“Créanme; el segundo semestre va a ser mejor”, repetía incansablemente el ex presidente Mauricio Macri luego de avanzar con un fuerte ajuste de la economía durante los primeros meses de 2016, ni bien comenzó su gobierno. Lo mismo pasó durante el primer año de Alberto Fernández, aunque con pandemia mediante; y la historia se repite ahora, con elecciones de medio término por delante. Toda la artillería del Gobierno está puesta en lograr que la situación económica mejore en los meses que se avecinan, más aún luego de un segundo trimestre afectado por la segunda ola del covid.
Varios de los factores que caracterizarán la marcha de la economía en los próximos meses ya se vienen reflejando en el último tiempo. Por ejemplo, el freno del dólar oficial. Ya en marzo, el equipo que lidera el ministro Martín Guzmán y el Banco Central (BCRA), a cargo de Miguel Pesce, decidieron atenuar el ritmo de devaluación como ancla antiinflacionaria, en momentos en que la suba de precios crecía a un ritmo indeseable para el Gobierno. Lo mismo sucedió con las tarifas, en este caso, contra el deseo del titular del Palacio de Hacienda, quien pretendía que subieran entre 20% y 30% para reducir el monto de subsidios.
Un reciente informe de la consultora Equilibra proyecta que tras un primer semestre de paridad entre precios y salarios, en la segunda mitad del año los trabajadores percibirían una mejora de 2 puntos porcentuales del poder adquisitivo
Los economistas coinciden en que ambas variables seguirán controladas, al menos hasta fin de año, debido a que el factor salarial ya no funcionará como ancla. El Gobierno dejó atrás la pauta del 35% que se había propuesto a comienzos de año y está avalando paritarias que oscilan entre el 40% y el 45%. El objetivo es que el poder adquisitivo se recupere antes de las elecciones, aunque en el sector privado dudan de que la mejora que podría darse entre agosto y noviembre repercuta en una sensación de mayor bienestar en la población. En el promedio del año, la mayoría de los analistas proyecta un nuevo año -sería el cuarto- de caída del salario real.
Un reciente informe de la consultora Equilibra proyecta que tras un primer semestre de paridad entre precios y salarios, en la segunda mitad del año los trabajadores percibirían una mejora de 2 puntos porcentuales del poder adquisitivo producto de mayores subas de salarios respecto a lo previsto (reapertura de paritarias y sumas fijas); y menor inflación, gracias al uso intensivo del ancla cambiaria y tarifaria.
“La inflación la estás conteniendo con tarifas y tipo de cambio. El salario era la otra ancla, que se empezó a soltar un poco para dar entusiasmo preelectoral. Según nuestras proyecciones, entre agosto y octubre el salario va a mejorar en torno a 2/3 puntos en promedio mensual, pero en el promedio anual perderá 4 puntos en términos reales. No va a haber una sensación de alivio muy fuerte”, estimó el titular de la consultora LCG, Guido Lorenzo.
“Push electoral”. Así llaman los analistas de Equilibra a las estrategias que los gobiernos suelen aplicar en los años impares. ¿Qué implica? Utilizar el dólar oficial y las tarifas de servicios públicos como ancla para morigerar la inflación permitiendo una recuperación del salario real; implementar una política fiscal expansiva para apuntalar los ingresos de los sectores desprotegidos; y mantener la tasa de interés baja/subsidiada para fomentar el consumo.
“Entre agosto y octubre el salario va a mejorar en torno a 2/3 puntos en promedio mensual, pero en el promedio anual perderá 4 puntos en términos reales. No va a haber una sensación de alivio muy fuerte” (Lorenzo)
De acuerdo con la consultora, la tasa de interés se mantendría relativamente estable, por lo que podría quedar transitoriamente por debajo de la inflación. Esto no disuadiría –estiman los economistas socios– la dolarización de activos y/o compra de bienes y/o servicios importados, pues los agentes saben que la inflación y el dólar tienden a estar contenidos hasta las elecciones. “Pero impulsaría el consumo. Las familias saben que el financiamiento blando escaseará tras los comicios”, agrega el informe.
