El cambio climático tiene un severo impacto económico en la Argentina con consecuencias tales como el crecimiento de la pobreza y la pérdida de calidad de vida en los sectores más vulnerables afectados por inundaciones y sequías, eventos extremos que se duplicaron en el país durante los últimos 40 años.
Dentro de los eventos climáticos, se destacan los perjuicios causados por las inundaciones, con pérdidas cuyo promedio anual oscila entre USD 500 y USD 1.400 millones y con creación de pobreza en muchas regiones. Cada año, las inundaciones generan un 0,14% de la población de nuevos pobres, cifra que en algunas provincias del país puede llegar a 1,5% después de inundaciones importantes, que hacen que la gente pierda su poder de compra.
Los datos y las conclusiones surgen del informe “Impactos de las crisis climáticas en la pobreza y la macroeconomía en la Argentina” presentado hoy por el Banco Mundial, que alerta sobre las consecuencias del cambio climático como una cuestión urgente que como tal requiere decisiones inmediatas. “Estos números muestran la urgencia en tomar medidas de adaptación al cambio climático en la Argentina”, señaló el reporte.
“Surge una conclusión inevitable: enfrentar el cambio climático no es un desafío de largo plazo, sino una medida urgente ante el impacto fiscal, el crecimiento perdido, y los costos a los hogares más vulnerables que ya ocurren y son sustanciales.” sostuvo Jordan Schwartz, director del Banco Mundial para Argentina, Paraguay y Uruguay.
Schwartz cuantificó el costo de los eventos climáticos. Estimó que las inundaciones “han sido las responsables de provocar pérdidas económicas por unos USD 22.500 millones desde 1980″, una cifra que hoy representa más de la mitad de las reservas anuales del Banco Central. Las inundaciones también provocaron “el 58% de todas las pérdidas económicas causadas por desastres naturales entre 1966 y 2015.”
Los eventos climáticos extremos seguirán aumentando su intensidad en el país. “Que se duplique la frecuencia de las inundaciones produce un aumento del 125 % en las pérdidas, además de impactar en la producción agrícola, la infraestructura, los efectos del calor en la salud, las inundaciones y la mayor carga de morbilidad”, explicó el Banco Mundial.
Las inundaciones son también un factor de creación de nuevos pobres y así se registra en las provincias que las padecen. “Las perturbaciones del clima representarán un obstáculo para la erradicación de la pobreza. Los hogares más pobres son los que menos probabilidades tienen de recuperarse cuando se producen desastres, sobre todo, inundaciones, que se registran en las provincias agrícolas más pobres”, apuntó el informe.
“Enfrentar el cambio climático no es un desafío de largo plazo, sino una medida urgente ante el impacto fiscal, el crecimiento perdido, y los costos a los hogares más vulnerables que ya ocurren y son sustanciales” (Jordan Schwartz)
Entre Ríos es la provincia que tiene la mayor incidencia anual promedio de pobreza (0,15% de su población) como consecuencia de los impactos de desastres. Detrás de Entre Ríos, las cuatro provincias con el mayor índice de pobreza como consecuencia de desastres son Chaco (0,10 %), Santiago del Estero (0,10 %), Buenos Aires (0,08 %) y Corrientes (0,08 %).
Ese promedio queda por debajo en las situaciones extremas. Por ejemplo, “en la actualidad la provincia de Chaco es la más afectada por las inundaciones en términos de pobreza: 1,7% de la población cae en la pobreza como consecuencia de una inundación que se produce cada 10 años, además del 55% de la población que ya es pobre y que puede resultar afectada por la inundación”. Si la magnitud de la inundación es de las que se produce cada 100 años, los nuevos pobres llegarán al 3,7% de la población provincial.
“Las inundaciones generan ‘pérdidas de bienestar’, equivalentes en 2015 a una caída de entre USD 1500 y USD 3900 millones e impactan directamente en las familias más pobres, que son quienes menos probabilidades tienen de recuperarse cuando se producen desastres sobre todo en las provincias más pobres” sostuvo Julie Rozenberg, economista senior del Banco Mundial.
Según el informe, quienes tienen poco acceso a servicios públicos o reciben asistencia social “soportan una carga desproporcionadamente grande de las pérdidas de bienestar provocadas por inundaciones”. Por ejemplo, los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo experimentan un 40% menos de pérdidas de activos que la población general, pero a la vez sufren “pérdidas de bienestar” un 25% más altas.
No menos graves que los efectos de las inundaciones son los provocados por las sequías, en particular por su impacto en el sector agropecuario, clave para el crecimiento económico argentino. “La grave sequía que sufrió la Argentina a principios de 2018 genero una caída del PIB del 2,5%, junto con la conmoción financiera y la depreciación del peso que se produjo a partir de abril de ese año. La recesión económica comenzó en el segundo trimestre, cuando la producción agrícola cayó un 32% anual debido a la grave sequía y, del lado de la demanda, las exportaciones se contrajeron más del 8%”, señaló el informe.
También mencionó el caso de la sequía de la campaña 2008/2009, en aquella oportunidad en coincidencia con la crisis financiera global provocada por la especulación con las hipotecas subprime. En esa ocasión, “la pérdida de producción representó más del 40% de la caída de 2009, que representó casi el 80% de la recesión”.
La peor pérdida de rendimiento potencial en 2050 podría alcanzar el 10 % en el caso del girasol, el 30% en el caso del maíz y el trigo, y hasta el 50% en el caso de la soja
El impacto en la macroeconomía podría ser más intenso en el futuro “si las sequías inducidas por el cambio climático reducen los rendimientos agrícolas más drásticamente y con más frecuencia que en el pasado. Si no hubiera políticas de adaptación, el PBI podría caer hasta un 5% en 2050, en comparación con un escenario contrafáctico sin cambio climático, y los ingresos fiscales podrían caer un 10%”.
El informe del Banco Mundial asegura que para 2050, considerando los escenarios proyectados por el IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) para Argentina, la mayoría de los cultivos enfrentarán pérdidas de rendimientos: “La peor pérdida de rendimiento potencial en 2050 podría alcanzar el 10 % en el caso del girasol, el 30% en el caso del maíz y el trigo, y hasta el 50% en el caso de la soja”.
Además del impacto que las sequías tienen en los ingresos nacionales, son muy costosas a nivel provincial. En Santiago del Estero, Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba, una caída de 10 puntos porcentuales en la producción de cultivos implica una caída de 0,7 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento del PBI provincial.
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