El G20 le pidió al Fondo Monetario que revise cargos financieros que a la Argentina le cuestan USD 1.000 millones por año

El ministro Guzmán había pedido varias veces revisar los cargos que aplica el Fondo según monto y plazo de los créditos. También le pidió apurar el reparto de liquidez y el mecanismo para que algunos países transfieran a otros parte de lo que reciben

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Guzmán en Venecia con su
Guzmán en Venecia con su par ruso, Anton Siluanov

El Gobierno de Alberto Fernández se anotó hoy un éxito con la inclusión en un Comunicado del G20 de un “llamado” al Fondo Monetario para que revise los “sobrecargos” que aplica a ciertas deudas y deudores, según monto y duración de los crédito otorgados, un pedido que el ministro de Economía, Martín Guzmán, había realizado en diferentes foros internacionales y que según cálculos de su cartera, significan para la Argentina unos USD 1.000 millones anuales.

El comunicado de la reunión de ministros también apoyó la fijación de una tasa mínima global del 15% sobre las ganancias de las empresas multinacionales, de modo de reducir la elusión impositiva que las grandes firmas logran radicándose en naciones de baja tributación.

“Se trata de cuestiones impulsadas por la Argentina que cosecharon fuertes apoyos en el seno del G20 y fueron plasmadas en el comunicado oficial, tras la cumbre de ministros y gobernadores de bancos centrales en Venecia”, señaló la cartera de Guzmán.

Lo que pidieron los ministros

En Venecia, los ministros del G20 le reclamaron al Fondo que “concluya su acercamiento en relación a la revisión de las políticas de límites de acceso y sobrecargos y que informe de sus resultados”. Economía resaltó otros dos aspectos de la reunión. En primer lugar, que el G20 también respaldó la propuesta del Directorio del FMI de una nueva asignación general de Derechos Especiales de Giro (DEG) por un importe equivalente a USD 650.000 millones para aumentar la liquidez internacional e impulsar la recuperación de la economía mundial, por lo que “instaron a su rápida implementación antes de finales de agosto”.

Y en segundo lugar, el pedido de que “para incrementar significativamente el impacto de la asignación”, el Fondo presente rápidamente opciones viables para que los países canalicen voluntariamente una parte de sus DEG asignados para ayudar a los países vulnerables a financiar recuperaciones económicas más resistentes, inclusivas y sostenibles y gastos relacionados con la salud, por ejemplo, mediante la creación de un nuevo fondo fiduciario”.

El timing es importante para la Argentina, que en septiembre podría afrontar con su parte de los DEGs que reciba un vencimiento con el propio FMI. Y la posibilidad de que algunos países “canalicen voluntariamente” una parte de sus DEGs a otros es clave para la pretensión argentina de acceder, por caso, a recursos “canalizados” por países como Rusia, para intentar alcanzar unos USD 18.000 millones, que le permitirían, a su vez, despejar la agenda con el FMI.

Guzmán, en Venecia, en la
Guzmán, en Venecia, en la bilateral con su par de Alemania

En cuanto a la política de “cargos” o sobretasas del Fondo, Guzmán había señalado varias veces que estos eran excesivos, aunque la tasa sobre la deuda argentina con el organismo es menos de la mitad de la que en 2014 el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, negoció con el Club de París, cuyos socios son también los de mayor peso e influencia en el FMI. Según esos acuerdos, si la Argentina entrara en default con el Club, posibilidad que pospuso al menos hasta marzo de 2022, con el reciente arreglo de pagar USD 430 millones de un saldo final de USD 2.400 millones, afrontaría cargos del 9% anual no sólo por el período de mora, sino desde la fecha del acuerdo, en 2014. Esto es, una tasa del 9% aplicable durante al menos ocho años.

Aunque queda mucho camino por recorrer, estamos frente a un momento histórico, una verdadera oportunidad para coordinar globalmente y terminar con las guaridas fiscales (Ministerio de Economìa)

Del acuerdo sobre una imposición mínima del 15% a las multinacionales, Economía señaló que “el Gobierno argentino reconoció que aunque queda mucho camino por recorrer, estamos frente a un momento histórico, una verdadera oportunidad para coordinar globalmente y terminar con las guaridas fiscales que perjudican a los pueblos de todo el mundo y a las posibilidades de desarrollo de los pueblos”.

“Creemos que este año los acuerdos multilaterales tienen más contenido, ciertamente celebramos los avances en el frente de la tributación internacional, también hemos planteado una serie de inquietudes que esperamos se puedan abordar entre estas reuniones y las reuniones de presidentes en octubre. A la hora de definir los detalles, las reglas específicas para la revolución fiscal global, tanto en términos del pilar uno como del pilar dos, en términos del pilar dos, pensamos que la idea de un impuesto global mínimo de al menos 15 % es un paso positivo. Por supuesto, más sería mejor”, recalcó Guzmán durante las deliberaciones.

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