En el mundo posterior a la pandemia las empresas deben estar preparadas para cuidar tan bien a los consumidores como a sus accionistas y los gobiernos deberán entender que la globalización implica no dejar gente afuera del sistema.
Así lo expresó el experto Jim Hemerling, del Boston Consulting Group, quien hablará en el encuentro “Experiencia IDEA Management 2021, el principal encuentro de la comunidad empresarial argentina destinado a presentar y desafiar las mayores tendencias del management a nivel local y global”, para grandes empresas y pymes de todo el país.
Allí conducirá un panel sobre “Liderazgo. ¿Cómo es el perfil de un mánager que innova y que propicia la innovación?”. El evento se llevará a cabo de forma virtual los días 23, 24 y 25 de junio por la mañana, y contará con la participación de oradores internacionales, nacionales, emprendedores y los CEOs de las principales empresas del país.
Hemerling, que tiene un MBA de la Richard Ivey School of Business, dialogó con Infobae sobre los desafíos para la cultura laboral pública y privada luego del azote del Covid.
-¿Cómo imagina las relaciones laborales luego de la pandemia?
-En nuestro libro “Beyond Great” identificamos que el mundo vivirá en un constante numero de disrupciones, incluyendo el cambio climático, la desigualdad en el ingreso, el crecimiento del nacionalismo económico y por supuesto de la revolución tecnológica. Y lo que se observó durante la pandemia es que varias de estas cuestiones avanzaron, sobre todo la cuestión tecnológica. En el pasado, lo que se necesitaba para ser una empresa exitosa es lograr buenas ganancias para tus accionistas, pero ahora, luego de esta disrupción, esto no alcanza: ahora las empresas deben pensar cómo reformulan sus ganancias e incluyen en ellas no solo a los accionistas, sino también a los consumidores. Este es un punto clave.
-¿Cómo encaja esta idea en un mundo que, como lo señaló el FMI, se está recuperando en dos velocidades muy diferentes entre los países desarrollados que ya están casi en los niveles previos a la pandemia y los emergentes, que en muchos casos todavía están en plena crisis sanitaria y económica?
-Lo que estamos viendo es efectivamente una mayor recuperación y prosperidad en los países desarrollados, pero la decisión de la reciente cumbre del G7 de impulsar una fuerte donación de vacunas a los países más atrasados me genera una gran esperanza. Los gobiernos y las empresas de los países más ricos deben hacer más para ayudar a estos países que todavía están en una situación difícil.
-Luego de más de un año de restricciones por la pandemia, mucha gente está cansada. ¿Cómo deben lidiar las empresas en este sentido?
-Lo que observamos es que, aunque la pandemia ha sido una disrupción extrema, el mundo ya ha estado atravesando cambios importantes en los últimos años y habrá más disrupciones hacia adelante. Esta es la nueva normalidad: la de cambios continuos y necesitan adaptarse a esta situación. A la vez, tomando en cuenta esta fatiga de mucha gente que está exhausta, es importante que los líderes de las compañías cuiden a la gente y lo demuestren, en términos sociales y emocionales. Esto requiere una nueva forma de pensar el liderazgo.
-En el caso de la Argentina a esta pandemia se le agrega el hecho de que el país vive en una situación de permanente crisis, solo interrumpida por pausas breves. ¿Cómo se conjuga la necesidad de formular los cambios que mencionó con la obligación de atender todo el tiempo los problemas de corto plazo?
-Hay que tener una tremenda empatía por la gente que vive en este tipo de situaciones de desafíos y problemas constantes. Si era complejo vivir con estos problemas antes de la crisis, ahora es más difícil y de ningún modo es fácil resolver este dilema. Pero, aunque un líder esté lidiando con problemas constantes de corto plazo, a la vez debe atender los problemas de mediano plazo para alcanzar un futuro mejor: cómo se puede alcanzar un crecimiento más estable y uno de los canales es la inclusión financiera, para la gente que no tiene acceso a los servicios bancarios. Al atender esta clase de cuestiones se ocupan del crecimiento en general pero también de las necesidades de la gente que ha quedado relegada en términos sociales. Al respecto, las empresas deben crear un ecosistema en el que trabajen con la gente como socios y organizar sus empresas para que se puedan lidiar con los problemas inmediatos, pero a la vez con la transformación del futuro.
-¿Cuán importante la cooperación internacional para las transformaciones que mencionó?
-Es clave, porque uno de los desafíos que mencioné es el creciente nacionalismo. Hubo un tiempo en el que la globalización era un paradigma aceptado como algo bueno, pero en realidad beneficiaba a los accionistas de las empresas, pero muchas veces los trabajadores en forma individual en muchos países no recibían esos beneficios y por eso ahora hay un rechazo a esta globalización. Así que lo que deben entender organizaciones como el G7 es que la globalización debe funcionar para la mayoría de la sociedad. Esto implica que las empresas compitan, pero también colaboren entre sí.
-¿Cuál será el impacto de esta aceleración digital generada por la pandemia sobre la tasa de desempleo, en particular en países emergentes como la Argentina?
-No soy economista, pero lo que se observó cuando se dio el gran fenómeno de empresas de tecnología que se mudaron a India y China es que los países que lograron una mejora en la capacidad de sus recursos humanos y condiciones económicas estables han sido grandes beneficiarios de la modernización tecnológica. Eso se observó claramente en China a principios de este siglo; así que esta tendencia más que perjudicar puede ayudar a la tasa de desempleo en los países con costos más bajos, pero requiere que sean atractivos para este tipo de empresas con una inversión en su capital humano y un entorno estable. En su dimensión internacional, la tecnología genera muchos desafíos, pero también puede crear mucho trabajo, por lo que las empresas se pueden ubicar del lado de los ganadores o perdedores de acuerdo con la actitud que adopten.
-¿Cómo pueden afectar los largos cierres a las escuelas como el que registró la Argentina por decisión del gobierno estas capacidades necesarias para el mediano plazo?
-Es un tema clave en un mundo en el cual las capacidades tecnológicas son cada vez más necesarias, para poder educar a los niños y adolescentes y que estén entrenados para estos cambios, pero no sólo en términos tecnológicos, sino en general para que estén bien educados. Lamentablemente estos cierres van a tener un impacto de largo plazo importante y lo importante es que, ahora que las escuelas se están reabriendo los gobiernos le otorguen una importancia fundamental tanto a la presencia de esos estudiantes como a sus necesidades tecnológicas, porque en muchos países pobres los chicos no tienen acceso a ningún dispositivo para aprender.
-¿Estará mejor preparado el mundo para afrontar una situación como la del Covid en los próximos años? ¿Hubo algún aprendizaje en este año?
-Soy una persona optimista por naturaleza. La crisis del Covid fue extremadamente disruptiva y no creo que se repita una situación tan extrema, pero de todos modos espero que el mundo haya aprendido de esta situación; la colaboración en torno de las vacunas es un buen ejemplo de cómo debe trabajar las empresas privadas y los gobiernos en este sentido.
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