En los últimos días de su mandato al frente de la misión diplomática en Buenos Aires, el embajador británico Mark Kent condecoró al presidente de Corporación América, Eduardo Eurnekian, con la medalla de Oficial de la Orden del Imperio Británico, “concedida por Su Majestad la Reina Isabel II por sus servicios a las relaciones entre el Reino Unido y la Argentina”.
Pocos argentinos a lo largo de la historia habían recibido antes esa distinción –entre ellos, Jorge Luis Borges–, la más prestigiosa que otorga el Reino Unido a un extranjero. En una ceremonia realizada en los jardines de la embajada inglesa, Kent destacó la contribución de Eurnekian y su aporte a profundizar las relaciones entre ambos países, en particular por su colaboración en la construcción del cenotafio de las Islas Malvinas que homenajea a los soldados caídos y en la organización de los viajes de sus familiares a suelo malvinense, realizados en 2018 y 2019.
“La paz es un bien y una virtud, pero también es un proceso dinámico y constructivo que requiere un continuo cuidado para preservarla de las causas que la perturban” (Eurnekian)
“Eduardo siempre puso el hombro para que los familiares pudieran encontrar la paz espiritual de estar frente a las tumbas de sus seres queridos”, señaló Kent.
El embajador subrayó “el coraje y la contribución diplomática” de Eurnekian, de quien destacó que a lo largo de la realización de los viajes siempre mantuvo un bajo perfil y dejó que el protagonismo estuviera en los familiares de los caídos.
Por su parte, Eurnekian expresó que considera “un privilegio” el haber servido como “un vehículo de consuelo para los familiares, en medio de tanto luto y dolor”.
“La paz es un bien y una virtud, pero también es un proceso dinámico y constructivo que requiere un continuo cuidado para preservarla de las causas que la perturban”, agregó el empresario. Explicó que en su visión, el cementerio de los soldados argentinos en Darwin también debe entenderse “como un monumento a la paz”.
“Eduardo siempre puso el hombro para que los familiares pudieran encontrar la paz espiritual de estar frente a las tumbas de sus seres queridos” (Kent)
Eurnekian cerró su discurso recordando el célebre poema de Borges, “Juan López y John Ward”, que imagina los posibles vínculos entre un combatiente de cada bando: Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
El vínculo de Eurnekian con los familiares de los combatientes de Malvinas se remonta a 2003, cuando el entonces embajador británico en la Argentina, Robin Christopher, lo convocó para pedirle si podía hacerse cargo de la construcción de un cenotafio en Darwin, el empresario no dudó y tomó bajo su ala la reforma de un nuevo camposanto argentino sobre el antiguo cementerio que permanecía sin cambios desde la guerra.
“Estuvimos con familiares de los caídos, y nos dijeron que hace 20 años que los distintos gobiernos les prometen hacer un monumento en Malvinas…, pero no pasó nada. Y el gobierno actual les dijo que en este momento no era prioridad hacer este cenotafio”, le dijo el embajador en 2003.
El funcionario inglés había sido testigo de la frustración de los familiares cuando viajaban a las islas y se encontraban con un viejo cementerio en esa tierra en la que sus hijos habían dejado su vida. Según relató oportunamente, pensó en convocar a importantes empresarios argentinos para pedir ayuda. Hizo una lista de seis. La primera reunión fue con Eurnekian. Y ya no hizo falta llamar a nadie más.
“Yo haré ese monumento en Darwin”, le dijo. Conmovido, el presidente de Corporación América puso manos a la obra. Y reconstruyó ese rectángulo perfecto, esa simetría de 230 cruces blancas que dibujan la oscura turba de Malvinas.
En 2004 mandó a erigir el cenotafio con los 649 nombres de los héroes caídos durante la guerra. Reformó el viejo cementerio que había sido construido con la supervisión de la Commonwealth War Comission después de que el coronel británico Geoffrey Cardozo recogiera de los campos de batalla los cuerpos de los soldados. Y convirtió esas sencillas sepulturas en un gran monumento para honrar a los combatientes.
Con posterioridad, Eurnekian también tuvo a su cargo los viajes realizados en 2018 y 2019 de 214 familiares de los soldados caídos en la guerra de 1982, quienes pudieron honrar a sus seres queridos identificados en el marco del Plan Proyecto Humanitario. Por primera vez en 36 años pudieron llorarlos y recordarlos en el exacto punto del descanso eterno. Tras muchos años de espera, pudieron ver grabadas sobre el granito los nombres de sus héroes.
La condecoración a Eurnekian tal vez sea uno de los últimos actos oficiales del embajador Mark Kent en la Argentina, ya que su mandato en Buenos Aires terminará a fin de este mes.
En la ceremonia, junto a un grupo de personalidades del ámbito empresarial y diplomático, se destacó la presencia de Roberto Curilovic, un piloto de la aviación naval que participó en el conflicto armado y, años después, fue uno de los encargados de la organización de los viajes de los familiares. También estuvo presente Hermenegildo Ocampo Chaparro, el constructor de nacionalidad paraguaya encargado de levantar el cementerio de las islas, quien fue asistido para esa tarea por un grupo de isleños: las autoridades no permitían la presencia de argentinos.
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