Los datos tienen como telón de fondo la expectativa de la final del sábado de la Copa América de fútbol y la conflictiva cumbre de presidentes del Mercosur, en el que el gobierno de Alberto Fernández volvió a chocar con sus pares de Brasil y Uruguay: la Argentina tiene el salario mínimo y el salario neto promedio en dólares más bajos de América Latina.
Así precisa un estudio del Ieral de la Fundación Mediterránea que relevó los datos de 9 países de la región, incluidos los de Brasil y Uruguay, aunque excluyó los de países en extrema pobreza, como Venezuela y Haití, donde son aún más bajos.
Pero a pesar de esa ventaja de costos, el país tiene problemas de competitividad industrial, en particular respecto de Brasil, debido a una serie de “mochilas” que pesan sobre la actividad privada. “El nivel salarial de Argentina en 2021 supone alguna ventaja en términos de competitividad de costos, que podría coadyuvar a generar mayores exportaciones industriales y de servicios, pero éstas no exhiben una senda de fuerte crecimiento porque existen otras mochilas para los exportadores, tales como impuestos, regulaciones y problemas de infraestructura, cuando no directamente políticas que restringen las exportaciones, además del hecho que los potenciales exportadores desconfían que los actuales precios relativos se mantengan en el tiempo”, dice una de las conclusiones del estudio.
Amén de no terminar de consolidar la competitividad externa, los niveles salariales “tampoco ayudan a generar un buen nivel de demanda en el mercado interno, pero intentar mejorar el poder adquisitivo en el corto plazo podría poner nuevamente en jaque a las todavía escasas reservas del BCRA, por cuanto salarios más altos conducen a mayor consumo y actividad económica, y si las exportaciones no responden a la misma velocidad, caería el saldo comercial y en algún momento nuevamente las reservas del BCRA. Amén de retroalimentar la carrera entre precios y salarios”, dice el trabajo, de los economistas Marcelo Capello y Laura Caullo.
Relevamiento
Los autores relevaron estadísticas e información salariales de 9 países: Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú, México y Brasil. En el caso del salario mínimo, a enero pasado, la Argentina aparece al fondo de la tabla, con un valor en dólar blue de USD 129, más de 70% por debajo del salario mínimo en dólares de Chile (USD 441), que encabeza el ranking, seguido por Uruguay (USD 423) y Ecuador (USD 400). En las tres últimas posiciones de la tabla aparecen México (USD 215), Brasil (USD 207) y la Argentina, con los ya mencionados USD 129. Si en vez del blue se toma el dólar oficial, la Argentina repunta un par de posiciones, pero sigue en el pelotón final, con un salario mínimo de USD 243, que alcanza superar por escaso margen los de México y Brasil.
En cuanto al salario promedio neto (de bolsillo), la dificultad de relevamiento hace que la referencia sea de agosto de 2020. Allí, nuevamente, la Argentina aparece al fondo, con un salario neto de USD 264, en una tabla que vuelve a encabezar Chile, con un salario neto promedio de USD 632, un 139% superior al argentino. Si en cambio se toma el tipo de cambio blue, la Argentina aparece en mitad de tabla, con un salario promedio neto privado de USD 480, detrás de Chile, Uruguay, Bolivia y Ecuador aventajando por escaso margen a México y Perú y por una brecha más grande, de entre 38 y 45%, a Brasil y Colombia.
El trabajo recuerda un estudio del economista Gustavo Reyes, que mostró que la Argentina es el país con mayor volatilidad del tipo de cambio real del mundo, lo que incide en la evolución del salario industrial en dólares, un factor clave de competitividad externa del sector manufacturero, en especial con respecto de Brasil. Al respecto, señala que durante los últimos años de la Convertibilidad el salario industrial promedio estaba en torno de los USD 1.000 y con la devaluación de 2002 cayó a USD 330 y recién en 2008 volvió al nivel de 2001, “aunque desde entonces prácticamente dejó de generar empleo”.
Salarios en dólares, cepo y brecha
Medido al tipo de cambio oficial, el valor más alto del salario industrial promedio se alcanzó en 2015 (USD 1.971), pero para entonces el cepo cambiario dispuesto por el primer gobierno de Cristina Kirchner días después de ser reelecta para un segundo mandato había reducido en un tercio el valor del salario industrial promedio en dólares. Al tipo de cambio “blue”, que por entonces era casi idéntico al oficial, el máximo del salario industrial promedio se alcanzó en 2017 (USD 1.865). Con la devaluación de 2018, se inició un brusco descenso del salario industrial, tanto medido al tipo de cambio oficial (que de USD 1.889 en 2017 el Ieral estima que llegará a USD 1.190 en diciembre próximo) como al blue (de USD 1.865 en 2017 descendió a USD 649 a fin de 2020 y el Ieral proyecta que se recuperará levemente, a USD 719, hacia diciembre, si la incertidumbre pre-electoral no desbarata la actual política cambiaria).
La competitividad industrial es muy importante en relación a Brasil, principal socio comercial de la Argentina. Al respecto, el trabajo señala que el país “ha tenido un salario industrial más alto que Brasil, por mayor productividad, pero el diferencial nominal cambió fuertemente en el tiempo”. De hecho, el salario industrial formal nominal de Argentina superaba en 173% a los de Brasil en octubre de 2001, pero en mayo de 2002 resultaban 26% inferiores, tras la salida de la Convertibilidad. Luego, a partir de 2011, con el cepo cambiario, empezó un proceso de encarecimiento del salario en dólares, hacia fines de 2015 era 192% al de Brasil.
Demasiado
Fue demasiado. “No lo soportó la competitividad del país, y tras la suba del tipo de cambio ocurrida en 2016, pero especialmente de 2018 en adelante, se achicó la diferencia, y en junio de 2021 nuestro país exhibe salarios industriales un 60% superiores a los de Brasil”, precisa el trabajo.
La diferencia actual es parecida a la de los años 2011, 2014 y 2018, pero superior a la de junio de 2019. “A futuro, suponiendo que no se produzcan mejoras significativas en el volumen físico de producción y se sostenga el actual nivel de empleo, el desafío de contener los costos laborales dependerá de las negociaciones salariales y la estrategia cambiaria que se adopte. Una economía poco competitiva desde lo estructural (impuestos, regulaciones, infraestructura) podría enfrentar serios problemas para generar empleo productivo a largo plazo, aún con alta protección comercial y salarios intermedios en dólares”, dice el estudio.
Habrá que ver cómo procesan los presidentes Alberto Fernández y Jair Bolsonaro estas cuestiones de competitividad en un Mercosur ya agitado por diferencias previas y la decisión de Uruguay de iniciar negociaciones comerciales bilaterales por fuera del bloque regional.
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