El duro pronóstico del “Doctor Catástrofe”: crisis de deuda con estanflación y otra “década perdida” para América Latina

Nouriel Roubini anticipó una explosión de la burbuja de activos, seguida de una crisis que combinará la inflación de lo 70s y el sobreendeudamiento de 2008, lo que llevará a un período de estanflación y la reedición de fenómenos como la década del 80 en la región

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Roubini hace un análisis sin
Roubini hace un análisis sin concesiones, en el que combina análisis económico, historia y geopolítica REUTERS/Ruben Sprich (SWITZERLAND - Tags: POLITICS BUSINESS)

Nouriel Roubini, el economista de ascendencia iraní, paso italiano y nacionalidad norteamericana que predijo la crisis argentina de principios de siglo y la crisis financiera y “gran recesión” de 2007 a 2010 en EEUU y Europa, avizora una nueva crisis.

No es la primera que avisa en lo que va del año, pero sí la más grande. En febrero pasado, el bautizado “Doctor Catástrofe” dijo que el Bitcoin, la principal critpomoneda, era una burbuja destinada a explotar y que Elon Musk la comprar no quería decir que los demás debían seguirle los pasos.

“En abril advertí que las políticas monetarias y fiscales extremadamente laxas de hoy, combinadas con una cantidad de shocks de oferta negativos, podrían resultar en una estanflación al estilo de los 70. El riesgo hoy es aún mayor que entonces (Roubini)

Luego, en mayo, alertó sobre la fragilidad de los mercados emergentes y el riesgo de que la escasa credibilidad de los gobiernos populistas inhibiera las medidas necesarias para combatirla.

Ahora anticipa un cataclismo mucho mayor. En una columna en el prestigioso sitio Project Syndicate dijo que la próxima explosión de la burbuja de activos mundiales, acompañada de un alto endeudamiento y un ya evidente aumento de la inflación no permitirán licuar las deudas y llevarán a un largo período de estancamiento con inflación, o “estanflación”. Según Roubini, la crisis combinará, en los países desarrollados, epicentro de la economía mundial, la inflación de los 70s y el sobreendeudamiento de la crisis subprime de 2008.

Que Elon Musk compre bitcoin
Que Elon Musk compre bitcoin no implica que los demás deban hacerlo, había advertido en febrero Roubini sobre las criptomonedas, una de las tantas "burbujas" que piensa que van a estallar

“En abril advertí que las políticas monetarias y fiscales extremadamente laxas de hoy, combinadas con una cantidad de shocks de oferta negativos, podrían resultar en una estanflación al estilo de los años 1970 (alta inflación de la mano de una recesión). Por cierto, el riesgo hoy es aún mayor que entonces”, escribió el economista, para el que los ratios de deuda en las economías avanzadas y en la mayoría de los mercados emergentes eran mucho más bajos en los años 1970, razón por la que la estanflación no quedó asociada a las crisis de deuda. En todo caso, observa, “la inflación inesperada de los 70s aniquiló el valor real de las deudas nominales a tasas fijas, reduciendo así las cargas de deuda pública de muchas economías avanzadas”.

Muy diferente

Muy diferente fue la crisis financiera de 2007/2008, en que los altos ratios de deuda pública y privada llevaron a una seria crisis al estallar las burbujas inmobiliarias. Como la subsiguiente recesión llevó a una baja inflación, e incluso deflación, hubo un shock de demanda agregada. Hoy los riesgos, según Roubini, están del lado de la oferta, por lo que el mundo queda con lo peor de los estanflacionarios 70s y de la crisis de deuda que se extendió de 2007 a 2010.

Los ratios de deuda son mucho más altos que en los años 1970 y una combinación de políticas económicas laxas y de shocks de oferta negativos amenaza con alimentar la inflación más que la deflación, montando el escenario para la madre de las crisis de deuda estanflacionarias de los próximos años

“Los ratios de deuda son mucho más altos que en los años 1970 y una combinación de políticas económicas laxas y de shocks de oferta negativos amenaza con alimentar la inflación más que la deflación, montando el escenario para la madre de las crisis de deuda estanflacionarias en los próximos años”, escribió el Doctor Catástrofe, para quien la crisis aún no llegó porque las laxas políticas monetarias y fiscales siguen alimentando burbujas de activos y crédito “provocando un descarrilamiento en cámara lenta”.

Las señales, observa, “ya son evidentes en los altos ratios de precios-ganancias de hoy, en las bajas primas de riesgo de las acciones, en los activos inmobiliarios y tecnológicos inflados y en la exuberancia irracional en torno de las empresas de adquisición de propósito especial (SPAC, por su sigla en inglés), del sector de las criptomonedas, de la deuda corporativa, de los créditos garantizados, del capital privado, de las acciones meme y de negociaciones diarias minoristas descontroladas”.

