La cancelación casi total de los vuelos del exterior recibió críticas desde todos los frentes. Pero detrás de una medida exagerada y posiblemente poco efectiva, aparecen las urgencias electorales. El Gobierno precisa casi desesperadamente que la economía siga con el ritmo de apertura de las últimas semanas para rebotar y llegar mejor a las elecciones de noviembre.
El segundo trimestre fue negativo, sobre todo por las restricciones dispuestas a partir de mayo ante un fuerte aumento de los casos de coronavirus, internacionales y fallecimientos. La marcha atrás se sintió en casi todos los sectores de la actividad. Algunos fueron muy afectados de manera directa, como shoppings, gimnasios y restaurantes, y otros indirectamente por la menor circulación.
Luego de la caída mensual de abril, la estimación es que la economía caerá alrededor de 2,5% en el segundo trimestre. Pero las perspectivas para estos próximos tres meses son bastante mejores. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, expresó claramente cuál es la expectativa del Gobierno: “Esperamos que la actividad retome el dinamismo que vimos en los últimos meses del 2020”. En esos meses, la recuperación permitió que el PBI finalizara con un rojo de 10%, bastante menos del 12% que se había estimado previamente.
Para que este pronóstico favorable se transforme en realidad, hay dos variables centrales que deben alinearse. En primer lugar, evitar que se produzca un salto cambiario en la previa electoral. El Banco Central ya comenzó a actuar en consecuencia, tanto a través de la venta de bonos dolarizados como de reservas para que no se dispare la brecha cambiaria.
Un rebote luego de la caída del segundo trimestre vendría de la mano de un mayor consumo interno y la reapertura de actividades. Por eso hay entusiasmo oficial de llegar mejor a las elecciones, aunque dependerá de mantener tranquilo al dólar y evitar una nueva ola de contagios
El otro gran objetivo es que no se produzca una tercera ola de contagios de Covid-19, que obligue a dar marcha atrás con la apertura de las distintas actividades. Se trata de una carrera de entre la carrera entre la vacunación y el peligro de la “variante Delta”, mucho más contagiosa que las conocidas hasta ahora. Las restricciones de vuelos buscan demorar todo lo posible la difusión de esta cepa, es decir ganar tiempo. Las apuradas reuniones con una posible combinación de vacunas para distribuir más rápido la segunda dosis va en esa misma dirección.
La reapertura ya está teniendo resultados positivos, aunque todavía no hay cifras oficiales. Sin embargo, la gastronomía claramente está repuntando a paso veloz y también se percibe mayor actividad comercial, sobre todo a partir de compras en cuotas a través del programa Ahora 12.
La mejora gradual de salarios como se definió en paritarias junto a una reducción (lenta) de la inflación tendrá efectos favorables en la capacidad de compra. El estudio Orlando Ferreres estimó que en junio el índice se habría ubicado en 3%, lo que significa la tercera baja consecutiva. Se estima que en julio podría ubicarse en niveles similares, aunque por ahora se trata de proyecciones prematuras.
La mejora del último cuatrimestre del año pasado también estuvo fuertemente influenciada por las menores restricciones y la apertura gradual de las distintas actividades que se encontraban con escaso o nula facturación. Luego la elevada inflación en torno a 4% representó un duro golpe al salario y se terminó profundizando la pérdida de poder adquisitivo.
En el Gobierno se entusiasman con la posibilidad de dar vuelta el fuerte pesimismo que se percibe en la calle y también en las encuestas. Casi 70% de la gente está disconforme con la situación económica y casi la mitad piensa que estará peor en un año. Pero este tipo de sentimiento suele ser volátil. Ni bien la economía empieza a repuntar, un porcentaje de los votantes también empieza a ver el futuro con más optimismo.
Las vacaciones de invierno también darán un impulso adicional. Con muy poca gente viajando al exterior, se espera mucho movimiento interno, tal como pasó en el verano. Y además se estará comparando con julio del año pasado, cuando directamente no hubo vacaciones, por lo que el salto estadístico será muy relevante.
Todo esto sucede en medio de una gran incertidumbre, algo que se agudizó luego de la decisión del MSCI de pasar a la Argentina desde mercado “emergente” a la categoría de “standalone”, dejándolo así afuera del radar de los inversores.
Para contrarrestar este clima negativo, la idea es dejar planteada en estos meses la voluntad de una negociación con el FMI, pero que recién sucedería luego de las elecciones legislativas. En ese sentido también se pronunció ayer la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, al pedir además el compromiso de la oposición para buscar alguna salida al tema del endeudamiento.
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