Si bien la atención del sector agropecuario está centrada en el cierre de exportaciones de carne, el campo continuó trabajando. La comercialización de soja y maíz avanzó a un ritmo firme que permitió un abundante ingreso de divisas al país en estos meses a partir de las ventas al exterior, las cuales trajeron algo de tranquilidad a la golpeada economía argentina, en un contexto de buenos precios internacionales y cierta estabilidad cambiaria, aunque con una inflación que no cede.
A partir de un informe publicado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la venta de estos granos a la fecha por parte de los productores marca claras diferencias: por un lado, la comercialización de maíz alcanzó niveles récord, mientras que la de la soja está en su volumen más bajo en 13 años.
Cabe aclarar que las ventas sostenidas de granos por parte de los productores es una condición totalmente necesaria para las exportaciones del sector, que en estos primeros cinco meses alcanzó el récord de liquidación de divisas de USD 13.300 millones, al mismo tiempo que impulsó la actividad en las fábricas, que tuvieron un importante repunte en el procesamiento de granos durante los últimos meses, superando el 70% de la capacidad instalada, indicó la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC).
Según la entidad bursátil rosarina, las ventas del grano amarillo de la actual campaña 2020/21 se ubicaban al 2 de junio en 29,7 millones de toneladas “marcando así un récord histórico para esta fecha”. Este volumen representa el 59% de la cosecha estimada en 50 millones de toneladas, la proporción más elevada desde la campaña 2011/12, al mismo tiempo que supera en 2,5 millones de toneladas a lo vendido la campaña pasa para esta época.
Asimismo, las operaciones realizadas con mercadería del ciclo 2021/22 también se encuentra en niveles altos, con 3,5 millones de toneladas comprometidas, marcando un “máximo” para esta altura del año, ubicándose 1,7 millones de toneladas por encima de lo negociado a la misma fecha de 2020.
“Es posible inferir que la fenomenal suba de los precios del cereal registrada en el último año ha inducido a un mayor ritmo en la comercialización y a dinamizar la concreción de negocios con relación a lo ocurrido en ciclos anteriores”, explicaron los especialistas Bruno Ferrar, Tomás Rodríguez Zurro y Desiré Sigaudo, a cargo del trabajo.
En este sentido, el precio equivalente en dólares de la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario para el maíz esta campaña alcanzó máximos históricos a principios del mes de mayo, y si bien ha mostrado un retroceso desde ese entonces, se ubicó este jueves en USD 206 la tonelada, lo cual se encuentra un 66% por encima de los valores que registraba hace un año, agregó el informe.
En este sentido, el analista de la consultora Intagro, Enrique Sarthes, coincide con la visión de la BCR: “Estamos en niveles de precios históricamente muy altos, especialmente en maíz, si bien hace 20 días valía USD 245 la tonelada y ahora USD 210. De todas maneras, USD 210 es un precio muy bueno: hay estudios que indican que el cereal a USD 200 la tonelada medido en una franja de 14 años, solo el 3% de ese tiempo estuvo por encima de ese precio, mientras que la soja arriba de USD 320 estuvo el 8%. Ahí una explicación de la conducta”.
A todo esto, el responsable del Departamento de Análisis de Mercados de la corredora Grassi, Ariel Tejera, consideró que “entre la diversidad de factores a los que responde esta dinámica podemos destacar las relaciones de precios. Hemos transitado meses donde el maíz ha registrado firmeza relativa frente a la soja, en términos históricos. Así, al considerar precios de pizarra de Rosario, la relación se ha mostrado muy favorable para el cereal, alcanzando más de dos tercios del valor de la oleaginosa, en momentos puntuales. Además, en maíz se destaca una mayor proporción de negocios con precio firme frente a otros años, reflejando el atractivo de las cotizaciones y el cierre de márgenes por parte de los productores”.
Soja
A diferencia del maíz, la venta de soja no solo no se encuentra a niveles récord, sino que por lo contrario, está un su nivel más bajo en 13 años. Sin embargo, hay varios factores que se tienen que analizar para poder explicar este comportamiento y también para dejar en claro por qué se comercializó este volumen.
Hasta el 2 de julio, según los registros oficiales, la venta de soja de la presente campaña alcanzó las 20,9 millones de toneladas, “el volumen más bajo desde el ciclo 2008/09 para igual fecha”, remarcó la BCR. Para explicar ese dato, la entidad rosarina señala como una de las posibles razones la menor cosecha esperada.
La proyección de cosecha hoy se ubica en 45 millones de toneladas, frente a las 50,7 millones de toneladas de la campaña pasada. Es decir, con las casi 21 millones de toneladas vendidas, ya se comercializó el 46% de los proyectado para la cosecha próxima a finalizar, mientras que a esta misma fecha pero del año pasado, el porcentaje vendido era del 48%. Si se toma en cuenta las cinco campañas anteriores, se puede decir que se encuentra prácticamente en los mismos niveles.
Al respecto, Sarthes dijo a Infobae que “hay que decir que es una cosecha menor a la del año pasado. Es absolutamente normal el ritmo de ventas de soja. No hay retención. La que hay es la normal, porque el productor asocia al grano como una moneda en un país inflacionario como el nuestro”.
En este sentido, también se expresó la BCR: “La soja, al contrario de lo que sucede con el maíz, no es sólo un producto de venta para el productor sino un vehículo de ahorro. Tanto para la compra de insumos como pago de alquileres, compra de bienes de capital, etc., la comercialización de la oleaginosa está atada a otras motivaciones”.
En cuanto a las motivaciones que encuentra el productor para vender, el presidente de Ciara-CEC, Gustavo Idígoras, indicó como uno de los puntos centrales los precios internacionales. “El año pasado tenían precios de USD 220 y terminaron con USD 340 dólares. Esa es la tracción principal que incitan las ventas. Por otro lado, también estuvo vinculado para la necesidad de financiamiento de la fina, que implica un esfuerzo muy importante de inversión sobre todo en el paquete tecnológico. Eso también impulsó las ventas de la soja de campaña vieja”.
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