Por segundo año consecutivo, la Argentina quedó ubicada en la anteúltima posición en el Ranking Mundial de Competitividad que mide esa característica en 64 países de todo el mundo. El país quedó en el puesto 63, siendo superado únicamente en su falta de competitividad por Venezuela. Ambos repitieron su ubicación de 2020.
En el ranking, los países de América Latina no tuvieron un buen desempeño. El mejor clasificado fue Chile, en la posición 44, seguido por México (55), Colombia (56), Brasil (57) y Perú (58). En el otro extremo del ranking, los primeros cinco puestos correspondieron a Suiza, Suecia, Dinamarca, Holanda y Singapur.
El Ranking Mundial de Competitividad es elaborado desde 1989 por el IMD, un think tank con sede en Suiza que analiza la competitividad a nivel global a través de evaluaciones comparativas entre los países, estadísticas e investigaciones.
La clasificación incluye 4 parámetros, cada uno con su propio ranking: Desempeño económico, Eficiencia empresarial, Eficiencia gubernamental e Infraestructura. La Argentina obtuvo su mejor desempeño en el segmento Infraestructura (56) mientras que fue el peor calificado de los 64 países, incluso por debajo de Venezuela en Eficiencia gubernamental.
“La competitividad de una economía no puede reducirse únicamente al PBI y la productividad porque las empresas también tienen que hacer frente a las dimensiones política, social y cultural. Por lo tanto, los gobiernos deben proporcionar un entorno caracterizado por infraestructuras, instituciones y políticas eficientes que fomenten la creación de valor sostenible por parte de las empresas”, señalaron los responsables del Ranking.
En un apartado donde se analiza en forma específica la situación argentina, los investigadores de IMD opinaron que el país tiene cinco desafíos para la segunda mitad de 2021:
- Gestionar eficazmente la segunda ola de Covid-19 para mantener la recuperación de la actividad económica.
- Mantener la recuperación económica real en consonancia con la contención de las presiones inflacionarias, a través de medidas prudentes en lo monetario y lo fiscal.
- Cerrar un acuerdo de reestructuración de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para mejorar la confianza y reabrir fuentes de financiamiento.
- Fortalecer el diálogo político entre el gobierno, la oposición y otros interlocutores sociales para crear un mejor clima de inversiones.
- Reformar el esquema de transferencias sociales para generar incentivos destinados a la creación de empleo.
En cuanto al análisis global, como es esperable este año las clasificaciones atravesaron el modo en que los distintos países enfrentaron la pandemia. En ese sentido, el informe de IMD destacó que las economías que mantuvieron cualidades como la inversión en innovación, la digitalización, los beneficios sociales y el liderazgo tendiente a la cohesión social han ayudado a las economías a capear mejor la crisis, permitiéndoles tener una clasificación más alta en competitividad.
La competitividad de una economía no puede reducirse únicamente al PBI y la productividad porque las empresas también tienen que hacer frente a las dimensiones política, social y cultural. Por lo tanto, los gobiernos deben proporcionar un entorno que fomente la creación de valor sostenible
También destacó que el modo en cada economía atravesó la pandemia no se limita a las decisiones tomadas por los gobiernos una vez que la crisis sanitaria mundial apareció en escena, sino a lo hecho antes: “Una de las principales tendencias reveladas en los resultados de este año es que los países que se habían construido un cierto colchón económico antes de la pandemia obtuvieron mejores resultados, más allá de su nivel de contagios”.
Para el economista Arturo Bris, director del Centro de Competitividad Mundial del IMD, la crisis sanitaria, aún siendo devastadora, debe considerarse como un fenómeno temporal. La competitividad, en cambio, pone el foco en el impacto a más largo plazo. “Aunque Suiza tardó en luchar contra la pandemia, nunca puso en peligro su futuro crecimiento económico porque ha mantenido una estrategia financiera disciplinada al no gastar demasiado”, señaló Bris al referirse al país mejor rankeado.
Consideró que otros ejemplos de eficiencia económica a pesar de altos niveles de contagios también se observaron en las posiciones de los Estados Unidos, que mantuvo su posición en el décimo lugar, y el Reino Unido, que subió un lugar al 18.
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