Para el economista Ricardo Delgado, dueño de Analytica, “la economía ya se puso en modo electoral con tres ejes principales: vacunación, nueva nominalidad y obra pública”. Sobre el primer punto, sostuvo que el Gobierno necesita dar previsibilidad al cronograma de vacunación para dar mayores certezas a los productores, y sobre todo al sector de servicios, de que no habrá nuevas restricciones. También requiere “inyectar recursos básicamente al consumo, tras constatar que la economía cayó en el segundo trimestre en términos desestacionalizados”.
“El Gobierno liberó anclas. Las paritarias del sector público y privado están cerrando por encima del 40%; el aumento de la ayuda social se estima en 1,3 puntos del PBI; y los jubilados -cuyos ingresos cayeron 10 puntos en términos reales- cobrarán un nuevo bono”, aseguró Delgado. En cuanto a la obra pública, el economista remarcó que viene creciendo fuertemente y que si bien tiene un impacto acotado en términos macro, les permite tener mucha visibilidad de gestión.
El mayor nivel de gastos que tendrá el fisco en el segundo semestre hará que -pese a los ingresos adicionales dados por el precio de los commodities y la subestimación inflacionaria- el déficit primario sea muy superior al registrado en la primera parte del año, que a mayo acumulaba apenas el 0,2% del producto. “Por el lado del ´push fiscal´, prevemos un fuerte aumento del déficit en lo que resta del año. Tras un primer semestre que mostró un rojo inferior al 1% del PBI, proyectamos que se acumule un déficit de 3% del PBI en el segundo semestre (excluyendo los DEG, que llegaran en breve tras la reciente aprobación por parte del FMI)”, dice el informe de la consultora que dirige Martín Rapetti.
“La economía ya se puso en modo electoral con tres ejes principales: vacunación, nueva nominalidad y obra pública” (Delgado)
En el mercado hay coincidencia en que el rojo fiscal primario crecerá fuertemente en los próximos meses, pero también hay certezas de que la meta presupuestaria, que asciende al 4,2% del PBI, probablemente sea sobre cumplida. Las diferencias radican en el cuánto. Para Delgado, es posible que el déficit cierre en el 3% del producto, lo que “sería una buena noticia de cara al acuerdo que se negocia con el Fondo Monetario”.
De acuerdo con el Presupuesto, el déficit de 4,2% del PBI sería financiado en su mayor parte por emisión monetaria (2/3) y 1/3 por colocaciones de deuda del Tesoro. Al 30 de junio, el BCRA había girado $ 190.000 millones de adelantos transitorios y $ 90.000 millones en concepto de utilidades. Le quedan, para cumplir con la meta, $ 560.000 millones de adelantos y $ 600.000 de utilidades. Pero luego el Tesoro debe completar el financiamiento con emisiones de títulos en el mercado. Por ahora, no pareciera que el fisco tendrá dificultades para financiar ese rojo fiscal, que sería menor al previsto.
Respecto del atraso tarifario, los analistas creen que será significativo hacia fin de año, lo que tendrá implicancias para el día posterior a las elecciones. En ese momento, habrá que recomponer el precio relativo de los servicios públicos y acelerar la depreciación del tipo de cambio para evitar que se retrase, remarcan. “El año que viene las tarifas van a tener que crecer bastante más que la inflación. No vemos que haya otro aumento este año, pero en 2022 se van a tener que ir corrigiendo por encima del nivel general de precios”, planteó Lorenzo.
La principal amenaza que hoy tiene la economía en este segundo semestre que acaba de comenzar es la cuestión cambiaria, coinciden en el mercado. De hecho, la mayor dolarización de carteras y presión sobre el contado con liqui ya comenzó a sentirse, a pesar de las intervenciones que realiza el BCRA a través de la venta de bonos. “Siempre va a a estar amenazando. Todos los pesos que se están volcando a la economía empiezan a girar y en algún momento quizá termina presionando sobre la brecha”, afirmó el titular de LCG. Y Delgado agregó que el excedente de liquidez que hay hoy en el sistema se puede estimar en 2,5% del PBI, ya que son los pesos excedentes que existen hoy respecto del período 2012-2015, cuando también había cepo cambiario.
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