EcoGo, consideró que para lo que queda del año la expansión de la actividad estará determinada por factores como el efecto del arrastre estadístico que dejó el último trimestre de 2020, el viento de cola de los elevados precios internacionales de commodities agrícolas, un mayor crecimiento de la economía brasileña y el ritmo de vacunación.

Argentina lleva inoculada con una dosis al menos al 40% de la población, por encima de México y Brasil, pero cuando se mira a los completamente vacunados estamos en la zona del 10% y nos convertimos en el país con peor desempeño en la región”, advirtió la economista. Otra vez, últimos en la tabla.

El “prefiero” del Presidente de hace un año ante una falsa disyuntiva terminó con las dos variables comportándose de la peor manera. De nuevo: no son sólo estadísticas. Se trata de argentinos y argentinas que cayeron en la pobreza extrema y a los que les cuesta cada vez más alimentar a sus familias. Y de 100.000 compatriotas que ya no están, a los que se suman centenares diariamente.

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