Paul Volcker, el chairman de
Paul Volcker, el chairman de la Fed, cuyo fuerte aumento de las tasas de interés para combatir la inflación en EEUU llevaron a la crisis de la deuda y la "década perdida" de América Latina

A la exuberancia, dice Roubini, le llegará su “momento Minsky”, de pérdida súbita de confianza, apretón monetaria y caída y colapso de cotizaciones y actividad económica. Un problema adicional es que hasta que ese momento llegue las políticas laxas alimentan hoy las burbujas de activos seguirán impulsando la inflación y creando las condiciones de una estanflación cuando lleguen los “shocks de oferta negativos”, tales como renovado proteccionismo, envejecimiento de las economías avanzadas y emergentes, restricciones inmigratorias en las economías avanzadas, relocalización industrial y balcanización de las cadenas de suministro globales.

Por ahí se cuela la geopolítica. “El desacople sino-norteamericano –dice Roubini- amenaza con fragmentar a la economía global en momentos en que el cambio climático y la pandemia están empujando a los gobiernos nacionales hacia una autonomía más profunda”. Si a eso se le suma, prosigue, el impacto de ciberataques cada vez más frecuentes a infraestructura crítica y la violenta reacción social y política contra la desigualdad, “está completa la receta de disrupción macroeconómica”.

Incluso con alta inflación, gobiernos y bancos centrales no podrían evitar una crisis de deuda, ya que aunque la deuda pública a tasa fija de las economías avanzadas puede licuarse con más inflación, no pasará lo mismo con las deudas de países emergentes, denominadas en moneda extranjera.

Para peor, según Roubini, los bancos centrales perdieron su independencia, pues no tuvieron más opción que monetizar gigantescos déficits fiscales para evitar una crisis de deuda. Ahora que las deudas pública y privada se dispararon, agrega, “están en una trampa”. En tanto la inflación aumente, enfrentarán un dilema: si empiezan a retirar las políticas de pandemia y a aumentar las tasas para combatir la inflación, podrían desatar una megacrisis de deuda y una grave recesión. Pero si mantienen la actual laxitud, correrán el riesgo de una inflación de dos dígitos y de estanflación cuando aparezca el próximo shock de oferta negativo.

Incluso con alta inflación, gobiernos y bancos centrales no podrían evitar una crisis de deuda, ya que aunque la deuda pública a tasa fija de las economías avanzadas puede licuarse en parte con más inflación (como los 70s), no pasará lo mismo con las deudas de países emergentes, denominadas en moneda extranjera. “Muchos gobiernos necesitarían caer en un impago y reestructurar sus deudas”, predice Roubini.

Mientras tanto, las deudas privadas en las economías centrales se harán insostenibles (como sucedió en la crisis de 2007/2010) y sus spreads se dispararían, desatando una ola de quiebras. Empresas sobreendeudadas y acreedores imprudentes del “shadow banking” caerían primero, seguidos por las familias endeudadas y los bancos que les prestaron.

Es cierto que el costo real de la deuda puede caer con la inflación si los bancos centrales corren ésta de atrás, pero esos costos serán cada vez más altos por tres razones: 1) las mayores deudas públicas y privadas ampliarán los spreads, 2) la creciente inflación y mayor incertidumbre harán subir las primas de riesgo, y 3) el aumento del “Misery Index” (suma de las tasas de inflación y desempleo) exigirá un “Momento Volcker”, en referencia al ex titular de la Reserva Federal, Paul Volcker que entre 1980 y 1982, para doblegar la inflación aumentó las tasas a casi el 20% y desató una fortísima recesión en EEUU y una crisis de deuda y una década perdida en América Latina.

Cosa seria

Esos riesgos son cosa seria. “Ahora que los ratios de deuda globales son casi tres veces más altos que a comienzos de los años 1970, cualquier política antiinflacionaria conduciría a una depresión, más que a una recesión severa”, escribió Roubini. Los bancos centrales perderán tanto si la hacen como si no la hacen y muchos gobiernos serán insolventes e incapaces de rescatar a los bancos, las empresas y las familias. Por todas esas razones, profetiza Roubini, “el ciclo de fatalidad de los soberanos y los bancos en la eurozona después de la crisis financiera global se repetirá a nivel mundial, succionando a los hogares, las corporaciones y la banca también en la sombra”.

Lejos de acolchonar su sombrió análisis con algún “puede ser” o condicionales, el Doctor Catástrofe escribió que “tal como están las cosas, este descarrilamiento en cámara lenta parece inevitable”. Según él, el reciente giro de la Fed de una postura ultra-prudente a una postura prudente a secas no cambia nada. La Fed, dice, “ha estado en una trampa de deuda al menos desde diciembre de 2018, cuando una crisis del mercado bursátil y de crédito la obligó a revertir su endurecimiento un año antes de que atacara el Covid-19”. Ahora, con la inflación en aumento y shocks de estanflación a la vista, está aún más atrapada, al igual que el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra.

A tono con su análisis catastrofista, Roubini concluye: “La estanflación de los años 1970 pronto se topará con las crisis de deuda del período posterior a 2008. El interrogante no es si esto sucederá, sino cuándo”.

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